Metal Eden: un shooter frenético y explosivo, pero demasiado fugaz

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Un shooter frenético con alma de DOOM, Titanfall o Ghostrunner
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Mucha acción, parkour y luces de colores pero poca historia y duración
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Destiny: Rising ya está disponible en móviles - el shooter RPG aterriza en iOS y Android
En Reikon Games saben cómo crear experiencias visualmente impactantes. Lo demostraron con Ruiner y vuelven a intentarlo con Metal Eden, un shooter en primera persona de ritmo vertiginoso, ambientado en un universo cyberpunk donde la conciencia humana puede transferirse de un cuerpo a otro gracias a los llamados "Cores". La premisa recuerda inevitablemente a Altered Carbon, pero aquí la filosofía existencial se deja de lado para centrarse en lo que realmente importa: correr, disparar y desatar el caos.
Cuando empezamos nuestra partida en Metal Eden, lo primero que salta a la vista es su estilo visual: luces de neón, superficies metálicas, entornos industriales oscuros y una atmósfera de ciencia ficción decadente que, aunque ya la hemos visto antes, sigue funcionando.

En el juego tomamos el control de Aska, una “Hyper Unit” —o, en términos más sencillos, una cyborg de combate— equipada con un núcleo regenerativo que le permite volver a la vida una y otra vez. Nuestra misión es rescatar millones de colonos atrapados en una ciudad lunar abandonada mientras nos enfrentamos a oleadas de robots de seguridad completamente descontrolados. El planteamiento suena épico, pero la narrativa no tiene nada de épica. De hecho, es completamente insustancial.
Dispara, esquiva y arranca ‘corazones’
Lo mejor de Metal Eden es, sin lugar a dudas, su jugabilidad. Aquí se combinan mecánicas que nos recuerdan a Doom, Ghostrunner y Titanfall para ofrecer combates rápidos, espectaculares y adictivos. El juego se estructura en ocho niveles lineales, cada uno con una duración de entre 20 y 40 minutos. Es un título corto, con unas cinco horas de contenido, pero la intensidad de cada misión compensa parcialmente esa brevedad.
Los tiroteos se desarrollan en arenas cerradas donde debemos eliminar a todos los enemigos para avanzar. El arsenal es variado: pistolas, escopetas, ametralladoras, lanzadores de plasma y más. Además, las armas pueden mejorarse mediante dos ramas de evolución que cambian su comportamiento —por ejemplo, convertir una SMG en un rifle semiautomático de largo alcance o en un lanzagranadas devastador—. Esta variedad le da un plus táctico al combate y nos obliga a adaptarnos a cada enfrentamiento.

Uno de los aspectos más satisfactorios es el uso de los 'Cores' enemigos. Podemos arrancárselos una vez derrotados y usarlos de diferentes formas: consumirlos para curarnos y potenciar nuestros ataques cuerpo a cuerpo, o lanzarlos como si fueran granadas para causar explosiones en cadena. Este sistema aporta una dinámica constante de riesgo y recompensa que mantiene el ritmo elevado durante toda la partida.
Eso sí, los parones para cerrar estas ‘arenas’ cada vez que se inicia un combate, y que diferencian totalmente las escaramuzas de las fases de plataformeo, cortan el ritmo del juego constantemente de forma abrupta y molesta. Es cierto que es un truco utilizado en muchos juegos, pero aquí no está resulto de manera que fluya la acción. Al contrario.
Parkour, velocidad y saltos
Y cuando no estamos combatiendo, Metal Eden tiene sus momentos de saltar, impulsarnos y planear por todo tipo de superficies y plataformas. El sistema de movimientos y ‘parkour’ tiene de todo: saltos dobles, carreras por las paredes, impulsos con jetpack, deslizamientos y, sí, incluso transformaciones en una gigantesca esfera metálica con ataques eléctricos y misiles teledirigidos. Esta “Ball Mode” resulta tan divertida como ridícula, y ofrece un respiro entre los tiroteos más exigentes.

Los segmentos de parkour están generalmente bien implementados y nos obligan a mantener precisión y fluidez. No es posible disparar mientras corremos por las paredes, una limitación frustrante en comparación con Titanfal, pero que no lo es tanto porque no hace ninguna falta: no hay enemigos en las fases de plataformeo. Pero es justo decir que la sensación de velocidad y agilidad es notable. A esto se suman tramos con raíles de energía al estilo Ratchet & Clank, que combinan esquivas y disparos en movimiento. En conjunto, la movilidad de Aska se convierte en una herramienta indispensable tanto para el combate como para la exploración, muy limitada, de los niveles.
Una historia sin alma y diálogos incómodos
Donde Metal Eden tropieza es en su narrativa. A pesar de contar con una ambientación interesante, el guion no logra generar empatía ni interés. Los diálogos entre Aska y su IA acompañante, Nexus, son tan pomposos como innecesarios, cargados de frases filosóficas vacías que distraen más que aportan. En los primeros compases del juego, Nexus no deja de hablar y sus monólogos pretenciosos se vuelven desesperantes. Afortunadamente, es reemplazado más adelante por un personaje menos irritante, aunque el daño ya está hecho.

La sensación general es que la historia existe únicamente para justificar el gameplay, y no al revés. Las escenas cinemáticas son visualmente impresionantes, con una dirección artística que brilla especialmente en las secuencias de acción, pero no logran establecer un universo coherente ni personajes memorables. Vamos, aquí el guion es lo de menos.
Arte y sonido al servicio de la acción
Visualmente, Metal Eden es un espectáculo. Su estética industrial minimalista se ve reforzada por una paleta de colores fría, dominada por azules, grises y neones brillantes que refuerzan esa sensación de estar atrapados en una pesadilla tecnológica. Las animaciones, tanto en combate como en las escenas de parkour, son fluidas y bien ejecutadas. Aunque hay algún que otro problema de rendimiento, como las caídas de frames que hemos experimentado, al menos, en la versión de PS5, incluso en modo rendimiento.
En cuanto al apartado sonoro, los efectos de disparos, explosiones y habilidades están muy logrados. La banda sonora, aunque no demasiado variada, acompaña bien la acción, con ritmos electrónicos que encajan a la perfección con el tono del juego. El doblaje, en inglés, no es gran cosa y muchas veces suenan muy feas (parece que la IA Generativa ha tenido que ver en esto y el resultado es algo pobre).

Progresión, mejoras y (poca) rejugabilidad
La progresión del personaje está bien pensada: Aska cuenta con un árbol de habilidades interesante. Podemos desbloquear mejoras a medida que avanzamos en el juego como regeneración de escudo al consumir Cores, recarga automática de armas o mayor velocidad de movimiento. Estas habilidades, combinadas con las mejoras de armas, permiten experimentar con diferentes enfoques para cada combate.
Sin embargo, una vez terminada la campaña, poco más hay que hacer. No existe un modo supervivencia, ni desafíos especiales, ni contenido postgame que extienda la experiencia. Y es incomprensible que un shooter con un gameplay tan cuidado no cuente con un modo multijugador.

Conclusiones de Metal Eden
Metal Eden es un título que brilla intensamente… durante poco tiempo. Su ritmo frenético, su sistema de combate sólido y su movilidad fluida lo convierten en una experiencia muy disfrutable mientras dura. Pero su historia floja, su duración breve y explosiva y la falta de contenido adicional impiden que alcance el nivel de los grandes referentes del género. Es un juego perfecto para quienes buscan un FPS directo, visualmente impactante y con una duración comedida. No innova demasiado, pero lo que hace, lo hace bastante bien.
Lo mejor:
- El sistema de combate: rápido, contundente y satisfactorio
- Gran diseño visual con buenas escenas cinemáticas
- Movilidad fluida y variada que aporta dinamismo
Lo peor:
- Historia poco inspirada y diálogos ridículos
- Falta de variedad en enemigos y escenarios
- Muy corto y sin opciones de rejugabilidad
70/100