Review | El Ministerio del Tiempo 1x08: "La leyenda del tiempo"

Las cosas buenas suelen durar poco, y la mayoría de las veces, queremos repetir. Eso mismo justamente pasa con El Ministerio del Tiempo: sólo ocho episodios y estamos ansiosos por la segunda temporada. La serie española que ha revolucionado el género –tan olvidado- de la ciencia ficción en nuestro país, se despide con un final de temporada excelente, atando algunos cabos sueltos y jugando con el espectador.

Con la clara premisa de “el tiempo es el que es” (como se diría ya en el primer episodio), toda la trama gira en función de la fatalidad del destino, destino que asusta y que parece irrevocable. Un destino forjado a base de decisiones, más o menos premeditadas, y contra el que no se puede luchar.

En este octavo episodio, El Ministerio no juega a resolver dudas históricas, sencillamente se pliega sobre sí misma para ir desentrañando la tela de araña que ha ido forjando durante esta temporada. Y para ello, viajamos a una de las épocas más ilustres de nuestra Historia: 1924.

Dalí, Buñuel, Lorca...La generación que transformaría el arte se cruza con nuestros protagonistas, destacando sobre todo la figura de Federico García Lorca. Como apunte especial,  siendo andaluza, he de decir que la ausencia de acentos y ciertos “dejes” en las voces de los personajes andaluces ha sido algo que, a veces, ha llegado a irritarme. Alonso, Velázquez y Picasso han pasado por nuestras pantallas y se han dejado algo detrás: el acento andaluz. Se ve que con Lorca eso no ha pasado y la suavidad de las haches, las eses silbantes y las jotas débiles, aspiradas, hacen de él, un personaje mucho más creíble.

Y es que Lorca es el gran protagonista porque en él, en su historia y su figura, se plasman los distintos hilos de los que se tiran en este episodio: el destino, la fatalidad, la premonición; “la leyenda del tiempo”. Para comprender qué se quiere contar, solo hace falta estar atentos a él. ¿Qué significa Lorca? Significa el destino que habrá de ser, la asimilación de su futuro y la aceptación de su presente. Estos tres ejes, llegarán a extrapolarse a nuestros protagonistas.

Comenzando con Alonso, el soldado patriótico tiene momentos muy cómicos en este episodio que ayudan a liberar la carga y la tensión dramática. Su manera de ver el mundo, repleta de caballeros y damas, dista mucho con la visión de un “naturista” Buñuel. Sin embargo, y a pesar de ser quien reparte las escenas más divertidas, será él el protagonista de unas de las mejores secuencias que nos ha dejado El Ministerio del Tiempo.

En un clarísimo homenaje a Don Juan Tenorio, Javier Olivares utiliza la metáfora de Don Juan para volver a contarnos una fábula del destino, aunque esta vez, no solo para eso sino para una lectura más: la de Alonso encontrando el modo de ayudar a su familia. Preciosa escena y sublime Nacho Fresneda, a quien Alonso Entrerríos le viene como anillo al dedo. Alonso por fin deja todo atrás en dicha secuencia, aceptando su presente.

Algo más complicada se le presenta la vida a Julián. Durante todo este tiempo, los ojos de Julián han sido los ojos del público. Sus dudas, su incredulidad…han servido de excusa para comprender nosotros también al Ministerio. Gracias a eso, la empatía con él –guste más o menos el personaje- es mayor, por lo que es sencillo entenderle. Sus momentos con Lorca, su rabia, su ira y finalmente, su final le dan más humanidad si cabe al ex Samur. Sus intentos por cambiar el destino, nos darán un azote de realidad: lo que habrá de ser, será.

Por último, la arista del grupo, la líder de la patrulla, la grandísima Amelia. Es en ella y en Julián y, por supuesto, en su relación, en lo que se basa el episodio para decirnos algo muy simple: todo en esta vida tiene sus consecuencias. La jugada de hace un par de episodios, se vuelve contra ella al descubrir que le hizo un pequeño vacile al destino y ahora éste se vuelve contra ella.

Las revelaciones a las que se va enfrentando y cómo se van desenvolviendo las capas del personaje, quien es cada vez más y más heroico no solo por sus actos como agente sino como persona, nos dan una nueva dimensión sobre Amelia, una más orientada a la emoción que a la racionalidad que la caracteriza. Ella es la única en romper el eje que representa Lorca y al que nos hemos referido: acaba por no asumir el futuro que vendrá.

No obstante y concluyendo ya la revisión de esta season finale,  falta algo muy importante: El Ministerio. Como en casi todas las grandes series, el lugar dónde ésta tiene lugar también funciona casi como un personaje. Las personas que lo mueven, revelan por fin sus motivos y descubrimos, atónitos, que Irene Larra no puede evitar querer hundir al Ministerio, algo bastante comprensible después de la traumática experiencia del episodio anterior.

Por si no nos bastara ese giro de guión, El Ministerio del Tiempo toma a sus espectadores como espectadores inteligentes y le da un giro a la historia de Leiva. Se nos revela que Salvador fue quien le ayudó a escapar, algo que sin querer sabíamos si hubiéramos prestado más atención. Chaupeau por ese detalle que ahora hace que queramos estar pendiente de cada línea de guión.

En definitiva, y como broche final a este pormenorizado análisis, solo queda por decir que El Ministerio del Tiempo es la ficción que necesitábamos. Una ficción con capacidad crítica, que abrazase la Historia de España desde un punto serio, sin necesidad del humor facilón, que supiese jugar con los trucos narrativos a su alcance –el debate de si es mejor o peor cómo lo hacen, es harina de otro costal- y que crease a personajes femeninos que funcionan por sí solos, sin tramas amorosas introducidas con calzador y con un plantel de personajes variados y bien construidos. Pese a las críticas que se le puedan hacer, en conjunto la serie funciona muy bien, es entretenimiento con mayúsculas y lo mejor, han sabido cómo terminar bien la temporada, con un cliffhanger muy sutil. ¿Alterará para siempre Amelia con sus decisiones el futuro de manera irremediable? Tendremos que esperar a la segunda temporada.

PD: ¿Se puede fichar a Jordi Hurtado como personaje regular? ¡Yo voto por ello!