Recio da un paso al frente
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Salvo sanción o lesión, difícilmente se puede concebir en la actualidad un Málaga en el que José Recio no esté en el once titular. Tal y como está estructurada la plantilla, es fundamental. Pero también el malagueño ha asumido sus galones y su rol de jugador importante en el equipo, algo que venía apuntando en las dos últimas temporadas.
Las salidas de los grandes veteranos (Weligton, Camacho, Duda...) en los que se ha apoyado mucho y de los que ha aprendido, le obligaron a asumir la capitanía. Pero no sólo en forma de brazalete, sino la capitanía moral dentro y fuera del vestuario. Míchel se percató de ello pronto. El entrenador madrileño, desde su llegada, siempre ha tenido querencia por Recio.
Le gusta el malagueño por entrega pero también por calidad. De hecho, ese es uno de los debates que siempre hay sobre la mesa. A Míchel le gusta un Recio más liberado y que juegue en el centro del campo del rival. Sin embargo, hay otra corriente de opinión que proclama que tal y como está el equipo confeccionado, es el futbolista idóneo para hacer de medio defensivo, muy por delante de Kuzmanovic.
Recio ha jugado todos los minutos de la temporada menos ocho minutos de la primera jornada ante el Éibar, donde el técnico le cambió cerca del final del encuentro por En-Nesyri (un cambio a la desesperada buscando el empate). Una mera anécdota. El malagueño es fijo e indiscutible. Y en Sevilla volverá a ejercer de capitán y de hombre fuerte de Míchel.
En cualquier equipo de Primera, Recio sería suplente. Pero aquí se le perdona todo sólo porque es malagueño. ¿Que corre mucho y se sacrifica? Es cierto, pero lo hace como un pollo sin cabeza y deja vendido al equipo cada vez que pierde la posición, y eso ocurre a menudo. No tiene calidad suficiente para mejorar las jugadas cuando recibe el balón y ya no hablemos de los saques a balón parado. Además, eso de que ha asumido el rol de líder habría que verlo. Una cosa es que lo quiera ser y otra que lo haga bien, porque no es maduro ni dentro ni fuera del campo. Cada vez que habla con la prensa es para pisar algún charco que no viene a cuento, lleva 4 tarjetas amarillas en 6 partidos (la gran mayoría por protestar airadamente, en eso sí es el rey) y vive más en el suelo que de pie. Pero haber nacido en Málaga limpia todos sus pecados, claro.