El prestigio
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Si algo define siempre al Athletic, es su capacidad de crecerse frente a las adversidades
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Peio Canales responde a las voces que piden ya su regreso al Athletic: "Parte positiva y otra negativa"
¿Qué es lo que quiere la afición del Athletic Club este año? Esta simple pregunta resume de manera clara la diversidad de opiniones que hay sobre el devenir del Athletic para esta temporada. Los que quieren lo mismo que en las dos anteriores son demasiado avariciosos porque ven exactamente lo que estamos presenciando los demás, una pandemia en la plantilla. Hay otros que se conformarían con jugar igual que el año pasado en Europa; a estos hay que decirles que entonces su competición es la Europa League o la Conference.
Y otros muchos que creemos que esto acaba de empezar. Hemos llegado al parón con una victoria balsámica que, desde luego, no puede impedirnos ver que el equipo no carbura bien, que le fallan los engranajes y que ha pasado la ITV del tercer parón con varios avisos. Pero también podemos pensar que si la enfermería de Lezama se va vaciando desde luego que tiene margen de mejora.
A todo esto, hay que sumarle que en el fútbol no hay memoria porque hace cinco meses terminábamos cuartos LALIGA y veníamos de sacar la Gabarra en un año memorable. Apenas llevamos un tercio de liga y nos restan dos competiciones por estrenar: la Supercopa y la Copa del Rey, nuestro torneo talismán.
Entonces, dicen algunos: ¿Qué hacemos jugando la Champions si sabemos que no la vamos a ganar?
Hay competiciones que mas allá de su trofeo principal y de las primas por ir ganando y pasando eliminatorias prestigian a los equipos. La simple imagen de la afición de las urracas de Newcastle aplaudiendo a la nuestra, los abrazos de la familia de Asier Hierro el día en que debutó junto con Selton en St James' Park o el ultimo programa que nos ha dedicado el canal deportivo BBC Sport analizando el “milagro Athletic”: el modelo único del club bilbaíno que asombra a Europa vuelve a poner el foco en nuestro Club, y eso gusta.
En el mundo del ilusionismo, se dice que el truco tiene tres fases: la promesa, la vuelta y el prestigio. Esta última es la que arranca el asombro, la que hace creer en lo imposible. Pues bien, el Athletic está continuamente en esa fase, sosteniéndose entre la incredulidad y el aplauso, como ese público que llena los teatros para ver magia.
Hoy se pueden exportar los mismos términos a los estadios que se llenan para presenciar otro tipo de milagros, los que firman un equipo y su entrenador domingo tras domingo.
El Athletic Club es señalado en todo el planeta fútbol como un modelo irreprochable...
Un club singular, fiel a su filosofía, capaz de competir con gigantes sin traicionar su esencia. En un fútbol globalizado nuestro equipo es una especie de milagro identitario, una excepción que confirma que los valores también pueden ganar partidos, y como decíamos esta temporada restan cerca cuarenta. Pero este año, la admiración se ha enturbiado.
Los resultados, los tropiezos, las lesiones, las dudas han hecho que muchos pongan en entredicho lo que siempre se ha celebrado como ejemplo. Injusto, sí. Porque detrás de la niebla sigue latiendo el mismo espíritu y lo vemos en un estadio como San Mamés que no abandona a sus leones ni aunque pongan el partido a la hora de tomar las pastillas de la noche o deba acudir con la comida en la boca.
A quien debería reconocerse más que nunca es a Ernesto Valverde, el hombre tranquilo en apariencia que está haciendo auténtica magia con una plantilla asediada por las lesiones.
En un vestuario donde la enfermería parece un segundo banquillo, Valverde sigue encontrando soluciones. Desde el césped tuvo que empezar a creer en brujas cuando vio a Iñaki Williams tras una carrera llevarse la mano a la parte posterior del muslo. Iñaki que llevaba desde los tres años sin tener fiebre, que ha batido el récord mundial de partidos jugados con un cristal en el pie, se lesionaba. Tierra trágame.
Situaciones como esta han hecho debutar a jóvenes, el ultimo Selton ha salido jaleado de la Catedral, casi nada al aparato. El míster que está en entredicho y a quienes los gurús de BAR sitúan fuera la próxima temporada porque sus trucos y su prestigio se le ven demasiado; el truco siempre es el mismo dicen sus detractores, el conejo siempre sale de la chistera.
Parece que no hablamos del mismo entrenador que se está dejando literalmente la piel intentando recomponer líneas, reinventando roles y, compitiendo como puede para mantener un pulso liguero que cada día es mas caro en esta liga de donde salen jugadores de todas partes del mundo como champiñones y llegan a los banquillos rivales como si los enviase una empresa de mensajería, pues parecen comprados en una una tienda online china donde todo es mucho mas asequible.
Tras el parón liguero llega un calendario de vértigo...
De los próximos seis partidos podemos asegurar que cinco son propiamente de Champions, partidos exigentes, desplazamientos, rivales en forma. ¿Podrá el Athletic levantar vuelo y recuperar el ritmo de años anteriores? El reto no es menor y el espectáculo debe continuar.
En mi modesta opinión es en gran medida es una combinación perfecta, como un combinado clásico de coctelería, de acierto futbolístico y fe colectiva, donde la afición deberá jugar de nuevo de titular. Le toca hacer un esfuerzo casi sobrehumano: resistir la tentación de querer saber el truco antes de que empiece la función.
No dudar, no impacientarse, no exigir más magia de la que se puede hacer sin varita. Y quizá, ojalá, cuando el telón vuelva a levantarse tras el parón, San Mamés —nuestro teatro de hierro y alma— vuelva a ser testigo del prestigio final: el momento en que la magia, una vez más, se convierte en ilusión. Porque si algo ha definido siempre al Athletic, más allá de los resultados, es su capacidad de crecerse frente a las adversidades.
.- Por Patxi Herranz, Periodista de Radio Popular y El Correo