El Sevilla de Matías García Almeyda Pimienta

El Sevilla volvió a perder en el Metropolitano ante el Atlético de Madrid. Era lo esperado. El Sevilla volvió a sumar una derrota más esta temporada, la tercera seguida. Era esperada. Y el Sevilla volvió a demostrar que el problema de las últimas temporadas no está en el banquillo. Aunque un poco sí. De Francisco Javier García Pimienta a Matías Almeyda no hay tanto cambio. Ahí están los números para corroborarlo. De hecho, el Sevilla de Pimienta era mejor que el Sevilla de Almeyda tras la undécima jornada.

Quiero decir con esto, sin saber cómo acabará la temporada (una idea sí puedo tener, en una porra dije el 14º), es que el mal del Sevilla no es su entrenador. Con Pimienta, el Sevilla sumó 15 puntos en 11 partidos, dos más de los que lleva el Sevilla de Almeyda. Un Sevilla de Almeyda que ilusionó con Europa (y más) tras ganar, golear y barrer al Barcelona (con todo merecimiento) y que ahora parece sumido de nuevo en un lío interesante. Lejos del descenso todavía, las alarmas empezarían a sonar con otro palo ante Osasuna.

El problema del Sevilla es futbolístico, de calidad. De no tener centrales de nivel, de echar de menos a Azpilicueta si falta un segundo de partido. De no tener jugadores en el medio que sepan jugar el balón, puedan poner de gol a sus compañeros o, simplemente, echen la pelota a diez metros a uno con la camiseta del mismo color. Eso Almeyda, ni Pimienta, ni Guardiola podrían evitarlo. Eso se tiene o no se tiene y este Sevilla está muy carente. Y arriba no sólo falta gol. Faltan muchas cosas. Sin Lukebakio, los rivales viven más tranquilos esta temporada.

Sí lanzo un mensaje favorable para Almeyda. Su gran mérito es convencer a los jugadores de cómo jugar, de cómo apretar, de cómo seguir creyendo en lo que se hace. Pero lo que hay es lo que hay. Y lo que hay que es un Sevilla que cabrea a su gente mucho más de las alegrías que da. Con Almeyda o con García Pimienta. Tanto monta, monta tanto.