Bienvenido, Míster Marshall

El Sevilla FC volverá. Más pronto que tarde, el equipo de Nervión volverá a ser lo que era, pero el momento que atraviesa es el más duro del Siglo XXI y posiblemente uno de los más amargos de su historia. Al haberse acostumbrado al dulce, por todo lo que se ha vivido desde que empezara a tocar la gloria en 2006 y se fuera habituando a hacerlo durante prácticamente dos décadas. En tres lustros y pico, también fueron habituales sus victorias y demostraciones de superioridad en el derbi sevillano, la vitamina básica para la afición. Lo domina históricamente y lo dominaba moralmente. Hasta ahora.

La rivalidad futbolística hispalense funciona como vasos comunicantes, y durante muchísimos años siempre se iban llenando hacia el lado de Nervión. Ahora están tocando las duras, muy duras, para el sevillismo, que mientras ve a su equipo descomponerse hasta el punto de rozar el estado de putrefacción, levanta la vista un poco y se encuentra con el mejor Betis de la historia. Un club con un plan que funciona, con una afición feliz, y con una plantilla muy muy muy superior, como se demostró este domingo en el Sánchez-Pizjuán. No le hicieron falta los Isco, Antony, Lo Celso o Amrabat para demostrar que la calidad futbolística que hay en Sevilla entrena en Los Bermejales. Sin esos cuatro puntales, y sin Rubén Vargas, también los mejores jugadores que había sobre el césped eran verdiblancos sin lugar a duda alguna.

No le hicieron falta los Isco, Antony, Lo Celso o Amrabat al Betis para demostrar que la calidad futbolística que hay en Sevilla a día de hoy entrena en Los Bermejales.

El Sevilla se pudre

El Sevilla se está pudriendo poco a poco, principalmente por la incapacidad de sus gobernantes. De ahí hacia abajo, las distintas ramificaciones van por el mismo camino, evidenciándose cada fin de semana en un paupérrimo primer equipo, indigno de la historia del mejor club del sur de España.

Por Nervión han correteado vestido de blanco muchos jugadores legendarios. Con Diego Armando Maradona a la cabeza, pasaron en estos últimos lustros hombres como Suker, Zamorano, el propio Almeyda, Kanouté, Baptista, Saviola, Sergio Ramos, José Antonio Reyes, Luis Fabiano, Éver Banega, Yassine Bono o Jesús Navas. Desde la retirada de este último, no hay ni un solo futbolista que vista la camiseta sevillista que tenga un diez por ciento de la calidad de cualquiera de los nombrados, ni de los muchos que usted que lee este artículo incluiría en esta lista a todas luces exigua.

La venta del club

La revolución va a llegar en los próximos meses, cuando la propiedad del club cambie de manos. Pero cabe avisar que no siempre una revolución sirve para mejorar. Da miedo lo del poderosísimo grupo inversor americano sin nombre -llamémosle Marshall- que ha desplazado a la Tercera Vía, la única opción nacida desde el sevillismo, que tiene previsto invertir una cantidad increíble en el Sevilla para dar el necesario giro de timón que necesita esta entidad.

Vienen a la cabeza del sevillista más temeroso nombres como Piterman, Lim, Ali Syed, Al Thani y compañía, auténticos enemigos del fútbol español que destrozaron clubes históricos allá por donde pasaron. Pero a este club ya no le vale lo de ‘virgencita, que me quede como estoy’. Hay que correr el riesgo antes de que sea demasiado tarde. El cambio debe ser ya, y tiene que empezar desde arriba. Ante la tesitura que se vive, con la puntita del zapato ya más allá del borde del precipicio, no queda otra que entonar todo un clásico: “Bienvenido, míster Marshall”. Que sea pronto. Y que sea lo que Dios quiera.