La polifonía de entrenadores que llevamos dentro
En esta décimo tercera jornada de LaLiga Santander, el Athletic Club ha logrado otro empate, el octavo en la presente temporada. En esta ocasión fue una igualdad en uno ante el Getafe y en San Mamés.
Con apenas 11 puntos en la clasificación y por primera vez en zona de descenso, el Athletic oscila entre sus propias limitaciones, sus desajustes colectivos en el campo, su frustración al no poder ganar, la falta de claridad en una salida de este desempeño.
Sin juego, con una marcación deficiente, con un ataque casi errático. Con esa pésima costumbre de ir ganando, dar el balón al contrario y echarse a atrás sin organizar la marca. Con los jugadores esperando a que les llegue el balón, en lugar de buscarlo y de jugar con sus compañeros.
A veces no estoy segura de que el problema se comparta solamente entre el entrenador y su cuerpo técnico y la plantilla.
A veces creo que el problema está en otra parte: en los entrenadores que llevamos dentro, cada uno y cada uno de los y las hinchas, con baja capacidad de reconocer errores y una alta capacidad de exagerar los aciertos.
Veamos algunas voces alusivas:
Para uno, falta estrategia futbolística. Para otro, se carece de dirección técnica en el banquillo, porque hay jugadores. Otro más señala los 68 millones de euros que cuesta al año la primera plantilla, con jugadores aburguesados.
Para una, en disponer de una plantilla muy cara, muy poco efectiva, envejecida y sin recambio y con un tremendo problema de actitud.
Otros estiman que la dificultad radica en no saber defender cuando se marca un gol. Otros más, achacan que somos un desastre en defensa y todos los equipos lo saben.
Hay quien ve las pegas en el 'timing' de la gestión de los cambios y en los cambios posicionales de los jugadores de que se disponen; por ejemplo, en haber puesto a Iñigo Martínez de lateral, en hacer subir a De Marcos y en bajar tarde a defender, o en haber dejado a Aritz Aduriz en el banquillo, aunque luego ingresara y un cabezazo suyo rebotara en la base de uno de los palos.
Pero hay quien ve el problema en los resultados: empates con los grandes y partidos perdidos con los equipos chicos. Y para una legión, es un tema de suerte.
Para algún loco suelto, es un tema de terapia. Para otros menos, es una parábola: si se juega como se entrena, ¿estos resultados significan que el Athletic no entrena?
Al cabo del partido, el entrenador Eduardo Berizzo se mantuvo en sus trece: "Creo en lo que hago y en el equipo que tengo", dijo. El portero Iago Herrerín, que realizó un paradón con su pierna izquierda, manifestó: "Vamos a salir pero hay que apretar el culo".
Entre las creencias y las anatomías, oscila la polifonía de las voces de los entrenadores que cada hincha lleva dentro de sí. Acaso cuando logremos armonizarlas, comience el Athletic a salir adelante.
Alejandra Herranz, periodista y blogger
@aleherranz