Los tres jugadores que dejaron el fútbol para ser sacerdotes
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El fútbol y la religión en muchas ocasiones van de la mano. Son varios los futbolistas que dedican sus victorias a su dios y que rezan antes de los partidos esperando alguna ayuda divina para llevarse la victoria.
Kaká, Neymar o Keylor Navas son algunos de los más conocidos, con Dios siempre presente en sus palabras a la hora de dedicar sus éxitos. Luego existen otros casos como el de Mateja Kezman, el exdelantero de Atlético de Madrid, Chelsea o PSV, que ha reconocido envidiar la vida austera y relajada de los monjes.
Aunque la palma se la llevan estos tres futbolistas que abandonaron sus carreras para ordenarse sacerdotes. Con mayor o menor éxito dentro del fútbol, estos antiguos jugadores que colgaron las botas para enfundarse una sotana y predicar la palabra de dios.
El caso más conocido es el del exportero argentino Carlos Roa. En el mejor momento de su carrera, el meta abandonó el fútbol para ejercer de sacerdote en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Era el año 1999, y Roa llegaba después de haber finalizado como el portero menos goleado en una Liga en la que el Mallorca, su equipo, finalizó tercero, además de disputar la final de la Recopa donde no pudo superar a la Lazio.
Sus actuaciones con el equipo mallorquinista y la selección argentina (fue titular durante el Mundial de 1998, siendo clave en la victoria por penaltis frente a Inglaterra en octavos), llevaron al Manchester United a lanzarse a por su fichaje ese verano, pero su fe se impuso a su carrera. Dejó el fútbol durante una temporada y a su regreso nada fue igual. Jugó dos años más en el Mallorca con la condición de que no podía disputar partidos los sábados, el día sagrado de su religión, y pasó por el Albacete y varios equipos de la Tercera balear y de Argentina antes de dejar definitivamente el deporte.
Un caso menos conocido, aunque igual de sorprendente dada su juventud, fue el del central estadounidense Chase Hilgenbrick. Después de ser elegido en el draft de la MLS, Hilgenbrick se marchó a la liga chilena, donde jugó para el Huachipato, Naval y Ñublense antes de volver a su país. Tras varias pruebas, fue finalmente el New England Revolution el que firmó al zaguero de 25 años por aquel entonces.
Había llegado a ser internacional en las categorías inferiores con Estados Unidos, formando pareja con el exmalaguista Onyewu en el eje de la defensa, pero su futuro estaba en otro menester. De modo que, sin previo aviso, en 2008, con 26 años, Hilgenbrick dejaba el deporte rey para enrolarse en el seminario. En 2014 consiguió ordenarse sacerdote y ahora sigue ligado al fútbol como capellán del St. Mary.
El último caso de futbolista que ha dejado el deporte por la religión es el del exfutbolista del Manchester United Phillip Mulryne. El atacante norirlandés no tuvo con los 'red devils' todas las oportunidades deseadas, en un equipo en el que David Beckham, Ryan Giggs, Roy Keane, Paul Scholes, Andy Cole o Peter Schmeichel formaban una base que logró la Champions League en 1999.
Precisamente ese año, después de haber disputado un único partido de Premier en tres años, Mulryne se marchó al Norwich City, donde sí brilló como en la selección de Irlanda del Norte. Allí disputó seis años antes de jugar en su última etapa para Cardff City, Leyton Orient y King's Lynn, donde colgó las botas en 2008 con 30 años debido a las lesiones. Entonces encontró su verdadera vocación. Comenzó a estudiar para sacerdote católico y el pasado 8 de julio consiguió la ordenación, pasando en menos de 20 años de jugar con los 'diablos rojos' a hacerlo para Dios.