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Ready or Not es un shooter que no quiere divertirte, lo que busca es angustiarte
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Ready or Not es un shooter que no quiere divertirte, lo que busca es angustiarte

Ready or Not
Ready or Not
DMQ
Juan García 'Xcast'

Durante años, Ready or Not fue algo más que un heredero espiritual de SWAT 4; era un manifiesto jugable contra la banalización del FPS. En un sector en el que la espectacularidad y el frenetismo suele pesar más que asumir el riesgo de hacer algo diferente, VOID Interactive se ha atrevido con una propuesta radical: un shooter lento, tenso, farragoso y, sobre todo, incómodo. Y ahora, tras su paso por PC, ha aterrizado en PS5 y Xbox Series.

Sin embargo esta nueva versión de su propuesta no ha gustado de la misma forma a todos los usuarios. Las versiones de consola llegan con ajustes gráficos, un complicado rediseño de la interfaz y —aquí el punto más polémico— un tijeretazo a algunas escenas particularmente gráficas. No obstante, Ready or Not sobrevive. Y en algunos aspectos, incluso se fortalece. El resultado es un título áspero, exigente, a ratos frustrante, pero tan atmosférico como inolvidable.

Un juego de policías en el que nadie queda limpio

En el corazón de Ready or Not no hay una fantasía heroica, sino una metodología. Cada operación es un baile a muerte con la incertidumbre, en el que disparar antes de preguntar no solo resta puntos, sino que se carga parte del espíritu del juego. Se trata de irrumpir en un escenario, inspeccionar, dar ordenes, desescalar un conflicto... y, si no hay más remedio, neutralizar al enemigo. Aquí no se premia la puntería, sino la cautela.

Ready or Not
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La profundidad táctica es abrumadora: cada herramienta, ya sean tasers, gas pimienta, escudos, cámaras bajo puerta y más, puede marcar la diferencia entre una operación quirúrgica y una carnicería descontrolada. Las armas, todas disponibles desde el inicio, permiten personalización exhaustiva, pero no hay progresión al estilo RPG, sino solo rigor, disciplina y una IA enemiga lo suficientemente volátil como para que la tensión nunca desaparezca.

Más allá de la acción, es loable la forma en que Ready or Not se compromete con una crudeza casi documental a la hora de meternos en cada una de las misiones. Las casas están desordenadas, los civiles chillan, los sospechosos dudan. Y en medio de ese caos, tú debes leer la situación, intuir el peligro y actuar con frialdad. Es una simulación, sí, pero también una crítica.

Escenarios que cambian con cada apertura de puerta

La estructura jugable se vertebra en cinco modos principales: desde misiones de rescate de rehenes hasta tiroteos activos o amenazas de bomba, cada variante plantea ritmos, prioridades y penalizaciones diferentes. La aleatoriedad en la colocación de objetivos y enemigos hace que cada partida, incluso aunque se repita el mapa, sea una incógnita nueva.

Ready or Not
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Las misiones pueden jugarse en solitario, acompañados por una IA aliada competente pero excesivamente eficaz, o en cooperativo online, que es donde el título es capaz de desplegar todo su potencial. Las órdenes de equipo, el sigilo coordinado, la entrada sincronizada y los silencios pesados son la base de una experiencia inmersiva que bordea lo cinematográfico.

A esto se suma el modo Comandante, una capa de progresión en la que se gestionan operadores con habilidades únicas, se desbloquean rasgos y se afina la composición del escuadrón. No es un sistema profundo, pero sí lo suficiente para dotar de continuidad a la experiencia y permitir una mayor variedad de opciones entre misiones.

Las posibilidades se multiplican gracias a los más de 60 accesorios de personalización, la libertad para elegir equipamiento desde el inicio, y un puñado de DLCs que ya han llegado a consolas (como Home Invasion, Penthouse, Dark Waters, etc.). Hay también un modo PvP competitivo en desarrollo, que ampliará aún más las alternativas.

Ready or Not
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Precisión milimétrica, interfaz incómoda

Donde Ready or Not tropieza en consola es en el terreno más técnico: los controles funcionan, sí, pero el sistema de selección radial resulta excesivamente incómodo con mando, y la interfaz —pensada para los jugadores de PC— no ha sido adaptada con la claridad necesaria. En PS5, al menos, hay soporte para teclado y ratón, lo que mitiga parte del problema. En Xbox Series, inexplicablemente no.

En lo jugable, el gunplay es seco, contundente, brutalmente breve. No hay retroceso exagerado, ni florituras en cámara lenta. Ready or Not solo da cabida a la violencia súbita del plomo al impactar con su objetivo. Las sensaciones son buenas, pero no espectaculares… Porque esta es una propuesta que huye pretendidamente de ese ‘brilli brilli’.

Ready or Not
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Luces, sombras… y mucha oscuridad

Visualmente, la versión de PS5 es la que sale mejor parada, aunque esté muy por detras de la propuesta para PC. Mayor resolución efectiva, oclusión ambiental más precisa, y una representación de sombras más coherente. En Xbox Series, especialmente en modo rendimiento, se han notado recortes gráficos más agresivos. En cualquier caso hay que decir que ambas versiones son capaces de ofrecer una atmósfera densa y claustrofóbica en la que reinan sus escenarios: moteles mugrientos, suburbios caóticos, casas abandonadas.

Por otra parte, encontramos un apartado sonoro que se convierte en una de las armas invisibles de Ready or Not. Cada paso, cada respiración agitada, cada voz que se quiebra al rendirse está meticulosamente grabada. El sistema de comunicación por radio, tanto con la IA como entre jugadores, refuerza esa sensación de ser parte de un operativo real. Y cuando todo se silencia, el terror no viene del disparo, sino del no saber si lo siguiente será un niño asustado o una escopeta a quemarropa.

Hay todavía mucho margen de mejora, por tanto, incluso en términos de estabilidad técnica ya que todavía hay bugs menores, una interfaz mejor adaptada al mando o la introducción de un matchmaking más ágil. Pero lo fundamental ya está: un esqueleto sólido, un diseño valiente, y una visión clara de lo que este juego quiere ser.

Ready or Not
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No es diversión, es tensión sostenida

Hablar de diversión en Ready or Not es un error de categorías. El juego no divierte, angustia. No entretiene, absorbe. No premia, castiga. Pero cuando lo juegas en cooperativo con amigos, todo eso se transforma en una experiencia tan exigente como adictiva. Hay una satisfacción extraña, casi perversa, cuando se ejecuta una entrada perfecta, en la que nadie muere. En la que todo sale bien.

En solitario, el juego pierde parte de su magia: la IA aliada es demasiado buena, y aunque puedes dar órdenes tácticas complejas, no iguala la riqueza de una comunicación real. Aun así, quienes buscan una experiencia metódica y pausada encontrarán aquí un festín táctico poco habitual.

Ready or Not
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Conclusiones de Ready or Not

Con todo esto que os hemos ido contando, queda claro que Ready or Not no es para todos. Y no quiere serlo. En un panorama en el que la accesibilidad y la espectacularidad suelen marcar la pauta, este juego ofrece lo contrario: dificultad, ambigüedad moral, incomodidad. En consola, la experiencia sigue siendo interesante —más aún en PS5—, aunque presente asperezas evidentes.

Es un título que pide tiempo, atención y respeto. Y si estás dispuesto a dárselo, devuelve algo que pocos shooters modernos ofrecen: una tensión genuina, una estrategia sin filtros y una sensación constante de peligro real. No es un pasatiempo. Es un procedimiento. Y uno con consecuencias.

Plataforma analizada: Xbox Series X

Lo mejor:

  • Impresionantes batallas tácticas que son nuevas cada vez
  • La tensión y la exigencia que es capaz de transmitir
  • El modo cooperativo es muy entretenido

Lo peor:

  • No es un juego para todos y puede desesperarte
  • Los recortes gráficos, y de contenido, en consolas
  • El control con mando no termina de funcionar

82/100

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