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Tingus Goose: un clicker hipnótico con gansos, vísceras y bebés rebotando
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Tingus Goose: un clicker hipnótico con gansos, vísceras y bebés rebotando

Tingus Goose
Tingus Goose
DMQ
Periodista. Músico. Padre. Gamer.

Tingus Goose ya está disponible en PC vía Steam y, como ya te avanzamos hace unas semanas, es un título peculiar dispuesto a demostrar que el género idle/clicker aún podía sorprendernos. Se trata de un juego inactivo a base de plantar semillas de ganso en el torso de pacientes, hacer rebotar bebés sobre mutaciones anatómicas y construir máquinas de dinero imposibles. Puede que nadie lo pidiera, pero está aquí y desde luego llama la atención.

Desarrollado por SweatyChair con las creaciones visuales del artista surrealista Master Tingus, y publicado por Playsaurus y UltraPlayers, Tingus Goose se lanza en PC a un precio realmente ajustado (6,99€ y con descuento de lanzamiento) como “uno de los juegos inactivos más creativos que existen”, y no es simple marketing: su combinación de body horror, humor absurdo y economía incremental es realmente única.

Un mundo de gansos, vísceras y preguntas existenciales

Tingus Goose se autodefine como un “body horror cozy game”, y por una vez la etiqueta extravagante le queda perfecta. Cada capítulo comienza con una escena animada en la que vemos cómo un ganso invade, parasita o directamente atraviesa el cuerpo de una persona para convertirse en una especie de ‘árbol-ganso’ gigantesco.

Tingus Goose
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Lejos de tratarse de gore explícito, el juego juega con una incomodidad más psicológica: cabezas sin cuerpo desayunando cereales mientras de su cuello brota un cuello de ganso kilométrico, parásitos plumíferos que bortan del cuerpo de una parturienta en plena mesa de partos… todo dibujado con una línea sencilla, casi “cute”, que hace que el horror entre mejor. Esa disonancia entre lo cuqui y lo perturbador es una de las claves del encanto de las ilustraciones de Master Tingus.

A todo esto se suma un humor absurdo peculiar: chistes sobre embarazos, gansos que se reproducen con rituales de cuello nada sanos, doctores de dudosa titulación como el Dr. Food y una colección de textos que parecen escritos tras una noche demasiado larga. Pero entre chiste y chiste aparecen preguntas existenciales: ¿qué significan los gansos?, ¿de dónde vienen los bebés?, ¿tiene sentido toda esta acumulación de riqueza basada en carne y plumas? El juego no da respuestas, pero sí te deja pensando mientras sigues haciendo click de manera compulsiva.

Del útero al árbol, de ahí al ganso… y de ahí a la hucha

En el fondo, Tingus Goose es un idle/clicker bastante tradicional: haces click para conseguir dinero, inviertes ese dinero en mejoras y construyes una bola de nieve que multiplica tus ingresos de forma exponencial. La diferencia está en el “cómo”: aquí riegas el vientre de un paciente para que de él brote un ganso-árbol, y de ese ganso salen bebés diminutos (los Tingis) que dejas caer rebotando por la planta o puedes clicar para generar dinero.

Tingus Goose
Tingus Goose

Una vez que el árbol de ganso crece lo suficiente, se aparea con otro ganso en el cielo porque el objetivo es el amor aviar: vemos una animación tan grotesca como divertida, el ciclo se “resetea” y pasamos al siguiente capítulo, con mayores requisitos económicos y nuevas piezas para el puzle. El bucle es muy directo: crecer, desbloquear habilidades y potenciadores, hacer que todo funcione solo, observar la belleza del engendro en movimiento y repetir.

Rube Goldberg de carne y plumas

Lo que hace que Tingus Goose sea tan peculiar a la par que perturbador es cómo transforma la típica barra de “auto-click” en un circuito tipo ‘máquina de Rube Goldberg’ hecho de gansos. A medida que el árbol crece, desbloqueamos ramas mutantes: cabezas que hacen rebotar Tingis, bocas que los tragan y los escupen, culos de ganso que los impulsan en una elipse improbable, estructuras que los multiplican o los fusionan en versiones más grandes y rentables… Cada impacto, cada rebote y cada digestión genera más dinero.

Es todo un arte conseguir construir un árbol-ganso especialmente reboteador, multiplicador y potenciador de Tingis: cadenas de rebotes, lanzaderas orgánicas y embudos que conducen a un gigantesco cerdo-hucha enterrado en el suelo. La sensación de ver cómo tu máquina pasa de algo caótico a un flujo optimizado de Tingis que se convierten en millones por minuto es tremendamente satisfactoria, y eleva al juego a la categoría de clicker mesiánico. Y eso porque no hemos mencionado la vaca subterránea que nos provee de un flujo contante de calcio que potencia las mutaciones.

Tingus Goose
Tingus Goose

Calcio, gemas y el doctor más sospechoso del mundo

17 capítulos, más de 150 desbloqueables y un metajuego para los que quieran profundizar en este delirante universo. Tingus Goose no se queda en el “click y ya”: ofrece 17 capítulos con nuevos modificadores, tradiciones, flores, especímenes y reliquias, todos ilustrados a mano por el peculiar Master Tingus. Cada partida introduce variaciones y sinergias distintas, lo que ayuda a que el juego nos sorprenda pese a su naturaleza repetitiva.

Tras cada árbol-ganso completado obtenemos Calcio, una moneda persistente que invertimos en mejoras permanentes: evolución de los Tingis, mejoras de producción, ramas más potentes… A esto se suman las Gemas, que permiten comprar ramas especiales o mejoras en el Centro Médico, y un sistema de logros que va desbloqueando nuevas piezas para tu maquinaria.

Uno de los elementos más curiosos es la aparición periódica de Dr. Food, que cada pocos minutos nos ofrece un surtido aleatorio de mejoras clasificadas por rareza (hasta Legendarias). Algunas multiplican de forma brutal el dinero generado, otras modifican el comportamiento de las ramas o introducen elementos absurdos como dientes que recogen Tingis o dispositivos que los lanzan hacia arriba para que vuelvan a recorrer el circuito. Decidir qué compras y qué ignoras no cambia mucho la película pero es de lo más adictivo: hay builds mejores, sin duda, pero como el resto del juego, todo da la sensación de que sólo estamos eligiendo al azar y clickando hasta el infinito.

Tingus Goose
Tingus Goose

El placer de mirar: un clicker que invita a no hacer click

Hay un punto, especialmente en capítulos avanzados, en el que Tingus Goose prácticamente se juega solo. Y lejos de ser un defecto, aquí resulta ser todo un logro, conseguir ese estado casi de meditación. El propio juego te anima a dejarlo corriendo mientras haces cualquier tarea, para que el sistema siga generando dinero en segundo plano. Ver a tus Tingis multiplicarse, fusionarse y zambullirse en la hucha a un ritmo de miles de millones por minuto tiene algo hipnótico.

Personalmente, he tenido el momento de sentarme, no tocar el ratón durante varios minutos y limitarme a contemplar cómo una cadena de clones, rebotes y embudos orgánicos generaba cantidades ridículas de dinero. Para luego hacer click hasta la saciedad para gastar toda esa pasta en regar mi árbol-ganso. Si te atrae esa faceta zen de los clickers, admirar esos números dispararse mientras tu diseño cobra vida, Tingus Goose es un festín.

La sopa perpetua de Master Tingus

Todo el arte de Tingus Goose está dibujado a mano por Master Tingus, el artista detrás de este universo. Él mismo describe el juego como una “sopa perpetua” a la que lleva echando ideas demenciales durante cuatro años. "De vez en cuando la pruebo y le añado más ingredientes. Ahora se ha convertido en una abominación que ni siquiera yo puedo controlar"… y se nota.

Tingus Goose
Tingus Goose

Los menús, la interfaz, las animaciones de transición entre capítulos y las propias ramas del árbol comparten un estilo retorcido pero adorable que consigue que todo parezca parte del mismo caldo grotesco. La coherencia visual es ejemplar: cada nuevo mutante, cada nueva flor-ganso, encaja como si siempre hubiera estado ahí. Es un juego que, con cuatro trazos, construye una identidad visual fortísima.

En el apartado sonoro, Tingus Goose no destaca tanto. La banda sonora cumple su función de acompañar el delirio visual sin imponerse, pero difícilmente recordarás un tema concreto al cerrar el juego.

Duración y ritmo: entre el vicio y el desgaste

Con sus 17 capítulos y un montón de mejoras persistentes, Tingus Goose tiene cuerda para rato. Si quieres ver todo, experimentar con builds distintos y exprimir todas las ramas y especímenes, vas a invertir muchas horas. El problema es que, hacia el final, el ritmo puede hacerse algo pesado: los requisitos económicos se disparan y, si no has optimizado bien tu máquina o no estás generando trillones por minuto, el juego te empuja a dejarlo en segundo plano durante largos periodos.

Claro, no es un juego para todo el mundo. Si te atraen los clickers clásicos tipo Cookie Clicker y además disfrutas del humor raro y la animación incómoda Tingus Goose te va a entrar como un tiro. Es uno de esos juegos que recuerdas aunque solo lo hayas jugado un par de horas, porque su imaginería es tan específica que es imposible confundirlo con otra cosa.

Tingus Goose
Tingus Goose

Ahora bien, si el body horror, aunque sea light, te tira para atrás, o si tienes cero tolerancia a los juegos que te piden dejarlos abiertos para progresar, aquí vas a chocar fuerte. Si no conectas con el género o con la estética, no hay narrativa ni mecánicas “tradicionales” que te vayan a rescatar.

Conclusiones de Tingus Goose

Tingus Goose es, uno de los juegos de clicker más singulares que hayas visto. Su mezcla de body horror cozy, humor surrealista y diseño de máquinas de Goldberg hechas de carne y plumas consigue que un género hipertrillado se sienta como nuevo. Como experiencia, es mitad experimento artístico, mitad juguete económico, y esa dualidad funciona sorprendentemente bien.

No es perfecto: el ritmo se alarga en los capítulos avanzados. Pero si entras en su frecuencia, si aceptas la invitación a sentarte, mirar tu máquina de gansos funcionar y dejar que el cerebro se disuelva un rato, es un pequeño gran imprescindible del nicho.

Lo mejor:

  • Las ilustraciones a mano de Master Tingus y su mundo coherente y memorable
  • Mecánicas de Rube Goldberg muy satisfactorias
  • Progresión profunda y variada: 17 capítulos, más de 150 desbloqueables...

Lo peor:

  • Ritmo irregular en tramos finales: los requisitos económicos pueden volverse excesivos.
  • Apartado sonoro poco inspirado: cumple, pero no está al nivel
  • No apto para todos los estómagos ni todas las cabezas

80/100

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