Se hizo justicia en San Mamés
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Después del bochorno ante Deportivo y Levante o la derrota en el derbi de Anoeta retornaba el Athletic Club a un San Mamés con ganas de reconciliarse. Entre los malos resultados y el hastío de un curso tristón las últimas horas habían dejado un clima extraño, de cruce de declaraciones jugador-técnico, factor que anuncia un final crepuscular de la era Ziganda.
Ese estado de ánimo contrastaba con la visita de un Real Betis crecido, montado en la ola de felicidad que capitanea Joaquín, el jugadorhumorista, que sin mebargo sólo se ha visto en el último cuarto de hora. El Athletic ha vencido (2-0) con goles de Iker Muniain (dedicado a su futura hija) y Aduriz en un choque en el que se anularon mal un gol por equipo, pero también que los leones pudieron haber cerrado antes con dos largueros en el primer periodo.
El Cuco, al que ya sólo resta un partido en Bilbao como técnico local, ante las bajas de Balenziaga, De Marcos y Raúl García realizaba una auténtica revolución en el once, al que volvían Yeray, Aduriz y un Iker Muniain por fin titular tras romperse ante el Zorya en noviembre. Aparte del cambio de sistema, llamó mucha la atención la sala de máquinas con Beñat (ante sus ex) y Mikel Rico (¿sin rencores?) por Iturraspe y San José, que junto a Susaeta no estaban fuera del once inicial (en liga) desde diciembre de 2016.
Salió muy largo el Athletic, llegando arriba con mucha gente, ya que Lekue y Saborit 'carrileaban' hasta el corazón del área bética o Rico disparaba desde la frontal, pero la 'chispita' duró poco. Los de Setién se hicieron con la pelota pronto, pese a la lesión tempranera de Junior fueron 'enchiquerando' a los leones que, sin sufrir ningún agobio estaban frecuentemente atascados con cinco atrás y sin una idea clara de por donde tirar.
Unicamente los 'broders', Williams & Muniain, llevaban peligro, sobre todo a la contra, aunque fue en un balón parado cuando el atacante bilbaíno casi parte el larguero con un obús que restallaba como un gong. Esa jugada fue clave. Trajo muchas dudas a los sevillanos que, perdido el mando, se aliviaron al ver mal anulado un gol a Aduriz por fuera de juego, un nuevo travesaño, esta vez de Rico, o un cabezazo que extrañamente se le fue a Aritz. Fueron la plasmación interruptus de un primer tiempo que fue de menos a más, con cuatro ocasiones clarísimas, todas ellas vascas.
Algo más de 34.400 espectadores, lo que no está nada mal, rodearon a Carles Puyol e Iribar en la recepción del 'One Club Man Award', ceremonia que en el descanso frenaba el ritmo del partido. Ambos conjuntos salieron luego al tran-tran, al ritmo de caballo jerezano que le mola a Joaquín, sazonado todo con muchísimas imprecisiones con la pelota por parte rojiblanca, por lo que el Cuco dio la manija a Iturraspe en el 63'.
Contagiados los vizcaínos el sopor invitaba a la siesta con un silencio sepulcral, tan solo roto por las batallitas de Aduriz, que a veces tiene esos cruces suyos de cables. Volviendo al juego, el míster navarro ensayaba una de las opciones demandadas, ver a Córdoba de carrilero con tres centrales, en una banda izquierda que no tuvo nada que ver con que Muniain marcara de cabeza en el 76' a centro de un buen Lekue. Un bonito gol que hacía justicia.
Con ovaciones atronadoras se fueron del campo tanto Iker como Joaquín, un artista, dando paso a la recta final del choque, a la que se incorporaba Susaeta, suma qte suma partidos. El Betis dio un paso adelante con un tiro brutal de Boudebouz y otro de Marc Bartra a las que Kepa respondía con paradones tremendos. Eran momentos de agobio, ya que el colegiado anuló un gol a los béticos por falta al meta de Ondarroa.
Un tanto tan mal anulado como el de Aduriz en la primera mitad, es decir, que todos contentos,... mientras los de Setién buscaban el empate con Loren tocando todas en la estrategia, una peinada suya acabó en el palo tras tocar Javi García. Pero Iñaki Williams quería dejar su sello, un carrerón increíble por un balón casi perdido en el minuto 92 acabó convirtiéndolo en una asistencia para que Aduriz enchufara el segundo de una tarde que acababa entre aplausos.