De la magia a la maldición

Acaba de arrancar el mes de abril y el Sevilla está pidiendo ya la hora de la temporada, como si el calendario marcara mayo. El equipo nervionense se ha caído, derrumbado. Ante el Sporting de Gijón, de los peores equipos de Primera, que en Nervión se ha limitado a acumular futbolistas en defensa y poco más, no ha sabido ni podido hilvanar un plan para crear peligro, para hacer daño, generar ocasiones. Pero lo triste para el Sevilla es que empieza a dar igual el rival que se tenga enfrente, es que ha tomado la costumbre de no jugar a nada, de no encontrar a sus futbolistas de referencia. El Sevilla ha entrado en una absoluta crisis de resultados y rendimiento, está sumido en un bajón físico que roza la irresponsabilidad, acumula cuatro partidos de Liga sin ganar, cinco oficiales, ha perdido la ilusión de la Liga de Campeones y la ventaja con el Atlético, que ya le ha birlado hasta la tercera posición. 

El panorama para el conjunto de Sampaoli no es nada positivo. De hecho es bastante negativo, porque las fuerzas se han ido y quedan dos meses de competición. Y la magia y las ideas, también, porque el técnico argentino, otrora gurú futbolístico, está mostrando ahora su peor cara. La insistencia incomprensible con la misma fórmula, con siempre los mismos futbolistas. Lo que eran cambios geniales ahora son sustituciones timoratas, de hombre por hombre. Y lo que eran planteamientos acertados ahora son argumentos fallidos.
Se suponía que tras 15 días de descanso, 15 días sin fútbol, el Sevilla iba a llegar más fresco, renovado, listo ante el Sporting. Pero el problema del Sevilla, el físico, que no es el único, es una cuestión de rendimiento, de chispa, más que de fondo, que también. Los jugadores del Sevilla no están en el mejor momento de la temporada, la preparación no es la idónea para estas alturas de la temporada, cuando hay rivales más rápidos, más intensos. Y eso, unido a que el ritmo de juego nervionense no es precisamente alto, sume al equipo de Sampaoli en un estado anodino intrascendente con balón y sin balón. Por eso, pese a ser superior al Sporting en teoría, no puede plasmarlo, no tiene velocidad para plasmarlo, no tiene ideas para plasmarlo.
Sampaoli, otrora gurú futbolístico, se está mostrando absolutamente tozudo: insiste en un planteamiento a día de hoy fallido, insiste en futbolistas que no andan en su mejor momento, insiste con cambios que ya no sorprenden, y tiene al equipo sumido en un bajón físoico que roza la irresponsabilidad
Donde antes había jugadores superiores técnica y físicamente, ahora solo hay jugadores con calidad que no aciertan a jugar con la velocidad necesaria. Porque no la tienen y porque el juego de su equipo no se la requiere. Apenas hay jugadores que tengan fuerza, confianza o piernas para encarar, para apostar por el uno contra uno.
Y el Sevilla, por todo ello, se hace plano. Capaz de ganar partidos, claro, pero con muchas más posibilidades de perderlos o empatarlos, porque difícilmente plasma la superioridad técnica o de posesión. Todo ello le paso ante el Sporting a los de Sampaoli. No aparecen los jugadores para desnivelar, ni con un remate, ni con un regate ni con un pase decisivo. No los hay. Y lo que antes eran equipos encerrados sin más ahora son muros infranqueables, por malos defensores que tengan, como el equipo asturiano.
El problema persistió durante todo el encuentro, por más que en una segunda parte irregular, a trompicones, pisara el equipo nervionense más el área del Sporting y tuviera ocasiones. Curiosamente la más clara tras la reanudación fue una de Vitolo, en la única contra bien llevada que acabó con disparo del canario y una buena parada de Cuéllar.
Fue el único argumento, el contragolpe, con el que hizo daño el Sevilla al Sporting, aunque fuera una vez. Porque desde la posesión no encontró vías. Ni con conducción, aunque lo intentara Correa con velocidad, ni con posesión, porque ni Nasri ni N'Zonzi la tenían en zonas de influencia, ni con remate.
Algo de vida tomó eso sí con la salida al campo de Jovetic e Iborra. Un par de jugadas y remates insuflaron algo de ánimo al Sevilla, que llegó en algún momento a acorralar al Sporting. Los asturianos se defendieron con cantidad y eso le bastaba, aunque es verdad que salvo un par de amagos con un par de remates mordidos apenas pisó campo contrario con peligro.
El Sevilla reclamó penalti de Amorebieta, la pelota le da claramente en la mano, pero a juicio del árbitro queda interpretar si esta estaba ya en el césped o no
Con la presencia a la desesperada de Vietto en el campo, con la polémica con un posible penalti por manos de Amorebieta (que le supuso además la lesión), el Sevilla agotó sus últimos cartuchos sin éxito. Aproximaciones, remates errados... pero sin ideas y sin ocasiones claras ante un Sporting que pelea por el descenso. 
El Sevilla se ha caído y da síntomas alarmantes desde hace un mes. Ya daba algunos antes, pero han cristalizado con la primavera. El conjunto de Sampaoli está en crisis. De resultados, de juego, física. Ya ha perdido la tercera plaza y a lo único que puede agarrarse es que la cuarta plaza parece estar al menos asegurada, parece. La tercera cada vez está más complicada. Sobre todo por el juego y los síntomas de este Sevilla que se ha desinflado. 

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