El Leganés, competitividad y paciencia para sobrevivir a la Primera

El Leganés selló su continuidad en la máxima categoría del fútbol español y le puso el broche de oro a la que ha sido una temporada histórica para el club, que hasta la fecha nunca antes había alcanzado un escalón tan alto.Carlos Mateos Gil
Los blanquiazules necesitaban un punto para confirmar el objetivo que se habían marcado al comienzo del curso y lo consiguieron con un empate a uno en San Mamés ante el Athletic, evitando tener que esperar a la última jornada.
Fue la guinda a meses de esfuerzo en los que el plantel ha pasado por infinidad de estados de ánimo, desde la euforia que implicó ganar en Vigo en el primer partido liguero hasta el sufrimiento del desenlace durante una batalla agónica con el Deportivo de La Coruña y el Sporting de Gijón.
Después de alcanzar el ascenso ante el Mirandés, todo era una aventura para el conjunto del sur de Madrid. La entidad, que comenzó el año 2014 jugando en Segunda B, se veía ante la necesidad de dar un impulso repentino debido a las circunstancias.
El paso inicial pasaba por mantener a algunos de los jugadores del bloque y al mismo tiempo al hombre que les dirigía, Asier Garitano. El técnico, encargado desde el banquillo de la subida hasta la cima, se comprometió a seguir con su labor.
Todo un reto para el que no se modificaron los hábitos a la hora de fichar. Quienes se sumaran al grupo debían ser futbolistas ambiciosos y con espíritu competitivo, capaces de identificarse con el lugar al que iban.
Tras la pretemporada, el estreno triunfal en Balaídos supuso una inyección de adrenalina y permitió a los 'pepineros' entrar con buen pie en la categoría. Las sensaciones positivas se trasladaron a la semana siguiente, donde lograron un empate ante el Atlético en el partido inaugural de Butarque como estadio de Primera.
La visita de los rojiblancos fue el pistoletazo de salida a una serie de encuentros como anfitrión ante algunos de los rivales más históricos. Barcelona, Valencia, Sevilla y Real Sociedad fueron sucesivamente llevándose los tres puntos del feudo madrileño.
Pese a ello los triunfos a domicilio ante el Deportivo y el Granada dieron cierto aire y evitaron preocupaciones antes de tiempo. Finalmente, contra el Osasuna, los blanquiazules se regalaron la primera victoria ante los suyos por 2-0.
Fue sin embargo un día agridulce. Rober Ibáñez, autor de los dos tantos aquella noche, cayó gravemente lesionado en los minutos finales. Una jornada después, ante el Espanyol, quien decía adiós a la temporada era el guardameta Jon Ander Serantes. Perdía así el plantel a un referente, héroe la campaña precedente.
Los problemas físicos de ambos, unidos a los de Diego Rico o Alexander Szymanowski, trajeron consigo una crisis de resultados. Desde que perdieran en Cornellà-El Prat encadenaron diez duelos ligueros sin ganar. En ese trayecto estuvieron las primeras visitas históricas al Bernabéu y al Camp Nou así como la eliminatoria copera ante el Valencia.
Se entraba a continuación en un tramo decisivo de la temporada que venía repleto de choques frente a rivales directos. Se marcharon derrotados de Butarque el Deportivo y el Granada poco antes de que se sumaran sendos empates en el Sánchez Pizjuán y Anoeta.
Después de perder cuatro jornadas consecutivas, se hacía necesario no fallar. Y no lo hicieron. Superados los partidos ante Las Palmas y el Betis, solo faltaba un punto. El destino quiso que fuera en San Mamés ante el Athletic. Un campo histórico y un rival de postín. El colofón soñado.