Un robo Mundial: el día que Londres perdió la copa
Londres. 20 de marzo de 1966. El Mundial de Inglaterra se preparaba, el público, ansioso, esperaba al 11 de julio de dicho año y la Copa del Mundo, el trofeo Jules Rimet se exponía, como previa, en Westminster, en pleno centro de Londres. Y entonces, desapareció.
Tan dorada como reluciente. Allí brillaba la Copa del Mundo antes del campeonato. El público visitaba la exposición y soñaba con ver a Inglaterra ganar su primer Mundial.
Las colas eran eternas y los nombres de jugadores como Eusebio (Portugal) o Haller (Alemania) brillaban por encima del resto. Por entonces, nadie sabía que Hurst (Inglaterra) conseguiría anotar tres goles en la final del Mundial. Apenas algunos lo soñaban.
El día parecía tranquilo, pero entonces, la copa desapareció. Mientras en el otro extremo del edificio se celebraba un oficio religioso, la Copa era robada e Inglatera -junto a todo el mundo- estallaba.
"Nos dijeron que se habían tomado las medidas más estrictas", comentaba un reportero de la BBC hace ya más de 50 años. Era un auténtico drama, las portadas no hablaban de otra cosa y la copa parecía perdida.
El Mundial estaba en riesgo y el ciudadano inglés había perdido la fe. "Siento decirles que en este momento no tenemos explicación. Les pido que tengan en cuenta la enorme presión a la que estoy sometido. Hablaré cuando sepamos algo", decía el jefe de seguridad a todos los presentes en unas declaraciones recogidas por la BBC.
La explicación de dicho robo llegó poco después: la seguridad estaba distribuida por turnos y un guardia de más de 70 años salió a buscar algo de comida para cenar y descansar durante su turno. Valieron algunos minutos para certificar un robo Mundial.
El perro salvó la Mundial
La sensación generalizada es que sería imposible encontrar la Copa del Mundo. Los días pasaban y no había noticia alguna: parecía imposible recuperarla y tocaba reinventar la historia.
Pero entonces, una semana después, el 27 de marzo de 1966 ocurrió un hecho inesperado: Dave Corbett, un ciudadano más, salió a pasear con su perro Pickles. "Saqué a mi perro, salió de casa y se fue rápidamente al coche de mi vecino. No dejaba de olisquear, así que cuando me acerqué vi un paquete envuelto en papel de periódico", cuenta para la BBC.
"Rasgué un poco y vi Brasil...Alemania Occidental. Mi corazón empezó a palpitar más rápido que nunca, no me lo podía creer. ¡Era la Copa del Mundo!", contaba emocionado por entonces.
Rápidamente Corbett acudió a la policía. "Recuerdo que llegué y rápidamente me fui al sargento. 'Creo que he encontrado la Copa del Mundo', le dije. Todos me miraron y entonces comprendí que me había convertido en el sospechoso número uno".
La policía le interrogó, le buscó y le intentó encontrar las cosquillas. No hubo manera, él no había sido (ni su perro) y tras varias jornadas de investigación se descubrió que el verdadero ladrón fue Edward Betchley, un ladrón con amplios antecedentes.
Pickles, que descansa en un jardín con una placa en la que se le apoda como héroe inglés, cambió la historia de una selección que acabaría ganando aquél Mundial y firmando, sin lugar a dudas, una de las historias más emocionantes.