Es de bien nacido ser agradecido, Rodrigo

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Han pasado más de cuatro días desde que se anunció la marcha de Rodrigo De Paul al Inter de Miami. Todo fueron aplausos, fuegos artificiales, publicaciones de Instagram y sonrisas en su llegada al Chase Stadium, siempre acompañado por Messi, pero ni rastro de un ‘gracias’ a la que fue su casa durante 4 años. Y llegados a este punto, ningún texto con lágrimas de cocodrilo, fotografía o gesto va a hacer que podamos ser amigos después de esta ruptura, Rodrigo.
Siempre hay tiempo para un 'gracias' (salvo si eres Rodrigo De Paul)
Las gradas del Metropolitano son curiosas, porque son capaces de olvidar el error más grande jamás cometido en, por ejemplo, un mano a mano en el último minuto, pero no perdonan los detalles que trascienden más allá de los noventa minutos. Detalles que, como dicta la filosofía rojiblanca, tienen que ver más con la vida que con el propio fútbol.
Rodrigo De Paul puede haber tenido muchos errores en los terrenos de juego, partidos en los que parecía haber olvidado lo que era un balón y otros en los que se vestía (muy momentáneamente) de líder. Pero, incluso en la atareada vida del que se cree una superestrella, siempre hay tiempo para un ‘gracias’.
Cuatro temporadas y no hay ni un solo momento a remarcar, una noche especial (más allá de las discotecas de la capital), un entrenador al que agradecer la confianza, un vestuario que por momentos vio en él un referente (esta no pudo colársela a todos los socios que pagaban su abono para verlo correr uno de cada cinco partidos, a libre elección).
Pero Miami está bien, Rodrigo, especialmente para alguien al que le encanta todo lo que implica ser futbolista, pero no jugar al fútbol. Disfruta de esta nueva etapa, que solo vengan cosas buenas y gracias, por todos los momentos en los que creímos que esto podía salir bien y por decir adiós definiendo a la perfección tu paso por aquí: indiferente.
Una opinión de Irene Gómez

Es un desagradecido, no merece la pena acordarse de el