La decisión de Renault con el Megane que muchos no entienden

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El Megane de combustión ya no tiene sitio
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Renault aparta al nuevo Clio de una de las batallas del futuro
Renault ha puesto punto final a una etapa clave en su historia al confirmar que el Megane dejará de ofrecerse con motores de combustión. La marca francesa ha tomado la determinación de eliminar cualquier versión térmica de este emblemático modelo, orientando su evolución futura exclusivamente hacia la electrificación. Aunque se mantienen los desarrollos de motores convencionales para otras gamas del grupo, el Megane queda oficialmente fuera de esa hoja de ruta.
El compacto, que durante décadas ha sido uno de los pilares de la oferta de Renault en Europa, ya había iniciado una transición con la llegada del Megane E-Tech eléctrico. Sin embargo, lo destacable en este caso es que esa coexistencia temporal entre versiones térmicas y eléctricas ha llegado a su fin. El catálogo actual ya no incluye motores de gasolina o diésel bajo la denominación Megane, y no habrá nuevas generaciones que los incorporen. El futuro Megane, previsto para 2029, será exclusivamente eléctrico.

Esta decisión responde a una estrategia clara de posicionamiento de marca, en la que cada modelo ocupa un lugar preciso dentro de una oferta cada vez más segmentada. En este sentido, el hueco del Megane de combustión queda absorbido por la presencia creciente de berlinas y SUV en la gama, lo que ha llevado a Renault a concentrar sus recursos en modelos con mayor proyección comercial en el nuevo contexto de movilidad.
El Megane se convierte en símbolo de transición eléctrica
Con este movimiento, Renault redefine el significado del nombre Megane, que pasa a representar de forma exclusiva su apuesta en el segmento compacto eléctrico. Se trata de una transformación profunda, más allá de una simple evolución mecánica o estética. La retirada definitiva del motor térmico implica que el Megane E-Tech no será solo una alternativa, sino la única interpretación del modelo.
Llama especialmente la atención que esta decisión se tome en un momento en que algunos mercados aún muestran una fuerte demanda por motorizaciones convencionales. No obstante, la marca ha optado por reforzar la coherencia de su oferta, alineando el producto con las normativas medioambientales que marcarán el rumbo del sector en los próximos años.
Por todo ello, el Megane deja atrás su legado como compacto versátil para consolidarse como símbolo de la transición eléctrica en Renault, asumiendo plenamente su nuevo papel en una estrategia de producto orientada al futuro.