Vigorexia, el trastorno psicológico que pasa desapercibido al llevar una "vida saludable"

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Al partir de hábitos saludables y no haber criterios claros, su diagnóstico se complica
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Nadie duda de que hacer ejercicio físico y cuidar la alimentación no solo es saludable, sino necesario. El matiz viene cuando se cruza una línea y los hábitos saludables se llevan al extremo y los resultados nunca son suficientes. En este punto es cuando aparece la vigorexia.
Las cifras no están claras, pero tanto los médicos como los psicólogos referencian un aumento de casos. El motivo, tampoco lo está, pues puede ser porque cada vez haya más conciencia sobre este problema, porque la cultura popular, las redes sociales y la industria fitness están promoviendo unos ideales estéticos concretos o por ambas.
Qué es la vigorexia
También denominada dismorfia muscular, la vigorexia "es un trastorno psicológico donde la persona tiene una percepción distorsionada de su cuerpo, viéndose siempre insuficientemente musculado o "débil" a pesar de estar en forma o musculado", define el Dr. Rodrigo Santos Santamarta, miembro del Grupo de Trabajo de Medicina Deportiva de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
Esta percepción "genera una obsesión por aumentar la masa muscular, a menudo a través de ejercicio excesivo y conductas poco saludables", como dietas restrictivas o consumo de anabolizantes para potenciar el crecimiento muscular. No obstante, aunque "el consumo de sustancias es un riesgo común", tener vigorexia no implica necesariamente consumirlas.
La diferencia con los TCA
Esta dismorfia muscular puede recordar a la anorexia o a la bulimia porque comparten características similares como los comportamientos convulsivos, la alteración de la imagen corporal, la preocupación por el cuerpo o las conductas alimentarias rígidas, enumera a ElDesmarque la neuropsicóloga clínica, Alba García.
Sin embargo, esta matiza que los TCA "están mejor caracterizados, con mayor evidencia sobre mortalidad y complicaciones médicas". En esta línea, la psicóloga sanitaria, Bárbara Zorrilla, añade que la vigorexia tampoco está contemplada "en los manuales diagnósticos como el CIE-11 o el DSM-5".
Además, en este tipo de trastornos los efectos son visibles a corto plazo, pero con la vigorexia tardan más. No obstante, no se deben banalizar porque "puede provocar lesiones musculares, alteraciones hormonales, ansiedad, depresión, aislamiento social, y, sí se usan sustancias anabolizantes, daño renal, cardiovascular , hepático, endocrino y muscular", enumera el miembro de SEMG.
Síntomas de la vigorexia
Los signos más característicos de las personas con vigorexia son los siguientes:
- Obsesión con el tamaño y la definición muscular
- Práctica de ejercicio compulsivo y excesivo, incluso en situaciones adversos como lesión o enfermedad
- Uso frecuente de suplementos o sustancias para aumentar la masa muscular
- Insatisfacción permanente con el propio cuerpo
- Aislamiento social o abandono de otras actividades por no poder controlar la comida
- Ansiedad y malestar si no pueden entrenar o seguir su rutina
- Patrones muy rígidos con una planificación excesiva
- Pesarse, mirarse al espejo, medirse los contornos corporales, revisar las calorías y nutrientes de manera constante y obsesiva.

Por qué es tan difícil de diagnosticar
Teniendo en cuenta que "hacer ejercicio y cuidar la alimentación son hábitos saludables y socialmente promovidos" y que "no existe un consenso claro sobre sus criterios diagnósticos ni está incluida oficialmente en muchos manuales clínicos", detectar la vigorexia no es una tarea fácil, establece el Dr. Santos Santamarta.
"El secreto está en observar el impacto psicológico y conductual, no sólo el físico", añade el mismo. De hecho, ambas psicólogas coinciden en que estas personas suelen ir a consulta por problemas de estrés y ansiedad, autoexigencia, problemas familiares o de pareja, baja autoestima o efectos secundarios de dicho problema.
Y es que, "a menudo no llegan con la etiqueta 'vigorexia' ni con la conciencia de estar ante un problema de salud mental", destaca Alba García.
El perfil "tipo" de una persona con vigorexia
"Hay un patrón típico, pero no es exclusivo", comienza diciendo la neuropsicóloga. "Predomina en hombres jóvenes, especialmente entre 18-35 años, aunque cada vez hay más casos en mujeres", describe el especialista en medicina deportiva.
La baja autoestima y la necesidad constante de aprobación social, los entornos exigentes centrados en el físico, la exposición a contenidos centrados en un ideal de belleza y los trabajos relacionados con la forma física y la imagen son "factores que hacen que determinadas personas tengan mayor propensión a desarrollar este tipo de trastornos", concluye Bárbara Zorrilla.
