Ruffy and the Riverside: un viaje encantador y accidentado por un mundo de papel

-
Ruffy es un homenaje indie a los plataformas 3D de los años 90 con una estética brillante y muchas grandes ideas
-
Una mecánica de intercambio de propiedades de los objetos es alma jugable de esta adorable aventura
-
Peak, el adorable indie cooperativo de escalada, alcanza el millón de copias en Steam
Cuando comenzamos nuestra aventura con Ruffy and the Riverside, lo primero que llama la atención es esa estética. Ruffy, el osito protagonista, es una especie de ‘Ewok mal’, recortado sobre una hoja de papel y que despliega una sonrisa contagiosa acompañada de movimientos espasmódicos y repetitivos. Un juego que despliega una estética realmente original que toma elementos de Paper Mario y que quiere ser un homenaje a los juegos de plataformas de los 90. Nostalgia noventera y mecánicas modernas en un entorno tridimensional y semiabierto lleno de sorpresas, puzzles y coleccionables.
El título, desarrollado por el estudio indie alemán Zockrates Laboratories, nos sitúa en Riverside, un mundo colorido amenazado por un cubo maligno que pretende destruir todo a su paso. Nuestra misión es recolectar las letras que conformaban la palabra RIVERSIDE del vandalizado cartel estilo ‘Hollywood’ que coronaba el simpático y colorido pueblo, para restaurar el núcleo del mundo y salvarlo del caos. Una premisa algo enrevesada pero suficiente para motivar nuestra exploración y los encuentros con una fauna variada y memorable.

Una mecánica muy original: el 'swap'
La mecánica que se configura como elemento central de Ruffy and the Riverside es el sistema de intercambio de propiedades de los objetos y materiales, también conocido como ‘Swap’, que es una especie de superpoder que tiene el bueno de Ruffy. Esta mecánica le permite copiar la textura, propiedad o color de un objeto y aplicarlo a otro, generando transformaciones que afectan al entorno y permiten resolver todo tipo de puzles. ¿Necesitas escalar una cascada? Copia una textura de lianas y pégala sobre el agua. ¿Quieres flotar sobre el mar? Intercambia piedra por madera. ¿Necesitas terminar una combinación lógica para resolver un puzle? Copia la respuesta correcta y pégala en su lugar para abrir esa puerta o lo que sea que complete el acertijo.
Es una idea muy simple pero resulta brillante y se aplica de múltiples formas en el juego. De hecho, puedes experimentar con el swap todo el rato y descubrir rutas o soluciones que podían estar ocultas. El ‘swap’ se aplica de manera muy sencilla: con el gastillo derecho apuntando a un objeto copiamos sus propiedades y con el botón RB soltamos esa propiedad sobre otro objeto al que hayamos apuntado. Aquí se produce la magia.

Pero es un sistema que también trae sus propias frustraciones: el juego a veces exige lógicas muy abstractas y las soluciones no siempre son fáciles de interpretar. Aquí el constante ensayo y error será obligatorio para encontrar la solución correcta, lo que puede hacer que la experiencia se vuelva irregular y hasta exasperante en algunos tramos. Y el problema es que el juego alterna puzles extremadamente sencillos con otros que te volverán loco y te harán dejar de jugar porque la solución es una locura que sólo la sabe uno de sus desarrolladores.
Exploración densa y mucho coleccionismo
Riverside está dividido en diversas regiones con biomas bien diferenciados: playas, bosques, cementerios, ciudades… Cada zona ofrece nuevos tipos de puzzles, personajes con los que hablar y secretos por descubrir. Además de recolectar las letras principales, hay decenas de objetos secundarios por encontrar: mariposas, gemas, cofres, diseños personalizables para las texturas, y mucho más.
Esta abundancia de actividades mantiene el ritmo activo todo el rato y es una mina para los coleccionistas y completistas, aunque en algunos momentos llega a ser una experiencia un tanto abrumadora. El juego intenta replicar la filosofía de Breath of the Wild en cuanto a la libertad de distracción, pero no siempre logra el equilibrio. A esto se suman algunas repeticiones de puzzles que pierden impacto tras la decimosexta vez que transformamos una cascada en lianas para escalar sobre ellas.

Todo está lleno de personajes con los que hablar y seguro que todos ellos nos descubrirán una nueva tarea secundaria que realizar, pero en general los diálogos y el guion general no es demasiado brillantes. Eso sí, hay personajes secundarios importantes, como Pip la abeja o Sir Eddler el topo, que tienen su rollo y que tienen sentido a nivel jugable.
Estilo visual encantador y nostálgico
El apartado gráfico de Ruffy and the Riverside es uno de sus grandes aciertos y es que entra por los ojos. Eso no se puede negar. Todo parece salido de un cuento infantil dibujado con rotuladores. Personajes planos en 2D conviven con escenarios en 3D de pocos polígonos y texturas ilustradas. Esta mezcla genera una atmósfera vibrante y singular que desde luego tiene su propio estilo. Gracias a un uso inteligente de sombras y luces, los personajes están integrados en el entorno pese a su bidimensionalidad.
Aunque tengo que decir que el diseño del propio Ruffy es el menos acertado. Mira que hay personajes secundarios chulos en el juego, con diseños originales y adorables, pero el oso tiene muy poco carisma y diría que más que parecer infantil me da un poco de miedo. Seguro que aparece en mis pesadillas con esa sonrisa tonta y levantando los pulgares todo el rato (una pesadilla en la que mi salto siempre se queda corto para alcanzar una plataforma).

La banda sonora acompaña bien la acción, con melodías juguetonas que recuerdan a los clásicos de Nintendo 64. Los efectos de sonido, especialmente los murmullos de los personajes, evocan a títulos como Banjo-Kazooie, y si bien algunos pueden llegar a cansar, como los exasperantes “Woohoo!” de Ruffy, en general aportan su identidad al juego.
Algunos problemas técnicos y decisiones cuestionables
No todo es color de rosa en Riverside. Hay fallos evidentes en la navegación, especialmente con las escaleras, que a menudo son un suplicio de colisiones erróneas y los saltos tampoco están finos. El sistema de control es rápido pero muy poco preciso, y los puntos de guardado pueden hacernos repetir secciones que ya dominamos. Además, la falta de variedad en enemigos y jefes (no hay más de cinco tipos en todo el juego) limita el potencial de los combates, que terminan siendo un trámite insípido.
El swap, aunque brillante en su concepto, presenta inconsistencias que rompen la inmersión. No todos los objetos lógicos pueden ser intercambiados, y a veces las soluciones están escondidas en lugares arbitrarios. La curva de dificultad es irregular, con puzzles excesivamente fáciles al lado de otros totalmente desconcertantes, sin una progresión clara.

Conclusiones de Ruffy and the Riverside
Ruffy and the Riverside es, en muchos aspectos, una carta de amor a los plataformas 3D de los 90. Su estilo visual, mecánica central y variedad de escenarios son prueba de una creatividad desbordante. Sin embargo, también sufre de fallos de ejecución que impiden que brille con todo su potencial. Es un juego que disfrutarán especialmente quienes crecieron con la era Nintendo 64 y PlayStation, pero que podría desconcertar a jugadores modernos acostumbrados a un mayor refinamiento.
Plataforma analizada: Nintendo Switch
Lo mejor:
- Mecánica de “swap” original y creativa
- Estilo visual único y llamativo
- Gran variedad de biomas, puzzles y actividades
Lo peor:
- Escasa variedad de enemigos
- Problemas técnicos y colisiones frustrantes
- Guion poco inspirado
70/100