Medidas de reestructuración empresarial y equipos de fútbol: el despido colectivo aplicado al fútbol profesional
Hace casi un año que el Málaga CF, dirigido con gran acierto por un especialista en la gestión de empresas en crisis, superó una grave crisis económica y financiera. Y lo hizo recurriendo a las herramientas legales previstas en la Ley española para situaciones de emergencia empresarial pese al desconocimiento generalizado de las mismas en el mundo del fútbol profesional y a las presiones recibidas desde el exterior, presiones que obedecen a la dinámica del fútbol profesional en nuestro país (mezcla de política, pasiones, sentimientos y expectativas deportivas) y que no son ajenas a muchos otros lugares en donde el deporte de equipo alcanza tales cotas de importancia social.
Lo destacable de este caso es que se hizo respetando la especificidad del fútbol profesional y del deporte en general, pero aplicando también el sentido común económico y empresarial, sirviéndose de las opciones legales existentes. La clave: conocer todos los entresijos de la Ley del fútbol y de la empresa, para coordinar ambos elementos y conseguir un resultado óptimo.
El Málaga CF era una institución económicamente insostenible por la cuantía de los salarios de los jugadores y por las exigencias de la normativa de cumplimiento financiero de LaLiga. Ello sin entrar a valorar las características de la deuda anterior ni otras cuestiones mucho más complejas y que han terminado provocando la administración judicial del propio club. Así, en agosto de 2020, había muy pocas opciones de poder competir en la Segunda división del fútbol profesional pese a tener el derecho a esta plaza deportiva. Lo que se ganó en el césped se podía perder en los despachos por los problemas financieros y económicos.
Además, en términos estrictamente deportivos, el primer equipo no estaba funcionando de forma satisfactoria. Ante esta situación, se tomó la única decisión posible, pero no por ello menos valiente ni difícil de plantear: reestructurar la compañía como si de una empresa normal se tratase. Aunque anticipando la solución a futuros problemas deportivos, como vamos a comprobar a continuación.
Primero, se recurrió a un expediente colectivo para el personal, digamos, ordinario. Así se ahorró cerca de un millón de euros. Fue un primer paso insuficiente pero necesario. Posteriormente, había que reestructurar la primera plantilla, por necesidades económicas básicas y también por las propias exigencias del fair play financiero. Y se hizo con total acierto.
Se planteó un despido colectivo dando entrada a una negociación con una comisión negociadora de los trabajadores afectados y dejando participar al sindicato AFE del período de consultas (el Decreto 1006 no regula esta materia y el convenio colectivo del fútbol profesional tampoco establecía nada diferente, por lo que el Málaga podía acudir a los instrumentos generales del derecho laboral).
Para evitar problemas propios derivados de la legislación especial de los futbolistas profesionales, se refinanció la deuda salarial pendiente, movimiento muy inteligente para evitar presiones de los jugadores ante la comisión mixta de la AFE-LNFP. Las presiones existieron, pero la deuda, en puridad, no estaba en mora, sino refinanciada y con un acuerdo novatorio en vigor en cuanto a los vencimientos. Es decir, la deuda estaba vencida pero no era exigible, por lo tanto no estaba en mora, y no había sanciones deportivas con las que presionar al club (recordemos que un club con impago a jugadores puede ser excluido de las competiciones profesionales solo por este motivo, en virtud de la Ley especial del fútbol español).
Ya sin deuda deportiva-profesional en mora (aunque sí pendiente de pago), se procedió a iniciar un expediente de reestructuración de plantilla, centrado en el primer equipo. Así, con la herramienta general de las empresas en dificultades, el club, que es una SAD, podía reducir sustancialmente su carga financiera con un coste mucho más asumible, a 20 días de salario por año de servicio como punto de partida y no mediante los criterios habituales del fútbol profesional que suponen el pago íntegro del contrato pendiente.
Como en todo procedimiento de esta índole, hubo concesiones y mucha estrategia negociadora. Muchos jugadores no entraron finalmente en el expediente de reestructuración tras las negociaciones, otros fueron traspasados y otros, sencillamente, modificaron sus condiciones laborales para mantenerse en el club haciendo un importante esfuerzo y renunciando a cantidades económicas futuras. Finalmente, se llegó a un acuerdo en el período de consultas, que es lo deseable en estos casos, dado que ganan ambas partes. Y aunque AFE nunca apoyó dicho acuerdo, los representantes de los trabajadores afectados sí lo suscribieron, por lo que tuvo eficacia jurídica.
Todo se solucionó además en poco más de un mes, precisamente, porque el tiempo en este caso sí era importante para todos los implicados, tanto para el club, como para los jugadores afectados. El planteamiento de José María Muñoz, como responsable jurídico y económico del club, fue impecable y hay que reconocérselo. Era una medida tan imprescindible como impopular, y muy compleja de llevar a efecto de forma exitosa. Además, y no es baladí apuntarlo, la siguiente temporada del Málaga CF fue todo éxito, manteniendo la categoría con cierta suficiencia, pese a los sacrificios deportivos realizados.
Vemos que, aunque el fútbol profesional sea especial y diferente al resto de áreas económicas, las reglas comunes también se le aplican. Un buen profesional, con experiencia y conocimiento, puede aportar mucho valor, pese a no ser lo que algunos llaman “un hombre de fútbol”. A veces, precisamente, es lo que hace falta para viabilizar una entidad deportiva. Alejarse del deporte en sí mismo y enfocarse en el componente legal y económico. Y estas experiencias, más habituales en otras jurisdicciones, deben ser resaltadas, porque nos enseñan mucho.
El mundo es igual para todos. Incluso, para los equipos de fútbol profesional. Pero a veces, sencillamente, los árboles no nos dejan ver el bosque.
Gerardo Siguero Muñoz - Socio
Sergio Barrasa Antón- Abogado
ACODE ABOGADOS - Derecho Mercantil y Deportivo
Si no fuera por La Jueza y el Administrador Judicial, ya habría desaparecido el Malaga. No entiendo que haya gente que esté en contra… claro que disfrutan que publiquen sus barbaridades
Que el Málaga haya sobrevivido, para algunos es una gran decepción. Ya celebraban su desaparición, cuando de repente.una jueza interviene el club y designa a un interventor judicial que en menos de dos años ya ha salvado al Málaga con una ascendente progresión cada año. Ver esta imparable progresión, temporada a temporada, causa orticarias a más de uno, y lo peor de todo, el terror que les causa el posible regreso a primera más pronto que tarde. VIVA EL MÁLAGA GRACIAS, JUEZA GRACIAS, ADMINISTRADOR GRACIAS, MANOLO GRACIAS A TODOS POR SALVAR AL MÁLAGA GRACIAS POR SALVAR LA ILUSIÓN DEL MALAGUISMO 💋💋💋💋
Aún quedan altanistas, aunque tampoco me sorprenda mucho, ya que si en 2.021 hay terraplanistas. A ver si para el final del milenio se hubiesen acabado, con suerte quizás para el año 3020 nadie los recuerde.
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José, como se nota que eres uno de los resentidos. Te guste o no, era necesario. Ten en cuenta que el Club era una S.A.. Qué te hubiera parecido sí llegas a ser un accionista con parte de tu patrimonio puesto y no se hubiera hecho nada para salvar a la sociedad?. No seas.....me guardo la palabreja para que la pongas tú "amigo". Menudo e******o estás hecho!!!
Criminales totales con la prensa en el bolsillo.