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Análisis de Baby Steps: paso a paso hacia el absurdo más absoluto
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Análisis de Baby Steps: paso a paso hacia el absurdo más absoluto

Baby Steps
Baby Steps
  • Un simulador de caminar que te torturará a cada paso pero que no podrás soltar hasta desvelar toda su delirante historia

  • Mueve los pies de Nathan, el personaje mas odioso de la historia de los videojuegos, para llevarlo a lo más alto

  • PEAK: escalada cooperativa con alma de game jam

DMQ
Periodista. Músico. Padre. Gamer.

Después de tantos años uno piensa que los videojuegos ya no pueden sorprenderte, o al menos no demasiado. Pero luego llega un juego como Baby Steps y te deja con la boca abierta un buen rato. ¿Cómo es posible que un título que está diseñado para ser extremadamente frustrante, incómodo, desesperante y absurdo a partes iguales me haya atrapado durante más de 20 horas?, ¿y además haya sido capaz de gustarme tanto? Nada en Baby Steps tiene sentido alguno, pero resulta una mezcla que me ha atrapado sin remedio y se ha convertido ya en uno de mis juegos favoritos de lo que llevamos de año.

Baby Steps es una especie de ‘simulador de caminatas’ que cuenta con un asombroso sistema de físicas que está especialmente diseñado para causar dolor y volverte completamente loco con cada paso. El juego ha salido de la mente perturbada de varios diseñadores entre los que se encuentra Benett Foddy, el creador del igualmente irritante Getting Over It. El juego te reta a dar, de manera física, todos y cada uno de los pasos del protagonista en su loco viaje y dejarte un poco de años de vida en cada uno de ellos.

Un juego hecho para sufrir

En el juego encarnamos a Nathan, un hombre de 35 años que vive en el sótano de sus padres tirado todo el día y sin hacer nada productivo. En medio de una discusión familiar entre sus padres que amenaza de nuevo con expulsarlo de casa, Nathan se ve trasladado al pie de una enorme montaña, descalzo y vestido con su pijama/mono gris que parece adherido a su cuerpo desde hace varias semanas y que pide a gritos pasar por la lavadora (o mejor, ser incinerado). Una vez aquí y sin explicación alguna, Nathan tiene que echar a andar.

Y para que Nathan ande nosotros controlaremos cada uno de sus pies con un gatillo del mando (del DualSense de PS5 en nuestro caso). El proceso implica apretar el gatillo derecho para levantar el pie derecho de Nathan y empujar el stick izquierdo lo suficiente (y sin pasarnos) para adelantar esa pierna, soltar el gatillo y Nathan apoyará el pie en ese punto. Ahora toca repetir el proceso con el pie izquierdo. Todo ello a su ritmo, manteniendo la presión justa en los gatillos para que Nathan no levante demasiado los pies (o demasiado poco) y la distancia y posición justa de cada pie para mantener el equilibrio del fofo cuerpo de Nathan. El resultado: un esfuerzo titánico y doloroso para dar dos pasos y avanzar un metro y medio.

Baby Steps
Baby Steps

Y con esta tortura de mecánica, diseñada para hacernos sufrir como si de un castigo divino se tratara, el juego nos pone ante la titánica misión de escalar una gigantesca montaña. Nathan es un tipo muy raro, completamente antisocial y extremadamente torpe, que convierte cada mínima conversación con los extraños secundarios con los que comenzamos a cruzarnos en un diálogo absurdo y tremendamente incómodo en el que todo el rato nos atormenta la vergüenza ajena.

Pero es precisamente con este tipo con el que tenemos que comenzar a completar una especie de ‘viaje del héroe’ como nunca hemos experimentado. Su torpeza, su falta de equilibrio, sus constantes gruñidos y quejas, sus titubeos y esos brazos fofos e inertes que cuelgan a los lados de su cuerpo y que no sirven ni para apoyarse para levantarse… todo en Nathan es despreciable y exasperante, pero, paradójicamente empatizamos con él a los cinco minutos de juego y se cuela en nuestros corazones. Y en lugar de querer llegar a lo alto de la montaña para despeñarlo y verlo morir aplastado para siempre, en realidad queremos ponerlo a salvo y descubrir qué hay al final del camino para el pobre de Nathan.

Baby Steps
Baby Steps

Físicas crueles y humor absurdo

Aunque el sistema de caminar parece realmente simple, según vamos avanzando nos damos cuenta de que tiene una precisión milimétrica. Una vez que nos acostumbramos a la mecánica y al preciso sistema de físicas vamos cogiendo el tranquillo y descubriendo que la presión de los gatillos determina exactamente cuánto levanta las rodillas Nathan para dar un paso, lo que nos permite ajustar cada zancada a los obstáculos del camino. También la sombra de los pies nos da pistas para saber exactamente dónde va a plantar el pie nuestro protagonista. Al cabo de una hora somos expertos en la mecánica y loque al principio nos parecía una tortura imposible ahora sólo es una tarea frustrante pero adictiva.

Aunque claro está, los entornos nos reservan toda clase de obstáculos y lugares imposibles por los que necesitamos transitar para llevar a nuestros siguientes objetivos: escaleras imposibles, riachuelos, piedras resbaladizas, laderas llenas de barro que parecen toboganes de un parque acuático, puentes a medio construir, tablas endebles por las que hacer equilibrios 100 metros sobre el suelo… Y por mucho que le hayamos cogido más o menos el tranquillo a lo de dar pasos a golpe de gatillos y sticks, Nathan se dará de bruces contra el suelo cada medio minuto, como poco, y lo peor: muchas veces daremos un traspiés fatal que hará que Nathan se despeñe 70 metros ladera abajo y tengamos que repetir una sección que nos ha llevado completar 20 minutos.

Baby Steps
Baby Steps

Pero, aun así, no he podido dejar de jugar, de seguir dando pasos imposibles y torpes y me he tirado hasta las 4 de la mañana intentando llegar al siguiente punto iluminado de la montaña que me daría otro pedazo de historia del juego. Otra cinemática incómoda con diálogos delirantes con esos personajes secundarios semidesnudos (un hombre caballo, un hombre cabra y otros personajes aún más absurdos y casi todos ellos con sus enormes genitales al descubierto). Pero es que la historia del juego, absurda y tremendamente divertida, es una completa genialidad. Me he reído tanto con las situaciones y diálogos que se me ha olvidado toda la hora anterior en la que luché amargamente contra una colina llena de piedras irregulares, barro y raíces para llegar a una localización que estaba a veinte metros.

Elige tu propia tortura

Y lo mejor de Baby Steps es que enseguida te das cuenta de que ofrece un vasto escenario para explorar bajo tu propia responsabilidad, que encierra muchas sorpresas escondidas y pequeñas recompensas y maneras extrañas y tremendamente difíciles de alcanzar los siguientes puntos importantes de la historia. Pero en realidad el juego te marca el ‘camino sencillo’ (si por sencillo entendemos varias horas de maldiciones y luxaciones en los dedos índices de las dos manos) y lo hace de una manera sutil: con caminos marcados y latas y botellas tiradas por el suelo.

En realidad, el juego te deja que elijas tu nivel de sufrimiento: hay un camino más o menos sencillo, aunque algo más largo seguramente, para alcanzar un objetivo, pero si quieres, puedes intentar acortar por el lado más directo, escarpado y peligroso. Si eliges la segunda opción es posible que hagas pasar a Nathan por caídas innecesarias, golpes brutales y accidentes potencialmente letales, pero también es posible que descubras lugares ocultos e increíbles.

Baby Steps
Baby Steps

En uno de mis rodeos para intentar llegar a la puerta de una especie de castillo donde se suponía que Nathan debía llegar para pedir un deseo (no os voy a explicar los detalles de las conversaciones con los hombres-bestias en pelotas que me llevaron hasta allí) me caí dos veces por un desfiladero y después me arrastró la corriente de un río. Cuando pude alcanzar una orilla a base de sacudir el cuerpo de Nathan como un salmonete epiléptico me alejé del agua y descubrí un campo de fútbol en mitad de un valle escondido.

Allí había unas líneas en el césped, una portería y un balón de fútbol en el extremo opuesto. Y claro, había que intentar coger ese balón y meterlo en esa portería. Era imposible resistir la tentación. Pues os puedo confesar que pasé la siguiente hora y media de juego intentando que ese cuerpo torpe y esos pasos imprecisos llevaran el balón hasta el fondo de la red. Una tarea titánica cuya recompensa no voy a desvelar, pero que es un fabuloso ejemplo que resume el espíritu de este juego: una mecánica dolorosa dentro de un mundo que lo vuelve extrañamente adictivo, cargado de estímulos que te hacen seguir y seguir, paso a paso.

Y todo ello con unos gráficos toscos pero que le vienen de perlas a la propuesta absurda y surrealista del juego. La música es una delicia y las voces de los personajes (que parecen dobladas pro la misma persona) me han hecho sonreír a cada instante.

Baby Steps
Baby Steps

Conclusiones de Baby Steps

Por supuesto, Baby Steps es una propuesta demasiado ‘marciana’ para que guste a todo el mundo. En realidad, es un juego muy especial que sólo atrapará a aquellos que busquen experiencias realmente nuevas y les guste el humor delirante, soez y políticamente incorrecto, unido a una mecánica tan desafiante como frustrante pero que, de difícil y dolorosa, resulta adictiva. Mucha gente lo odiará, pero para mí es lo más fresco y original que he disfrutado en años.

Plataforma analizada: PlayStation 5

Lo mejor:

  • El enorme entorno lleno de sorpresas, desafíos y locuras
  • Los diálogos, la historia y los personajes del juego
  • El humor absurdo, incómodo y provocador

Lo peor:

  • Puede ser frustrante y su mecánica no es para todos
  • Es algo injusto en algunos tramos

85/100

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