Una experta en sueño desvela cuál es el verdadero problema de las pantallas en menores

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Las pantallas no son el problema, sino la forma en la que se usan
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No se debe enviar el mensaje de que "las pantallas son malas"
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Pasar más tiempo al aire libre reduce el riesgo de miopía infantil
La sobreexposición a las pantallas, especialmente entre los menores de edad, es una realidad que preocupa a los expertos. De hecho, algunas comunidades autónomas tienen previsto eliminar el próximo curso el uso de pantallas individuales en los centros educativos.
Ante este escenario, "hay que dejar claro que el uso de pantallas en sí no es el problema, sino el tipo de contenido, la duración, el momento del día y la edad del menor", asegura a ElDesmarque la Dra. María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño. Al mismo tiempo que añade que "lo preocupante es que en muchos hogares el uso es excesivo, sin supervisión, y en edades muy tempranas".
Mediáticamente se compara la exposición a las pantallas con el humo del tabaco, y como es obvio, "no se puede equiparar en términos fisiológicos o toxicológicos" ambas situaciones. Sin embargo, muchos se toman la licencia de hacer este símil porque "la clave está en que la exposición pasiva a pantallas, como la del tabaco, es invisible pero constante, y muchas veces normalizada en el entorno familiar, lo que complica aún más su gestión", asegura la misma.
Efectos negativos del uso excesivo de pantallas
Hasta el momento, la evidencia científica ha observado que el uso excesivo y no regulado de las pantallas puede provocar los siguientes efectos negativos durante la infancia:
- Alteraciones del sueño, especialmente cuando la exposición es por la noche. "En niños, esto se traduce en menos horas de descanso, más despertares nocturnos y mayor cansancio al día siguiente"
- Se asocia con una "mayor impulsividad, menor tolerancia a la frustración y dificultades para gestionar emociones, especialmente en menores de 6 años".
- "Déficits en habilidades sociales y desarrollo del lenguaje", ya que las pantallas reducen las interacciones cara a cara
- Sustituye a las actividades al aire libre, en movimiento y con luz natural, las cuales son clave para el desarrollo neurológico y el bienestar general
Esto no significa que la sobreexposición a las pantallas en adultos sea benigna, pero el impacto es mucho más intenso y duradero en los más pequeños por su mayor plasticidad neuronal y vulnerabilidad.

¿Cómo se le explica esto a un niño?
El papel de las familias es fundamental para poner límites, pues los niños "aún no han desarrollado habilidades de autorregulación" para ponérselos ellos mismos. Además, para que ellos entienden el por qué de estas limitaciones se pueden usar recursos como cuentos, juegos o el diálogo familiar con el fin de "reflexionar en positivo sobre lo que el cuerpo necesita para crecer y descansar", y en ningún caso se debe enviar el mensaje de que 'las pantallas son malas' porque "genera rechazo o culpa".
Por ello, la también fundadora y gerente de Kronohealth ha escrito un cuento, Alicia y el País de los Sueños, en el que "personajes como Alicia o el Conejo Blanco ayudan a los niños a entender, por ejemplo, por qué mirar una pantalla justo antes de dormir puede afectar a sus sueños, o por qué el cuerpo necesita luz natural y movimiento para funcionar bien".
Juegos al aire libre, exposición a la luz solar, movimiento físico, tiempo de calidad en familia y con otros niños, rutinas estables y momentos sin pantallas -sobre todo antes de dormir- son algunas de las actividades esenciales que recomienda priorizar la profesional.
"No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con cabeza, con límites y con sentido común. La infancia necesita movimiento, juego, conexión y descanso. Las pantallas, si no se regulan, roban un poco de todo eso", reflexiona a modo de conclusión la Dra. Martínez Madrid.