Sevilla FC, declive y futuro: “Júnior, quédate… quieto”

El Sevilla FC amarró ayer matemáticamente la salvación con la derrota del Leganés en Villarreal, aditamento necesario que hace valer la épica victoria del martes ante Las Palmas. Quién te ha visto y quién te ve, Sevilla FC. Tú, que eras la envidia de Europa hasta hace tres días, celebrando como un título una permanencia puesta en solfa por otra temporada para olvidar. Tú, que campeonabas hasta en campañas nefastas, redimido por lo malísimos que son tus rivales.

Ahí radica el más incuestionable síntoma del declive del club y el preocupante halo de su futuro: se ha salvado porque es una mijitita menos malo que otros tres o cuatro. No se engañen los sevillistas, que por mucho que Caparrós celebrara el logro como el artífice máximo, aquí el demérito es de los demás. Principalmente, de Las Palmas, cuyo presidente parece empeñado en descender por decreto; del Leganés, que el pobre da para lo que da; y del Valladolid, al que Ronaldo ha convertido en una caricatura.

Únicas verdades de la situación actual

Sin esa inusitada bajada de nivel de los otros, el Sevilla se hubiera ido al hoyo sin remisión. Ésa, y la ruina económica y social, son las únicas verdades de la situación actual, cuyos derroteros rayanos ya en la tragedia tienen dos máximos responsables: José María del Nido Carrasco y Víctor Orta. Y varios más, dueños y señores del capital social, por dejación de funciones. El "Júnior, vete ya" que atrona Nervión hace muchos meses dice mucho, pero más cuenta el "Júnior, quédate" que hace no menos tiempo se oye por Heliópolis.

Da igual que te salves un año y luego otro más, porque el panorama augura que más temprano que tarde te llevas la hostia gorda. A eso está abocado este Sevilla de plantillas de medio pelo y héroes forjados en la liga universitaria estadounidense, de sueldos milenarios arriba y despidos del chocolate del loro abajo, de guerra civil social y añoranza de aquellos maravillosos años.

Ya debieran haberse tentado las prendas e imaginado lo que venía los sevillistas cuando Monchi cogió las de Villadiego (o Villa Park, más bien). Por mucho que su última etapa dejara una herencia envenenada, que salga por patas el principal artífice del mejor Sevilla de la historia daba a entender muchas cosas. Entre otras, y la principal, que quien propiciaba su salida se creía en la capacidad de no necesitarlo. Craso error. Y venenosa vanidad.

Un director deportivo del PC Fútbol

Como se preveía, los acontecimientos han demostrado que a Del Nido Carrasco le faltaba mucha cochura como dirigente, sobre todo siéndolo del perfil del ‘déjame a mí, que yo entiendo de todo, y más de fútbol’. Eso lleva a traerse a Víctor Orta, un genio del PC Fútbol carente de la personalidad y las dotes necesarias para manejar un entorno tan delicado como el de este Sevilla.

Sus fichajes, algunos delirantes, pueden pasar a mejor vida si se le enseña la puerta. Sin embargo, el bucle de oscuridad que vive el club se asienta en una paradoja diabólica: quien no puede salir es quien lo trajo. El pacto de gobernabilidad que impide, sentencia tras sentencia, la vuelta del padre Benavente precisamente atornilla al hijo Carrasco al sillón presidencial al menos hasta 2026. Ya no se sabe qué Del Nido es peor.

El sevillismo, herido y avergonzado, clama un "Júnior, vete ya" que se muere en su propio eco. Sólo los que lo han puesto ahí tienen la potestad para cambiar la situación. Y si eso no puede ocurrir hasta 2026, al menos que le griten "Júnior, quédate…pero quieto, miarma".