Terror rojo

Hace un siglo, en Moscú, en Rusia, tuvo lugar la Revolución de Octubre de 1917. Una revolución que derrocó a la monarquía zarista e implantó, previa guerra civil, la república socialista y luego el terror rojo del régimen. En Moscú, 100 años después, en octubre, ese terror también lo sufrió el Sevilla, en su versión deportiva, en su versión futbolística. El Spartak, vestido de rojo sangre, se lo infligió. Le propinó un golpe duro, el más duro en la Copa de Europa en medio siglo. Y, como hace 100 años, este terror de octubre terminó por desestabilizar el régimen que hasta ahora había mantenido Berizzo en el Sevilla, un régimen de resultados hasta ahora pero poco acompañado, poco respaldado en el juego, que ha terminado por desmoronarse en el Okrytie Arena con una goleada histórica, dolorosa, pero sintomática.

En todo este inicio de la temporada el Sevilla había sacado adelante los partidos, pero con una poca eficacia alarmante. Ante el Spartak, esa poca eficacia, que ya se plasmó en el fallo de Ben Yedder en San Mamés, se tradujo de forma rotunda de nuevo en el franco-tunecino, que de nuevo despierta todas las dudas sobre la pertinencia de su titularidad. Parece evidente que no es el '9' que necesita el Sevilla y que desde luego no es un matador. Fue además una de esas jugadas clave en el partido, una jugada que pudo poner al Sevilla en ventaja 1-2, y que acabó desembocando en una goleada vergonzosa. 
La debilidad defensiva, la relajación, la falta de actitud en el tramo final del encuentro hundió al Sevilla hasta convertir el encuentro en vergonzoso
Es uno de los grandes problemas que ha dado la cara en Moscú. Como han dado la cara otros. Sobre todo, la fragilidad defensiva. La poca contundencia en el área, que también apuntó el equipo en San Mamés en el gol recibido, escaló esta noche en Rusia hasta sonrojar a toda la zaga y a todo el equipo. Todos los goles, todos los recibidos en Moscú abren la puerta a esa falta de contundencia, a esa falta de solidez. Desde los malos despejes de Lenglet, las marcas blandas de Kjaer o del mismo francés, la relajación de Mercado y Escudero, hasta la falta de actitud con la derrota de los zagueros, que dieron rienda suelta a los atacantes rojos. El Sevilla, pues, fue blando en el área contraria y fue blando, muy blando, incluido Sergio Rico, en la propia. Y esto en Liga de Campeones es mortal, terrible, definitivo.
Y entre medio, en el resto del campo, en el resto del partido, el Sevilla sigue sin tener un patrón claro de juego. Tiene buenos momentos, chispazos, casi todos originados por la calidad individual de algunos jugadores. Pero no tiene continuidad, no tiene ritmo de juego. Y eso obedece, reconocido por el propio Berizzo, a la poca continuidad de sus alineaciones, de sus equipos, a la poca compenetración originada por la multitud de rotaciones. La política, respetable, plausible si acompañan los resultados, es temeraria si el equipo ni aparece cuando llegan los partidos importantes, como el del Wanda, como el de San Mamés, como el de Moscú.
El golpe recibido por un Sevilla sin patrón de juego pone en solfa la política llevada hasta ahora por Berizzo, el régimen extremo de rotaciones; el equipo no se encuentra, no se indentifica
Aquella Revolución de Octubre en 1917 estalló y destapó todas las carencias, todas las debilidades del régimen. Este golpe de Octubre ha dejado en solfa toda la política y el régimen sevillista. No solo las decisiones de Berizzo, no solo la ausencia repetida de Muriel, también otras carencias que van más arriba del banquillo. Porque se echa en falta un lateral derecho ofensivo, porque no se entiende la planificación en ese lateral, porque algunas piezas importantes no lo son tanto, y porque la debilidad defensiva muestra su peor cara por la falta previsible de efectivos. 
Apenas se salvó de la debacle moscovita Krohn Dehli, acaso Nolito en algunos momentos. Apenas se salvó el equipo en la segunda mitad del primer tiempo, desde el empate fortuito de Kjaer, y en el arranque de la segunda. Fueron unos minutos decentes con ocasiones, con la clamorosa de Ben Yedder. Pero con esos chispazos no se sobrevive. La falta de intensidad, la falta de actitud hundieron al Sevilla, hundieron la propuesta de Berizzo. Fue un varapalo histórico, como golpe para la historia fue el de Octubre de 1917, que además complica y mucho el futuro del Sevilla en la Liga de Campeones. Un futuro que en estos momentos se ve teñido de rojo, pero no del rojo del Sevilla, sino del rojo del terror y el pavor de unos jugadores ante los que claudicaron sin explicación los miembros de un régimen quebrado. Ahora le toca a Berizzo restaurarlo o...
 

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