Ocho años ya desde el último desmarque del gran 'Hoss' Iragorri
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Llega. Siempre llega. Hasta que llegue el día en el que deje de llegar. Cuando ya no haya nadie que lo tenga retenido en su memoria luego de sucumbir como Iragorri lo hizo. Llegará, entonces, nuestro turno. El desafío de comprobar si fuimos capaces de acumular tantos méritos como para merecer continuar vivos en aquellos con los que compartimos alegrías y penas a partes iguales, o disímiles: la montaña del gozo o el valle de lágrimas.
El ciclo se está cerrando porque el tiempo es curvo. Empezó, allá, en 1977, la aventura universitaria de asumir el privilegio de ser los estudiantes de la Primera Promoción de Ciencias de la Información, 'Sección Periodismo'. El ciclo se está cerrando, y, sin remedio, alcanzará su cerrazón final. Gota a gota: ¡goteo incesante!
Hombre a hombre porque en nuestra cuadrilla la mujer nunca quiso tener su sitio. Pensaban ellas, y creían, como ahora piensan y creen tantas y tantas, ¡Dios, son legión! Las de los "once hombres corriendo en calzoncillos detrás de una pelota". Porque ven pero no miran. Porque oyen pero no escuchan. Incapaces de entender, y asumir, que Erika Vázquez haya sido capaz de regalarnos su estilo, su clase, puro lujo, ¡su fútbol prodigioso!
El ciclo se está cerrando. Cuarenta y cinco años bregando. Toda una vida estaría escribiendo, y escribiré, porque no hay Dios que me jubile así que no emplee la fuerza. Será entonces que mi hora habrá llegado a su fin. Ciclo cerrado. Vivir durante un tiempo en la conciencia de otros hasta que, fuera de combate ellos, pasen a ocupar memorias ajenas. ¡Ése habrá sido el fin!
Le habría gustado ser él el que tomara la decisión de echarse a un lado para disfrutar de su familia en un retiro dorado. Ese Paraíso al que el ruido del fútbol no llega. Tan solo el Athletic Club tiene acceso. Porque el Athletic no es fútbol, sino todo aquello que llegue a significar en los que lo asumen, un clavo ardiendo, en su mayoría, al que agarrarse para no caer, despeñarse por el precipicio con la certeza de convertirse en un saco de huesos. Le habría gustado. Pero no pudo.
El capricho viciado de esta vida insana decidió por él. ¡Qué falta de respeto! ¿No se habló tanto y tanto del libre albedrío? Y total, para qué. Si casi al final del mes de mayo de 2014, sin el tiempo cumplido, la cumbre del Serantes [sobre ella, las nubes convertidas en peces contaminados], presagiaba lo más terrible que nadie fue capaz de interpretar.
El día en el que él se había desmarcado por última vez, en Portugalete, en La Florida en concreto, "todos, absolutamente todos, se habían despertado con flor de canela espolvoreada en los labios, pero sólo se dieron cuenta los que al levantarse se besaron". No recuerdo si hubo beso antes de salir a la calle para circundar el Polígono en kilometrada. Podría haberse dado. Memoria que no alcanza.
O tal vez sea que lo ocurrido horas atrás borró canela y besos de los labios de todos aquellos que lo venerábamos. A él. Del que todo se espera pero nada se sabe. El último beso antes de partir. La duda inquietante. El miedo a que no hubiera podido despedirse, "Gero arte, banoa, Agur t'erdi", de su gente más amada. Como si pronunciar su nombre se hubiera convertido en tabú.
¿De quién les hablo? ¿De quién lo vengo haciendo desde el inicio de este 'Memorándum'?... Jose Iragorri, 'Hoss'. Ocho años ya de su retirada de los 'terrenos de luego'. De luego, sí, han leído bien. De los que vendrían sin que lo pudiéramos ver.
Cuando escucho esa 'Popu' suya del 'Oye cómo va', tengo la impresión de que su recuerdo ha sido amortizado. Vive, cómo no, en la conciencia de todos sus compañeros. Pero a mí me gustaría que el cariño y amor que sienten no sólo 'fuera', sino que lo 'pareciera'. Me duele el silencio. O la poca frecuencia de su nombre dicho. ¿O será que, tras su fuga a destiempo, me transformé en un barco varado? Podría ser.
Cada ser humano gestiona la vida y la muerte como quiere, o puede, a merced de esa conciencia que lo domina, así en lo corto de los días como en la extensión incalculable de las noches. La noche debilita los corazones. Vulnerables los convierte. No es debilidad de falta de fuerzas: late y late el corazón como si le tuviera respeto al día que está por llegar. Y es así que, en lo que a ti concierne, dejo los deberes que te debo para el día siguiente...
No lo hago a menudo. Es la inconsciente necesidad, que me empuja a sacar de su frágil casita ese pequeño círculo plano en el que reposa su voz: digo voz y hablo de él como un hombre, enteramente hombre. En un 'cede' me grabó en su día 39 crónicas que consiguió rescatar de las muchas que redacté para que por el fueran leídas en el 'Oye como va' nocturno.
¡Si supieran que manera tan hermosa de tenerlo a mi lado! Su voz me llega nítida y potente. Clara. Cierro entonces los ojos para creer que no es en diferido, que en directo y en vivo habla para mí a fin de que no olvide que 'sigue' porque, en realidad, 'nunca se fue'. Fue un 'desmarque' lo suyo.
Dejó su territorio volando para que nadie pudiera seguir sus huellas. Voló de noche para llegar hasta mí como emisario del alba. Antes, cuando había calentado con suficiencia, tras unos besos de verdad, se dio cuenta de que se había 'despertado con flor de canela espolvoreada en los labios'.
"¡La que has armado, Hoss, la que has armado!". Era su compañero Iñaki Astigarraga el que nos pedía que le preparáramos una morada de lujo. Para el presente. Para ese futuro que todos los días llega. La posteridad no es de mi gusto. A nuestro lado, Hoss. Viviendo felices en la eterna inmortalidad.
Por lo que veo en tu escrito Hoss Iragorri era muy querido por todos:compañeros y amigos. Cuando alguien es tan querido es porque se lo merece. A nadie le quieren los demás sino eres una persona dadivosa, no monetariamente,sino por el cariño que daba a los demás, eso nunca se olvida, está marcado como en fuego en el corazón de los que le habían tratado.
Que Villalibre se dedique a tocar la trompeta, que seguro le irá mejor que jugando con el Athletic.