El vestuario cierra filas con Berizzo
Es innegable que los resultados no están acompañando en absoluto a Eduardo Berizzo en esta nueva etapa al frente del Athletic Club. El de Cruz Alta, fue uno de los nombres que surgió tras la rescisión de contrato de Cuco Ziganda. Urrutia se decantó por el argentino para el que iba a ser su último año de mandato. Sin embargo, lejos de mejorar los números y sinsabor de la pasada temporada, las cosas se han torcido sobremanera en el arranque ligero. Pese a todo, la sensación que transmite el vestuario es de apoyo total a su entrenador.
Empezando por el presidente que en su última comparecencia quien dijo que Berizzo " era lo mejor que había tenido". En esa misma línea se han manifestado, también algunos de sus jugadores, como es el caso del capitán Markel Susaeta. "Nosotros aceptamos todo lo que decida el míster porque es nuestro entrenador, nos tenemos que adaptar a lo que el juego y la situación te van dando, no te puedes centrar en hacer una sola cosa, y el equipo lo ha asimilado bien creo", dijo el eibartarra.
Mike Rico, también quiso mandar un mensaje de tranquilidad dentro de la alarma que suscita el verse tan abajo en la tabla. El centrocampista de Arrigorriaga dijo que ve a Berizzo "muy entero, sabiendo lo que quiere, lo que pide al jugador sabe transmitirlo. Estamos en buenas manos”.
Gestos que hablan más alto que las palabras
Pero más allá de las palabras o las comparecencias en ruedas de prensa, algunos jugadores van más allá y no dudan en tener muestras de cariño y agradecimiento con su entrenador. Es el caso de Iker Muniain, que este domingo volvía a la titularidad en el Wanda Metropolitano. El "10" fue el asistente de lujo para el segundo gol de Williams. Muniain no dudó en celebrar el gol con Berizzo. Se abrazó fuertemente al argentino. Fue una manera de decir: " nos ha salido, esta vez, sí".
Iñaki Williams también encontró complicidad con el míster. Chocó palmas con Berizzo durante el partido en el cual se convirtió en bigoleador. El técnico rojiblanca mantiene su fe en que el delantero tiene que seguir explotando en la parcela ofensiva del equipo.