Luis Suárez y la capacidad de hacer fortuna en la desgracia
Luis Suárez llegó discretamente al Real Zaragoza. Tras una temporada en la que apenas había anotado 7 goles en el Nàstic de Tarragona, el delantero colombiano aparecía como una alternativa, poco más que el escudero del que debía ser el ariete estrella del equipo aragonés, el ghanés Raphael Dwamena.
Pronto cambiarían las cosas. Lo lograba Suárez gracias a sus goles, que servían para mantener un buen inicio de temporada para el conjunto blanquillo, mientras a Dwamena le costaba ver puerta. Después, la desgracia. El delantero africano sufría una dolencia cardíaca que le impedía volver a pisar el césped y que obligaba a la reinvención del equipo sumido en el shock de perder a uno de sus futbolistas estrella.
Un cambio que define bien el propio Luis Suárez, “al principio era el segundo punta, el que tenía que ayudar a Rapha. Por circunstancias, por lo que le pasó a él, he tenido que cambiar ese pensamiento y ponerme como referente del equipo”. Una metamorfosis que tardó en fraguar unas jornadas, pero que ha servido para acabar encontrando la mejor versión, tanto del jugador como del equipo, “ese problema, al final, me benefició a mi, porque he cambiado mi forma de jugar y me he sentido más cómodo, con más espacios, como me gusta a mi. Y creo que al equipo le ha beneficiado”.
Y es que precisamente esa es una de las claves que ha hecho de este Real Zaragoza un serio candidato al ascenso a LaLiga Santander. Ese aspecto de ser indestructible. La capacidad de sobreponerse a todas y cada una de las desgracias que se han ido sucediendo a lo largo de la temporada. Que han permitido ver que jugadores como Luis Suárez lograban mutar, hacerse mejores, para lograr encontrar su sitio en el equipo.