Es nuestra Liga, defendámosla
La tercera década del siglo XXI ha empezado con un bendito regalo para los aficionados al fútbol en España. De repente, ha brotado de la nada la mejor Liga de los últimos lustros. Una competición criticada únicamente por dos tipos de aficionados. Por un lado, aquellos que creen que el mundo acaba en la calle Concha Espina de Madrid o en el último asiento del Camp Nou (exacto, ese por el que pagan casi 100 euros para usar prismáticos). Por otro, los que tratan desesperadamente de minusvalorar el éxito del contrario. Los demás convendremos, desde la lógica y el razonamiento, que una Liga en la que los cuatro primeros van a acabar en menos de diez puntos y con emoción hasta la jornada 38 es fantástica.
La tradicional y emocionante lucha por el último puesto Champions y por los puestos europeos se ha trasladado hacia arriba. Y bien que gana la competición con ese cambio. Un giro que tiene una sola explicación: el descenso de potencial de los dos colosos, Real Madrid y FC Barcelona. El lamento de sus aficionados, lógico, es gloria bendita para los hinchas de los demás equipos, hastiados de ver ligas de 100 puntos y a Messi y Cristiano Ronaldo decidiendo partidos en el minuto 23.
Pero, ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Ha sido casualidad, es algo fugaz? ¿Se trata del fruto de un voluntario cambio de sistema? Me temo que hay más de lo primero. La ilusión se topa de bruces con la seriedad de España como país. Y eso que el asunto ha mejorado (era difícil hacerlo más injusto, la verdad). El reparto televisivo desde la venta centralizada ya no es un banquete para dos privilegiados mientras 18 tontos luchaban por las migajas que caían de la mesa. En 2015 Madrid y Barça ingresaron casi 140 millones y el tercero en cuestión, el Valencia CF, 48. En 2020, Barça (165) y Madrid (156) ya no estaban tan lejos de Atlético de Madrid (124) o Sevilla FC (79). Seguimos sin la capacidad intelectual de ingleses o alemanes, pero algo es algo.
Mientras más ajustemos ese reparto, más posibilidades de encontrarnos con una Liga como la de este año. Con esas diferencias, lo único que puede ayudar a la competitividad es la mala gestión de Madrid y Barça, que es justo lo que ha pasado. Los dos han gastado durante varios años por encima de sus posibilidades con tal de aguantar el ritmo de sus competidores europeos, muchos de los cuales son propiedad de magnates árabes, lobbies económicos o directamente países. Uno de estos ha comprado nada menos que un Mundial, que celebrará con un alto número, en pleno siglo XXI, de ¡esclavos muertos!
Los incondicionales de los dos grandes, aunque muchos vivan a cientos de kilómetros mientras el equipo de su localidad agoniza y otros cobren por informar, comprarán cualquier discurso que les vendan. Incluso denunciarán las cuentas en verde del Osasuna y la necesidad de una Superliga para volver a tener dinero que malgastar. Son los mismos que defendían que, como Real Madrid y Barça eran los mejores pues debían ganar mucho más que los demás. Sin pararse un solo segundo a pensar que si se les da más dinero que al resto por eso, cada vez serán mejores que los demás y cada vez deberán ganar más. Y así hasta el infinito de la estupidez.
Otro condicionante no planificado que ha beneficiado la competitividad de la Liga es la 'vejez' de Messi y la ausencia de Cristiano Ronaldo. Dos jugadores que destrozan rivales y, por tanto, hacían saltar por los aires a la competición. De eso nadie tiene culpa, faltaría más. Es más, por otro lado, la pérdida de ese duelo repercute para mal. Pero el paso del tiempo no lo puede parar nadie y sin un supermessi y sin CR7, los partidos son más terrenales, igualados, abiertos y divertidos.
Aparte del maquillaje en el reparto de ingresos televisivos, lo único que sí es imputable a la voluntariedad de los okupadores de despachos es la implantación del videoarbitraje. Con décadas de retraso, sí. Que ha sido cosa de todas las ligas y no 'motu proprio' en España, también. Que no ha acabado con todos los errores y golfadas, por supuesto. Pero bueno, ahí está. El VAR es una maravilla que, aunque no perfectamente usada, ha igualado aún más a los equipos. Sus detractores, curiosamente los mismos que limitan su visión a Concha Espina o al último asiento del Camp Nou, señalarán manos negras y discutirán acciones indiscutibles. No por incapacidad, sino por la voluntariedad de crear una especie de alarma social (¿recuerdan la aparición de ese concepto hace años para su uso mezquino en busca de castigos a la carta?) y lanzar una campaña para quitar el VAR. No se fíen ni un pelo de quienes no quieren el videoarbitraje y te dicen que es de noche con gafas de sol puestas.
Para crear esa confusión artificial harán cualquier cosa. Dirán que vaya la que tiene formada el VAR con lo de las manos. Como si eso fuera un problema de la televisión y no de los monos pistoleros que redactan la normativa (esa que luego se cambia sin disimulo a mitad de una temporada alterando cualquier cosa parecida a la pureza de la competición). Denunciarán que se pierde mucho tiempo en revisiones y se corta el ritmo de un partido. Cuando lo único que interrumpe es el ritmo infernal de atropellos históricos e impunes. Clamarán por fotografías en las que la perspectiva no es nada para alterar la realidad paralela. Y así hasta que confundan a cualquiera que ande más o menos despistado o que acabe mareado entre tanto rebuzno. Esa es la técnica para convencer de que el VAR es caca, niños.
Todos esos son los enemigos de nuestra Liga. Los que no buscan fomentar la igualdad sino los privilegios. Reconozco que no debe ser nada fácil acabar con ello. Pero yo, qué quieren que les diga, prefiero una Liga en la que el Cádiz CF no haya perdido ninguno de sus dos partidos con el Barça, ese que se conjuró por la Liga en una impactante barbacoa tras la que no hubo 'desfase' (jejeje) pero sí debacle de resultados. Una competición en la que el cuarto tenga opciones matemáticas de ganarla hasta casi el final. Un torneo en el que tenga que quejarse de penalti anticonstitucional quien antes hablaba de 'ushiro nage' para justificar la barbaridad de un árbitro sobre el que sobrevolaba la amenaza de siempre: la lapidación mediática hasta su hundimiento personal y profesional.
Prefiero una Liga en la que el Alavés y el Cádiz ganen en casa del Madrid, el Celta en Barcelona, el Eibar en Nervión y el campeón ronde los 80-85 puntos en vez de 100. No pasará siempre, pero si queremos que haya opciones reales de ver muchas ligas así y no depender de la casualidad ya sabemos lo que tenemos que hacer: justamente todo lo contrario a lo que se ha estado haciendo en los últimos 15 años. Es nuestra Liga, defendámosla.
Totalmente de acuerdo, no es posible que la maquinaria creada por los grandes, acabe con el fútbol, y los periodistas deberían ser los primeros en defender a "TODO" el fútbol, sin trampas ni ayudas, a los de siempre.
Totalmente de acuerdo, no es posible que ka maquinaria creada por los grandes, acabe con el fútbol, y los periodistas deberían ser los primeros en defender a "TODO" el fútbol, sin trampas ni ayudas, a los de siempre.
Si señor, más alto se puede, más claro imposible.
TOTALMENTE DE ACUERDO!!!!!!!. CEFERIN A POR ELLOS!!!!!!. y DESPUES HABLAMOS DE TUS DESMANES Y DE TU COLEGA DE FIFA, QUE TAMPOCO SOIS MUY LIMPIOS QUE DIGAMOS.