Nueva alma para el Villamarín
Fueron 45.761 almas, más 14 más sobre el campo. Fueron 45.780 almas. Fueron las nuevas almas que poblaron por fin el nuevo Gol Sur, que recibió un estreno mágico, y fue una alma en un sentir en el terreno de juego, la que trasladó el beticismo, espectacular. El Betis rindió debido tributo a su gente, en una preciosa noche, para estrenar, reaccionar, ilusionar y alegrar al beticismo con un triunfo ante el Celta, el primero de una temporada que no se sabe aún por dónde discurrirá. Y quizás ni merezca la pena pensarlo. Para qué. Lo que sí merece la pena es disfrutar y paladear de ese espíritu vivido esta noche de viernes en el Benito Villamarín para intentar prolongarlo por siempre.
Ese espíritu del Villamarín incluye reacción, incluye fe, incluye entrega, incluye sacrificio, incluye fútbol a ratos, pero sobre todo incluye alma. El Betis, a pesar de empezar perdiendo, la demostró ante el Celta. Era difícil no demostrarla porque la grada la insufló en vena lo que todo equipo necesita para implicarse, para dar hasta la última gota de sudor, que eran muchas en esta noche de calor. Si esa alma acompañara al equipo allá por donde pise, otro futuro podría pintar para este equipo. Claro que esa es una de sus carencias por cubrir, crecer como equipo, madurar y llevar ese ánimo en el ADN del equipo, la competitividad.
El Betis vio penalizada su fragilidad defensiva a las primeras de cambio, pero supo remontar poco a poco, supo reaccionar y batir al Celta a través de la implicación, la intensidad pero también la inteligencia
Ante tal escenario, ante tal ambiente, solo había una forma de saltar al campo, de encarar el partido y pelear con el rival. El Betis, con la gasolina que procedía a borbotones desde cada rincón de la multitudinaria grada, salió a comerse al Celta, salió impetuoso, salió ambicioso, y a las primeras de cambio se plantó varias veces en el área de Sergio Álvarez. Parecía llegar casi por inercia, pero era por fuerza, por ganas. Pero pena de que esa fuerza, como tantas otras veces, como en tantos otros partidos, se viera aplacada a las primeras de cambio. El Celta, sin hacer nada del otro mundo, apenas llegando a zona de tres cuartos, empezó a percutir con cierto sentido. Tampoco debería haber pasado a mayores, salvo porque los errores defensivos son una lacra que no parece erradicada por este plan, por estos fichajes y por esta planificación, al menos por ahora. En el primer saque de esquina del Celta, el delantero centro, sí, el delantero centro, el más corpulento, el más rematador, bigoleador en la primera jornada, se quedó sin cubrir en el área. Tal desajuste se paga, aunque sea con la colaboración involuntaria de Camarasa, que introdujo en la red el remate de cabeza inicial del uruguayo.
El 0-1 cayó como un jarro de agua fría en el equipo y por momentos en la grada, y eso que hacía calor, más de 30º en Sevilla y en el Villamarín alguno más ante las casi 50.000 almas verdiblancas congregadas. Pero aunque fuera poco a poco, el Betis retomó ese ímpetu inicial, esas ganas y esa fuerza, y además con algo de fútbol. A través de un dinámico Guardado empezó a encontrar líneas de pase, Sergio León se movía siempre con sentido, con o sin balón, y empezaron a aparecer los huecos en la zaga celtista. Llegaba por cantidad el Betis por la derecha, pero con más calidad por la izquierda. Por ahí llegó un impecable pase del mexicano que remató León para anotar uno de los goles más especiales, a buen seguro, de su carrera. Quizás fueran hasta el momento los dos mejores y encontraron premio con su magnífica conexión.
El gol dio alas al equipo y a la grada, a la par que confianza. Tuvo alguna ocasión más el Betis con una llegada de Durmisi y el Celta ya no se aproximaba con tanto peligro, porque no robaba con su presión (Javi García, Guardado y Joaquín ayudaban a superar líneas) y porque el Betis se puso más serio y solidario en la zaga. La primera parte acababa con buenas sensaciones en cuanto a propuesta, pero con el resquemor de una fragilidad demasiado familiar.
Guardado dio toda una lección de madurez y calidad sobre el campo y se entendió a la perfección acompañado de Javi García en el centro del campo
Los dos equipos quisieron plantear algo similar en la segunda mitad. Las ideas de Setién y Unzué tienen algo de parecidas, al menos en concepto, pero para la segunda mitad plantearon la misma estrategia. Si los dos equipos querían salir jugando, había que impedirlo a través de la presión cuando la procediera. Pero ahí empezó el Betis a ganar puntos en el encuentro. Porque el Betis ejecutaba el plan con intención, con fuerzas y con pasión, la que le transmitía la grada. Presionaba de verdad, creía en el robo, creía en la circulación de la pelota cuando poseía la pelota. Creía en sí mismo, en definitiva.
El Celta, sin embargo, se veía superado por una mayor agresividad bética, tenía la pelota, sí pero donde quería el conjunto de Setién. Y así, poco a poco, el buen hacer bético convirtió al conjunto gallego en un equipo bastante inocuo, donde Aspas apenas participaba y en el que sus actores más peligrosos eran anulados.
Crecía paso a paso el Betis. Joaquín seguía poniendo pases peligrosos, León buscaba los desmarques con inteligencia, Javi García barría y la defensa mostraba hechuras. En resumen, había cosas del Betis que funcionaban con acierto, y en realidad se olía que si el gol caía, sería del lado local. Porque además la grada así parecía transmitirlo.
Y así fue, lo que el Villamarín manda, el Betis acata. En un saque de esquina sacado en dos tiempos, Feddal ganó la partida a Sergi Gómez y premió esa idea del Betis, esa propuesta y esa reacción. Ese tanto, tal y cómo discurría el partido, tenía toda la pinta de ser definitivo. Porque el Betis mostró competitividad, porque el Betis mostró fe y porque la grada parecía que no iba a permitir ninguna fuga ni ninguna falta de concentración. Así fue. Hasta el final, el equipo verdiblanco aguantó de manera disciplinada las acometidas del Celta, pero en ninguna realmente sufrió, todos fueron bien defendidas y bien afrontadas.
El partido, para delirio de los miles y miles de béticos, más de 45.000, se agotó con su equipo entregado, controlando los tiempos y mostrando una madurez que casi no se recordaba. Y el Betis coronó la victoria y premió a los más fieles, premió el estrenó y la ilusión del beticismo con un triunfo de los que llegan al alma, al alma del Villamarín.
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Hombre por Dios, quiten al becario de poner las alineaciones en el grafico de campo. Javi Garcia de externo izquierda?? Guardado media punta?? El Betis juega 4-1-4-1. Dibujen bien las posiciones y el sistema hombre, que no cuesta tanto. Saludos.