La razón, y no es culpa de los conductores, del adiós casi definitivo del cambio manual

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Las marcas han decidido abandonar el cambio manual porque ya no les sale rentable
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Mientras tanto, nos hacen creer que los conductores con quienes lo han querido así
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Durante años, se ha repetido el mismo discurso: los conductores ya no quieren coches con cambio manual. Se nos culpa de su desaparición. Pero eso no es cierto. La verdad está en otro sitio. Y tiene más que ver con dinero que con preferencias.
Fabricar una caja de cambios manual ya no compensa. Coste elevado, producción limitada y complejidad técnica han hecho que las marcas tiren la toalla. Mientras los automáticos se venden en masa, los manuales apenas representan una fracción. La inversión no se recupera.

Los fabricantes ahorran muchos costes con los cambios automáticos
Además, el cambio manual es de los pocos componentes que no dependen de la electrónica. Eso dificulta su integración con los sistemas de control actuales, diseñados para optimizar emisiones, consumo y rendimiento. No encajan con la lógica de los coches modernos, centrados en la eficiencia asistida por software.
Los ingenieros lo tienen claro. Ajustar un cambio manual a los requisitos actuales implica desarrollar engranajes de baja inercia, sincronización precisa y ajustes finos para evitar ruidos o picos de emisiones. Todo esto encarece el producto. Y no mejora la experiencia lo suficiente como para justificarlo.

Las marcas, por su parte, no están dispuestas a invertir más. Prefieren opciones que generen menos costes y más beneficios. Además, los cambios automáticos ya ofrecen suavidad, rendimiento y opciones deportivas gracias a los dobles embragues. El argumento de que el manual es más “emocionante” ya no se sostiene.
Los conductores no son los responsables
Incluso desde el punto de vista medioambiental, los manuales salen perdiendo. Un conductor puede afectar negativamente al nivel de emisiones con un mal uso del embrague o una marcha mal elegida. Esa “variable humana” es incómoda para los fabricantes que quieren cumplir normas sin depender de cómo conduces.
La conclusión es sencilla: no es culpa del cliente. Es una decisión empresarial. nos intentan colar la mentira de que son los clientes quienes lo eligen y el cuento de que aumentan la emisiones, cuando en realidad es una cuestión de beneficios económicos para los fabricantes: le sale más barato, la inversión en personal es menor, y encima ponen precios más altos a estos modelos al venderlo como alta tecnología.