Análisis de FBC: Firebreak - Cuando lo bizarro no es suficiente

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El primer multijugador de Remedy se queda corto en contenido y atmósfera
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A pesar de ideas creativas, su jugabilidad repetitiva y su diseño deslucido lastran la experiencia
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Xbox Game Pass comienza junio con EA Sports FC 25, The Alters o FBC: Firebreak
Remedy Entertainment se ha hecho famoso por sus potentes experiencias narrativas para un solo jugador y se ha hecho un hueco en nuestra memoria gaming con sagas míticas como Max Payne, Alan Wake, Quantum Break o Control. Historias profundas basadas en lo misterioso, lo paranormal y lo atmosféricamente envolvente, son un valor seguro.
Pero FBC: Firebreak es otra historia. Se trata de su primer intento en el terreno del multijugador cooperativo PvE, y el resultado es tan desconcertante como decepcionante. El juego nos pone en la piel de los Firebreakers, agentes de mantenimiento en la icónica Oldest House de Control, pero en lugar de magia y misterio, nos encontramos con una experiencia funcional, superficial y carente del alma que caracterizaba a su predecesor.
La propuesta es clara: una experiencia cooperativa para tres jugadores ambientada seis años después de Control. En lugar de jugar como una directora todopoderosa, aquí encarnamos a operarios con herramientas improvisadas que deben limpiar, reparar y resistir hordas del Hiss en misiones repetitivas. A pesar de algunas ideas ingeniosas y una ejecución técnica impecable, FBC: Firebreak pierde la esencia que hizo único a su universo.

Un ciclo de misiones sin alma
El juego se estructura en cinco "trabajos" o misiones diferentes, cada una con tres niveles de dificultad progresiva. La mecánica básica es sencilla: completa tareas mientras sobrevives a oleadas de enemigos. A medida que aumentamos la dificultad, se añaden repeticiones de las mismas tareas y jefes finales. Lamentablemente, ni la variedad de misiones ni los enemigos están a la altura. La repetición se instala muy pronto, y ni siquiera las anomalías opcionales o los efectos de corrupción logran revitalizar la acción.
Uno de los mayores atractivos es el uso de herramientas especiales. Cada personaje cuenta con un equipo único, como un cañón de agua para extinguir incendios y eliminar efectos de estado, o un kit eléctrico que recarga dispositivos. Estas mecánicas abren interesantes posibilidades cooperativas, como mojar a los enemigos para que otro jugador los electrifique. Aun así, el bucle jugable se agota pronto debido a la escasa diversidad de enemigos y objetivos.
De lo surrealista a lo mundano
FBC: Firebreak se ambienta, como Control, en la Oldest House, un edificio cambiante e inexplicable. Sin embargo, aquí su diseño se siente estático, estéril y falto de personalidad. Las zonas son drásticamente menos memorables que las que vimos en Control, y aunque hay ideas bizarras (como una estación de esquí de cartón o una invasión de notas adhesivas), no logran sostener la experiencia ni a nivel visual ni narrativo.

La falta de narrativa es otro de los grandes lastres del juego. A diferencia de Control, que se empapaba en lore y misterios, FBC: Firebreak apenas ofrece contexto y asume que el jugador ya conoce todo. Esto, combinado con la carencia de tutoriales adecuados, puede ahuyentar rápido a quienes se acerquen sin una experiencia previa sobre este universo.
Una progresión poco gratificante
El sistema de progresión se basa en la recolección de muestras para desbloquear armas, habilidades pasivas y cosméticos. Sin embargo, el diseño de desbloqueos es frustrante. El juego obliga a adquirir objetos poco útiles antes de llegar a las mejoras deseadas, ralentizando innecesariamente la evolución del personaje.
Las habilidades pasivas, si bien son numerosas y variadas, carecen de impacto tangible en el juego. Mejoras como "recargar más rápido" o "llevar más munición" resultan anodinas. Lo mismo ocurre con los cosméticos, cuya creatividad no compensa su escasa visibilidad en una perspectiva en primera persona.

Sólo no puedes, con amigos sí
Jugar en cooperativo es esencial para disfrutar de FBC: Firebreak, pero el juego carece de chat de voz o texto integrado. Esto obliga a recurrir a canales externos como Discord, lo que complica la coordinación con desconocidos. La opción de usar stickers o comandos predefinidos resulta insuficiente para una experiencia cooperativa fluida.
La mecánica de regeneración de escudos al permanecer cerca de compañeros es un acierto, ya que fomenta el juego en equipo. Sin embargo, la falta de comunicación integrada limita esta dinámica y hace que jugar con extraños sea una experiencia bastante menos satisfactoria.
Desde el punto de vista técnico, FBC: Firebreak es irreprochable. Corre con fluidez incluso en 4K, sin bugs significativos y con un sistema de invitación cruzada que funciona perfectamente. El motor Northlight vuelve a brillar en rendimiento, aunque esta vez sin lograr un apartado visual que podamos tildar de memorable. Nosotros lo hemos disfrutado en Xbox Series X gracias a que está incluido en Game Pass.

Conclusiones de FBC: Firebreak
Plataforma analizada: Xbox Series X
FBC: Firebreak es una propuesta que, aunque técnicamente competente, falla en capturar la magia que definió a Control. Su bucle jugable es repetitivo, su progresión frustrante y su ambientación insípida. Aunque hay momentos de caos divertido y ciertas ideas mecánicas ingeniosas, no bastan para sostener una experiencia multijugador que, en un mercado saturado, necesita mucho más para destacar. En su estado actual, es un juego que podrá entretener un par de tardes con amigos, pero que se olvidará igual de rápido si Remedy no hace algo para ‘remediarlo’.
Lo mejor:
- Algunas mecánicas cooperativas divertidas
- Buen rendimiento técnico y estabilidad
- Diseño de herramientas secundarias con potencial
Lo peor:
- Repetición temprana y escasa variedad de contenidos
- Sistema de progresión lento y frustrante
- Falta de narrativa y atmósfera propia del universo Control
60/100