Estos son los cambios que se vienen en el sistema de etiquetas de la DGT

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Casi diez años después de su creación, el sistema de etiquetas está a punto de cambiar
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Si tienes más de 70 años y te gusta conducir, debes conocer lo que te puede exigir la DGT
Las etiquetas de la DGT están en el punto de mira. Nacieron en 2016 como una solución para ordenar el tráfico en las ciudades y reducir la contaminación. Pero casi diez años después, el sistema empieza a estar obsoleto. Favorece a coches que contaminan más de lo que parece y penaliza a otros mucho más eficientes. Y lo peor: se ha convertido en una fuente de polémicas sin resolver.
El propio Pere Navarro, director general de Tráfico, lo reconoció sin rodeos: “El sistema está superado”. En una entrevista en RNE admitió que la reforma es inevitable. Eso sí, dejó claro que la pelota no está en su tejado, sino en los ministerios de Industria y Transición Ecológica, que deben dar la orden.

Pere Navarro confirma que la DGT está lista para el cambio
La DGT asegura que está lista. “En cuanto nos den luz verde, podremos lanzar una propuesta”, insistió Navarro. Pero mientras tanto, los conductores viven en la incertidumbre. Porque lo que hoy es válido, mañana podría cambiar. La única garantía oficial es que no habrá efectos retroactivos negativos: nadie perderá su etiqueta de un día para otro.
El problema de fondo es evidente. Hoy un microhíbrido o un coche a gas consigue la etiqueta ECO, aunque sus beneficios en emisiones sean mínimos. En cambio, un diésel moderno y eficiente se queda con la “C”. La paradoja no solo desconcierta a los usuarios, sino que también indigna a muchos ayuntamientos, que reclaman un sistema más justo.

Los cambios, en cualquier caso, no tendrán efecto retroactivo
La gran novedad en estudio es clara: etiquetas basadas en emisiones reales. No importará tanto la tecnología ni la fecha de matriculación. Importará cuánto contamine de verdad cada coche. Eso supondrá un vuelco radical. Dos modelos idénticos podrían tener pegatinas distintas si sus niveles de gases son diferentes.
Fuentes internas apuntan a cambios concretos: mayor diferenciación entre híbridos enchufables, convencionales y microhíbridos; revisión de los diésel más limpios; y una adaptación al modelo europeo, que ya apuesta por medir las emisiones en condiciones reales. Un camino más exigente, pero también más transparente.
Lo único seguro es que la reforma llegará. El actual sistema cumplió su papel, pero hoy es un lastre. Si España quiere un parque automovilístico realmente limpio, necesita etiquetas que reflejen la verdad. No privilegios. No parches. Una clasificación clara, justa y creíble.