La codicia dejó al Athletic sin su cuarta victoria consecutiva

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En la Cartuja, a la tercera fue la vencida para el Athletic Club. Con nueve puntos en el casillero, compartiendo el liderato con el Real Madrid. En el horizonte liguero, la proeza que supondría conseguir la cuarta victoria consecutiva. Lo nunca visto. Para ello habría que vencer al Deportivo Alavés de Coudet. Como si la hazaña fuera una cuestión de espera, el duelo ante el 'Glorioso' se apartó. Escondido permanecía. A la hora de pedirle cuentas al encargado, se llamó a andanas. "Yo qué sé". Nadie sabía.
"Cuando lleguemos al río, pasaremos el puente". Creció salvajemente la vegetación en torno al castillo donde descansaba el 'Athletic durmiente'. Eran otros los que hablaban por él. O del partido. La comparecencia de Yeray Álvarez para dar fe del severo castigo sufrido por la ingesta de una pastilla que no iba más allá del cuidado de su cabello. Ernesto Valverde, muy dolido por el arbitrario peso de la ley. La baja médica de Nicolás Williams.

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La esperanza de que el 'affaire' Laporte concluyera con el regreso a Bilbao del central que había despertado de su sueño de 'las mil y una noches'. Luz verde para el central zurdo que pude ver en un torneo juvenil que se disputaba en Laredo 2012. La justicia deportiva falló a favor, y a tiempo. Dispuesto para la Liga. Y convencidos de que su dorsal tendría valor para las noches de la Champions.
Y en eso que San Mamés, casi lleno a la hora de la verdad. Un partido 'escondido'. Con Valverde en la grada y Aspiazu en el banquillo. Son los futbolistas los que juegan. Pero no es lo mismo con Txingurri a pie de campo que sin él. Su ausencia hizo daño. Demasiado. Desde el verde, los leones desviaban la mirada al área técnica.
Y al no verlo en cuclillas, o de pie, arengando, o sentado, apuntando sus cosas en una libreta, no pudieron evitar sentirse desamparados. "La insoportable levedad de un equipo con su técnico castigado". Hombres. Sí. Leones. Sí. Pero a falta del cariño y los mimos de la persona que más los quiere.

El partido había empezado. Poco tiempo necesité para hacerme cargo de que los momentos para la diversión habían terminado. No reparo en mis jugadores. Como no sucede con el Real Madrid, el Athletic sí tenía un rival enfrente. Muy bien armado. Trabajo de su entrenador. El 'Txatxo' Coudet. Todo un verano para armarse de razones y aparecer en San Mamés cual 'Comandante' que pone freno a la diversión y manda a parar.
No me duele si digo que fue el Deportivo Alavés el que ganó el partido, y no el Athletic el que lo perdió. Jaun ta jabe. Insuperable, defendiendo. Elegante, poderoso, intratable a la hora de manejar el balón. Nada que ver con el 'Glorioso' que tanto sufrió en el pasado ejercicio.
Si fuera una final, se me antojaba el exceso de la prórroga y el lanzamiento de penaltis. Era de liga el partido, sin embargo. Una cuarta victoria tan deseada como apenas esperada. Un empate sin goles. Ya fue dicho: cuando no puedes ganar, no pierdas.

Impotencia. Cierto que el Alavés apenas inquietaba la portería de Unai Simón. Y que los leones se perdían en amagos de amenaza. Sucedió, entonces, lo que acontece cuando el propietario del terreno siente que no ganar por cuarta vez consecutiva es un fracaso. La codicia. El castigo.
En el 57', un caos ciego e idiota irrumpió para ejercer de verdugo en la disputa. Caos. Ceguera. Idiotez.
Denis Suárez no pretendía nada cuando tocó inocente y leve a un área desahuciada. Berenguer, tampoco, cuando opuso su cabeza en la trayectoria del balón. Unai Simón, por último, no fue sino un portero burlado por el viaje de un esférico que, sin billete para ninguna parte, trazó una trayectoria diabólica destinada a colarse por la escuadra más lejana. Con el obsequio del gol, la muchachada del 'Chacho' Coudet se dedicó a gestionar el partido tratando la pelota como si el choque ante el Arsenal se estuviera disputando.
• Por Kuitxi Pérez García, periodista y exfutbolista
Ya tenemos a Laporte. ?y ahora que?. ? Va ha meter él los goles?.
Hoy, como alguna otra vez, sí que has flipado en colores al escribirlo, Kuitxi. No hay por dónde coger el desgo que tú has visto. Muy outsider, mucho, como intuyo que te gusta.