Empatía por el Málaga (II)

Suele enriquecer mirar por el retrovisor y desviar parte de la atención de un presente que no da tregua. El Málaga, nuestro Málaga, el denominador común del corazón de una ciudad, está en apuros. Lo lleva estando en estos últimos años de huida hacia adelante, pero ahora los goles en contra han derribado las paredes de los despachos. Y se ha descubierto una guerra de bandos en la que los afectados, como en todas las guerras, son los civiles. Léase los aficionados, que rima con frustrados y hastiados.
Hace no más de tres años escribí en esta misma tribuna un artículo que se titulaba ‘Empatía por el Málaga’. Pueden releerlo aquí. Si no, les copio algunas frases de lo redactado aquel agosto de 2012: “(…) El club, con matices, ha vuelto a estar intervenido, el jeque ha reaparecido con timidez, Pellegrini ha tomado el poder, han llegado nuevos ejecutivos, otros se van señalados (…). El club se metamorfosea y nos queda la duda de saber si para bien. La duda de, si detrás de esa reestructuración se está caminando despacio y sin vértigo, de si no se sigue huyendo hacia adelante y atajando a las treguas”.
Y digo yo, ¿les suena? Sí, la historia de siempre en este último lustro. La del pasado lunes. La historia del malo que se va entre sombras y del bueno que viene sin saber nadie de dónde ha salido. La historia de que el jeque ahora sí se va a implicar, de que va a volver a invertir… Lo de siempre. Pero claro, cada día que pasa la credibilidad del propietario es menor y su figura está más desgastada pese a su carisma imperturbable. Lleva siendo mucho tiempo un presidente que no preside y que parece no saber elegir a quién le deja las llaves de su casa. Con todos, sin excepción, acabó a la gresca.
Desde el lunes es conocido en el patio que un bufete de abogados de Granada (¿no había nadie en Málaga capaz?) controla los designios de nuestro club bajo la supervisión de Al-Thani. Se presentaron solos, sin nadie de los ‘nuestros’ dándole calidez al acto, y nos leyeron un guion que ya nos suena y nos aburre. ¿Palabras huecas? Habrá cambios, dicen. Ojalá para bien. ¿Cuáles? Queremos verlos. Pedimos definición en la estrategia deportiva y financiera. Y exigimos responsabilidad y empatía. Igual que aquel verano de 2012 y otras tantas veces antes y después. Empatía por la afición. Empatía por la institución. Empatía por un equipo y un club que se desangran. Y honestidad y realidad. De una vez por todas. El Málaga lo merece.