[Review] El Ministerio del Tiempo 1x05: “Cualquier tiempo pasado”
Si la semana pasada fue una tensión constante y un bucle infinito de posibilidades, en ésta la Historia y la trama son mucho más lineales y pausadas, lo que le ha restado intensidad el episodio. Es lógico: después de un episodio tan revelador como el anterior, la mejor opción era optar por uno más intimista que se centrase en los personajes y en las consecuencias de sus actos.
Cualquier tiempo pasado nos traslada a los años de la movida madrileña y la España ochentera para contarnos cómo llegó el Guernica a Madrid. El trabajo de localización y documentación es muy concienzudo y preciso,una tarea de producción destacable que no solo se queda en los peinados horteras y la música en garitos underground sino en las referencias culturales a la cultura de la época. Tino Casal, Leño, Jiménez del Oso e incluso, cómo no, los Álcantara son mencionados y homenajeados.
Dejando a un lado la ambientación –que es un punto fuerte todas las semanas-, el episodio ha tenido menos intensidad porque ha tenido menos escenas de acción y de tensión dramática aunque, eso sí, la emoción ha sido una constante. Hemos podido ver cómo es la relación entre los tres protagonistas un día cualquiera, conviviendo juntos y viendo la televisión. De nuevo, Nacho Fresneda con su Alonso Entrerríos ha sido de lo más divertido de presenciar. El cómo un personaje venido desde hace tantos siglos a nuestro tiempo se pone a ver la tv es una de las cosas que hace al Ministerio del Tiempo tan sumamente entretenida.
No solo Alonso Entrerríos ha tenido su momento, en Cualquier tiempo pasado el equilibrio de minutos en pantalla ha sido muy preciso. Por un lado estaba Amelia y por el otro, Julián. De Amelia se ha podido ver poco de su vida privada o su pasado –ya llevamos varios episodios desentrañando la trama de la familia de Amelia- pero se ha podido ver porqué es la líder del grupo. Sus conocimientos y su capacidad de liderazgo le otorgan el puesto por méritos propios. Es agradable ver que la chica aquí no es la damisela en apuros sino la funcionaria intrépida.
En el caso de Julián, las cosas cambian un poco. Los ’80 no son una década remota donde hay gente como Torquemada o Isabel La Católica, los ’80 son los años que recuerda de su infancia. Vivir de nuevo por el barrio donde creciste debe ser un shock por lo que a Julián no se le ocurre otra cosa que pasear por él. Ver a viejos vecinos o a su propia mujer de pequeña son momentos muy emotivos. Y ya no digamos la historia con su padre. Julian descubre de repente que su vida no es tal como imaginaba y que, lejos de la historia de amor para siempre, el matrimonio de sus padres estaba roto. ¿Qué hace Julián? Interferir en el pasado haciendo que la amante de su padre deje a este, cambiando para siempre el futuro de su familia.
¿Qué lectura podemos sacar de eso? Que el pasado se puede cambiar. Las acciones producidas por nuestros protagonistas, afectan en cierta medida los hechos presentes. Pero no solo hemos descubierto esto sino que además, hay otro viajero temporal. Durante todo el desarrollo de la misión para recuperar el Guernica, nuestros héroes se topan con otro viajero que no es del Ministerio sino norteamericano. ¿Qué solución encuentra Salvador? Capturarlo. En la misión no sólo participan Julian, Amelia y Alonso sino que el tándem Irene y Ernesto se enrolan en la aventura.
Incluso Velázquez arrima el hombro. No podía terminar la review sin sacar a colación mi personaje favorito del Ministerio. El robaescenas oficial de la serie consigue cumplir uno de sus grandes sueños: conocer a Picasso. Desde que llegase a nuestra época, Velázquez ha soñado con poder hablar con el pintor más influyente del S. XX y, tras mucho discutir con Salvador, por fin lo ha conseguido. El ver sentados juntos a Velázquez y a Picasso tomándose un vinito ha sido de las cosas más épicas que haya podido hacer el Ministerio del tiempo.