Si hay que explicar qué es un comportamiento indigno, no hemos entendido nada

Si tenemos que explicar qué es un comportamiento indigno, es que no hemos entendido nada. Podría ser que, sin necesidad de extenderse en una clase magistral, Ernesto Valverde hubiera metido el dedo en la llaga de los 'seres menores' que se regocijan en su falta de "educación social". Cómo los 'animales de la granja' que se rebelaron ante los ojos de George Orwell. En su pretensión de alzarse sobre los humanos, terminaron ahogándose en lodo.

Algo así a lo sucedido el fin de semana en Cornellá. Territorio hostil. De ningún modo un 'buen país' para este 'viejo' Athletic 'de siempre'. Lo acaecido a partir de las 14h. del 16 de febrero de 2025, también domingo, me dejó frío. Tengo para mí que hay cosas que no tienen remedio, si no todas las que tienen que ver con el lado oscuro de las personas que acuden a un estadio para vomitar sus miserias...

Sarriá. Cornellá. Espanyol vs Athletic. Llover sobre mojado.

Como si en el 'pecado' de su 'nombre' llevaran la penitencia de no llegar a sentir ni siquiera lo soñado. El estadio, la gente que llena las gradas, el terreno de juego, y también sus futbolistas. Y aunque en el banquillo parece reinar la cordura, todo es perversa rebelión cuando Guillermo Cuadra Fernández la pone en marcha. Qué mal rato pasé.

Tan solo la esperanza de meternos de lleno en la pelea por la liga impedía que tomara el 'mando' para sofocar los colores de la pantalla de la televisión. Mal trago. Tenía que tragar, sin embargo. Con este Espanyol que, por haber acaparado tantos puntos en su casa, se movía en el perverso placer de creer merecerlo todo. Someter al Athletic, también. Romper su racha.

Aunque, para ello, tuviera que pagar el precio de la indignidad. Salir de caza en tiempo de veda. Con el cuerpo, con las botas, y hasta con la boca aquellos que se sentaban al otro lado de la delgada línea roja. "Puto moro". "Falta de educación social", apunta Valverde. Batalla perdida, Ernesto.

Mejor evitar. Acertar a la hora de las 'buenas compañías'. Pero así como a la fuerza ahorcan, permanecer sobre el verde es de obligado cumplimiento. Aunque tan solo fuera para sentirme el capitán que abandera la fatigosa lucha por la dignidad. Qué asco me da todo. Una náusea continua.

No contentos con su hazaña, vitorean con pitidos a Iñaki Williams. Cesan. De repente cesan.

Y se rompen las manos con aplausos que homenajean a Dani Jarque. Ausente. Y de ello se aprovechan. Porque de seguir con vida y estar presente en el estadio, látigo en la mano, a los que le aplauden gritaría, Habéis convertido este 'sagrado Cornellá mío 'en una templo de baratos mercaderes, 'cueva de ladrones', si me apuráis.

Con desgana. Porque me iba en el sueldo. En el 62', el Athletic, como cuentas de un rosario, encadenó una secuencia de errores. Saque de banda. Gorosabel ejecuta la estrategia de un modo temerario. Hacia su área. Pretendía que Dani Vivían se hiciera responsable de su errónea decisión. Porque entre él y el 'teniente', Roberto Fernández, un 'espía' a sueldo del afilado sable del 'Espanyol.

Como en la tele, Lo sabía, no lo sabía, es decir, Lo habías visto, o no. Desaforado corrió el infiltrado. Cuando alcanzó la posición del 'teniente', Vivían ya se había desprendido del veneno que portaba la pelota. Superada la primera posta, el 'periquito' vuela hasta postrarse a los pies de Unai Simón. Al portero del Athletic, como si en sueños, le pesa horrores su cuerpo.

Adormecido, se convierte en presa fácil de la guadaña de su propia muerte. El espíritu de Tamudo era, encarnado en este delantero que, por llevar el número 2 a su espalda, habrá de celebrar el estropicio al modo de Toquero, aquel conejo que Joaquín Caparrós se sacó de la chistera del Sestao River.

Me pongo en su piel. En la de Unai Simón.

Se necesita algo más, sin embargo, para sentir tanto dolor como el del "último hombre". Había tiempo, aún. El Athletic era un "ciervo herido que buscaba en el monte - de Cornellá - amparo". Al rescate, quién... y Oihan, selvático animal. Toda la empatía del mundo cabía en esa 'zona muerta' que ocupaba.

El "ciervo de Mendillorri" de mi compañero Asís Martín, a la espera de un balón volado desde el banderín de córner. La empaló. En su corto viaje, el balón insertó el cuerpo vencido de un defensa muerto. Besos a la red. Va por ti, Maroan Sannadi. Y por ti, Iñaki Williams. Por ti, también, Unai, mi querido compañero.

Bienaventurados los perseguidos... porque de vosotros será el 'reino del Athletic'. ¿Qué es la dignidad?... ¿Y tú me lo preguntas?

• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista