Sigamos cabalgando, beti Athletic!
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Qué difícil es ser del Athletic Club después de un batacazo tan grande como la semifinal de Copa. Qué difícil es recuperar la ilusión y volver a imaginar la gabarra surcando la ría mientras padre e hijo se sonríen sin necesidad de decir nada más.
Desgraciadamente los que formamos parte de la familia Athletic, últimamente, nos estamos acostumbrando a recibir golpes muy duros que, por sí solos, nos mandan directamente a la habitación del sueño, que diría el gran athleticzale de Sestao Jaime Ugarte.
El principal problema es que, tras volver a ver amanecer y recuperar el gusto por la vida, nos vuelve a caer un crochet al mentón que hace que tiemblen todos nuestros cimientos. Qué difícil es masticar la derrota cuando en tu cabeza todo eran sueños. Y qué difícil es aguantar las burlas despiadadas de aquellos que llevan tantos años esperando nuestra debacle, amparados en relatos basados en medias verdades que, a base de ser repetidos hasta la saciedad, han acabado por construir un odio visceral cimentado en el complejo y la mediocridad.
Y es ahí, en el punto más bajo, en esa línea candente en la que llego a tocar con la punta de los dedos la rabia, la impotencia y los más bajos deseos cuando me vuelvo a reencontrar con mi Athletic Club.
Es ahí cuando se demuestra que no importa quién lleve los galones en Ibaigane, ni quién decide la política de comunicación, ni la de los fichajes. Es en esos momentos de tensión extrema y bilis acumulada cuando, una vez más, el Athletic Club vuelve a demostrar su grandeza evitando los exabruptos propios de clubes maleducados o de sociedades anónimas con ánimo de lucro, felicitando al adversario en la victoria, deseándole la mejor de las suertes y recordándole a nuestra afición que seguimos adelante.
Valores. Valores. Valores. Aquellos que no se pueden comprar con dinero y que tantos años llevan sustentando este Club. Por mucho que traten de caricaturizarnos, por mucho que traten de reescribir la historia para esconder sus propias vergüenzas, el Athletic Club siempre seguirá fiel a sus principios.
Y todos los que formamos parte de él tenemos que seguir remando en esa misma dirección.
No podemos permitirnos el lujo de cuestionar de forma arbitraria, interesada o gratuita la labor de los mandatarios de nuestro Club. Es momento de cerrar filas, de ser constructivos en la crítica y de arrimar el hombro.
Es momento de reivindicar una institución única en el mundo y que, ahora más que nunca, necesita gestos de sus directivos, de sus jugadores más emblemáticos y de sus socios y aficionados para soportar el temporal y construir, entre todos, un futuro ilusionante que nos permita seguir construyendo esta preciosa historia.
• Por Agustín Presmanes, Socio del Athletic Club