La roja de Glasgow
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Se aguó una fiesta, pero hay motivos para pensar otra
El sevillista, como ser exigente -y a veces intransigente- que es, lo discute todo con sus iguales. Desde el mejor once, al entrenador más indicado e incluso el sistema de juego que éste debe utilizar. Pero uno de los asuntos que pone de acuerdo a una amplia mayoría de la hinchada del Sevilla FC es el de la camiseta más bonita que ha vestido su equipo en una final.
No se puede decir el 100%, nunca en la especie humana y menos entre el sevillismo, pero una amplia mayoría de hinchas nervionenses si tuvieran que elegir, escogerían sin duda la de la final de la Copa de la UEFA del año 2007, disputada y ganada en Glasgow ante un RCD Espanyol que vendió su piel muy cara. Una prenda sencilla, completamente roja, con el escudo y los emblemas pertinentes, y el espectacular detalle de unos dorsales al más puro estilo escocés, quizás el mejor de los guiños que se le ocurrió a aquel departamento de marketing otras veces tan discutido.
Entonces, fueron miles los sevillistas que tomaron la lluviosa Glasgow vestidos de rojo, en una especie de segundo turno que hizo que muchos aficionados que soñaban con ver a su equipo en una final europea y no pudieron estar en Eindhoven 372 días antes debido a la lógica altísima demanda, tuvieran la oportunidad que tantas veces habían soñado. También fueron miles, más incluso, los que repitieron de Holanda a Escocia, sin querer dejar de aprovechar la ocasión por segunda vez consecutiva. ¿Cuándo iban a ver a su equipo en una nueva final europea?
Hoy, el sevillista abre su preciado cajón de las camisetas y la primera que busca es la de Glasgow, con la que su equipo volvió a reinaba por segunda vez hace 16 años. Una elástica inolvidable que cubría el torso de Adriano cuando corría como un loco para hacer el 0-1, o la que le quedaba grande, cómo no, a Jesús Navas cuando centró en la prórroga para que Kanouté hiciera el gol con el que Hampden Park daba ya por hecho, craso error, el segundo entorchado del Sevilla.
Aún quedaba por sufrir y Palop, de negro entero a lo Arconada tal día como este, y más o menos a la hora que se publica este artículo, fue el ‘blanco’ de esos chicos de rojo que se volvían totalmente majaras al conseguir lo que nadie podía haber esperado nunca en Nervión, con ese vecino del barrio como Antonio Puerta entre ellos, apenas tres meses y medio antes de su partida a un tercer anillo que, seguramente, también tenga los asientos rojos.
Hoy, el sevillista abre su preciado cajón de las camisetas y la primera que busca es la de Glasgow, con la que su equipo reinaba por segunda vez hace 16 años
16 años han pasado. Cinco semifinales más, cuatro finales y cuatro títulos. Al menos y de momento. El jueves toca el rojo. El color de la pasión, del amor, de la valentía, de la fuerza, de las puertas, los pasillos, las escaleras y butacas del Sánchez-Pizjuán, del infierno. El mejor tono que existe y el más indicado para que una caldera ponga al rojo vivo la semfinal. Toca el rojo sevillista, el de Glasgow, para volver a enseñar al mundo que en ningún sitio como en Nervión quieren tanto a la Europa League.
Arconada no vestía de negro. Lo han hecho tradicionalmente muchos de los porteros del Sevilla. Es un color nuestro, no copiado de otros.
Yo la tengo pero lo peor es la publicidad del 888 que se carga la camiseta