El orden de las cosas

La imagen de este Málaga CF es la de los últimos minutos en Girona. La de un equipo roto por el esfuerzo, por la garra y el compromiso. No será el equipo más vistoso, pero pocos podrán presumir de tener más corazón. Ganó el Málaga al Girona (0-1), que venía de vencer en casa del Espanyol, porque volvió a ser el Málaga, ese equipo áspero para el rival que en su solidez defensiva tiene mucho camino ganado. Creció desde atrás de nuevo, dejó su puerta a cero y, con eso amarrado, arriba siempre puede caer algo. Esta vez fue el balón parado, la zurda de Yanis y la cabeza de Escassi. 21 puntos y no ha terminado noviembre. Una bomba de oxígeno en pleno arreón final de 2020. Victoria de ley, victoria por orden.

El Málaga saltó a Montilivi con el plan definido en la cabeza y en las piernas. Con hasta siete cambios y variando el sistema, las modificaciones trajeron un equipo bien plantado y con riqueza táctica. Después del susto inicial de Sylla tras un error en la salida de balón de Josua, el Málaga dominó desde la solidez desmontando casi cualquier intento gerundense de conectar con su delantero. Matos e Ismael Casas cerraron bien las bandas, y sin las fugas de otros días el crecimiento fue continuado. Sobre todo cuando Cristian Rodríguez, desconectado pegado a Chavarría, retrocedió para ocuparse de la salida del esférico. Poco antes, el aviso llegó en la bota derecha de Yanis. Bueno, realmente en el hueco que quedó entre su bota derecha y el balón tras un pase atrás de Chavarría que no logró rematar.

Esa ocasión dibujó lo que quería el Málaga. Rapidez en la salida con Joaquín -de menos a más y con varios detalles- e Ismael, dinamismo de Chavarría y fogonazos de Yanis. El franco-argelino le sacó una amarilla a Calavera y recién rebasada la media hora el foco se fue a su zurda. El balón parado volvió a dar rédito porque Yanis la puso de fábula y Escassi, en su primer gol como malaguista, cabeceó como un killer. Girando el cuello, al palo más alejado. Un gran gol que asentó a un Málaga que sólo dejó un resquicio a su espalda, la que a punto estuvo de aprovechar Bárcenas dos minutos después. Derechazo arriba y mano cambiada excelsa de Dani Barrio. La única ocasión del Girona, sin soluciones ante un Málaga superior y más compacto.

Todo buenas noticias salvo por el tobillo derecho de Escassi, maltrecho tras un golpe en la primera parte y que le obligó a perderse los primeros minutos de la temporada. Tuvo que entrar Lombán por el paleño, al que las cámaras captaron a la pata coja evidenciando su dolencia. Se quedó la zaga sin su jerarca y otro malagueño, Luis Muñoz, apareció providencialmente para evitar el gol cantado de Sylla. Monchu filtró un pase a la espalda de Matos y Bárcenas buscó al delantero del Girona. Menos mal que Luis Muñoz leyó mejor que nadie la acción y se anticipó para impedir el 1-1. Arreó de inicio el Girona, cortó el plan el Málaga retirando a Benkhemassa -con amarilla- y dando entrada a Ramón. No había balón y Pellicer buscó recuperarlo de nuevo. Declaración de intenciones.

Le costó encontrarse al Málaga, que por el camino volvió a asustarse con un cabezazo de Monchu en una media salida de Dani Barrio, al que de vez en cuando por arriba le cuesta mandar. El Girona se convirtió en gaseosa y en el descenso de su efervescencia mejoró un Málaga que elevó su presión. Se movió el árbol de nuevo: entraron Calero -de nuevo de interior- y Caye, se marcharon un fatigado Joaquín y un no menos batallador Chavarría. Pudo sentenciar el Málaga en una alarde de raza de Luis Muñoz, que robó con pillería y definió contra el larguero. Tenía tiempo el capitán y decidió al primer toque cuando la jugada quizá pedía temple en la definición. La recta final fue la de un equipo tremendamente comprometido, mandando al traste todo lo que caía en su área. Con orgullo, con fe. Volviendo a ser el Málaga. 21 puntos ya en la mochila.