El fútbol no debería ser un artículo de lujo
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La selección no falla, Sevilla tampoco lo hace, sí el afán recaudatorio de un fútbol
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Uno por uno y notas de España ante Turquía en la clasificación al Mundial 2026; un notable en un frío empate en La Cartuja
El fútbol es un deporte totalmente distinto a los demás por su componente popular. La pasión que despierta es directamente proporcional al número de aficionados que tiene por todo el mundo. En menos palabras y menos rimbombantes, el fútbol es de la gente. Su popularidad no entiende de números, y si nace en las plazas de los pueblos o en los patios de los colegios, no puede venir a morir en los palcos de autoridades, entre los pocos privilegiados que se puedan permitir a día de hoy disfrutar in situ de un partido de fútbol.
De inflación y la deriva de la economía que asuela a la sociedad no vamos a hablar aquí, pero sí de la tendencia a encarecer cada vez más y a un ritmo vertiginoso el acceso del español de a pie a su gran afición del último siglo y pico. Esa que, por cierto, ponen en duda los mismos que ponen estos precios. Por mucho que se vea como habitual, no se puede normalizar que una familia tenga que dejarse medio sueldo para pisar estadios como el Santiago Bernabéu, el Camp Nou -más si cabe- o el Sánchez-Pizjuán, en un partido normal y corriente, en un fútbol donde el aficionado visitante molesta. Ver para creer.
Si el fútbol nace en las plazas de los pueblos o en los patios de los colegios, no puede venir a morir en los palcos de autoridades entre unos pocos privilegiados
La RFEF ha patinado este martes en La Cartuja. El imponente estadio sevillano, precioso tras la última reforma, que prácticamente llena sus localidades cada 15 días para ver al Real Betis Balompié, ha presentado una imagen indigna en el partido ante Turquía en el que España se ha sacado de forma definitiva el billete para un Mundial en el que será una de las grandes favoritas, sino la que más. La selección no falla, tampoco lo hace Sevilla, la ciudad que más quiso a la selección, que en este mismo estadio llevó en volandas al equipo de Luis Enrique en el partido definitivo hacia el Mundial de Qatar, que llenó todas las entradas disponibles en la Eurocopa del Covid, y que incluso batió no hace demasiado tiempo el récord de asistencia a un partido de la selección femenina.
Solo 30.812 espectadores se han dado cita este martes en La Cartuja. Ni siquiera media entrada, y eso que la Federación trató de sortear el desastre a última hora cediendo localidades a distintos colectivos. Y el motivo es únicamente el afán recaudatorio del que está siendo víctima el aficionado al fútbol, en el que un VIP vale más que mil incondicionales.
El pobre aspecto de las gradas de La Cartuja para ver a España es para hacérselo mirar.
Lo de los precios de las entradas del fútbol es un abuso por el que ya no pasa tanta gente. pic.twitter.com/N7Ox95rwv2
— Basilio García Navarro (@basiliogar) November 18, 2025
Cientos de euros para ver a España
Un martes laborable, prácticamente en la noche en la que se inaugura el frío en Sevilla, a una familia con niños pequeños le costaba 102 euros, en un pack familiar reservado al lugar con menor visibilidad asistir a un partido en el que prácticamente no había nada en juego. Ninguna entrada de alguno de los laterales bajaba de 60 euros, y no había descuento alguno para los más jóvenes más allá del citado pack. Un niño de 4 años pagaba lo mismo que su padre de 40 o su abuelo de 70.
No hace falta volver contar que los accesos siguen siendo un calvario, que ni siquiera el chasco en asistencia ha evitado atascos kilométricos, y que el transporte público en la capital andaluza es indigno de una ciudad de este tamaño, esta historia y esta relevancia. Con todos estos últimos condicionantes se plantan aquí cada dos semanas cerca de 60.000 béticos, y en jueves europeo solo unos pocos menos.
Precisamente, dos ejemplos claros y antagónicos de que el fútbol es un deporte para todos, del pueblo, y no solo al alcance de unos pocos. Más si cabe con una selección nacional de por medio, lo más popular en la popularidad del fútbol. No se trata de regalar una industria millonaria, hay que pagar lo que vale una entrada. El problema es que se ha convertido en un artículo de lujo que no, no lo es. Esa no es la esencia del fútbol.