Pared y papel: Athletic WINner 2026
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La renovación de Nico Williams elevó la exigencia del Athletic Club
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Urko Izeta acumula novias y golea allá donde juega. ¿Y en el Athletic por qué no?
Después de la miniserie sobre Nico Williams, -digna de Netflix-, y del culebrón Aymeric -que podría haber comprado HBO-, hemos dejado atrás un verano lleno de sobresaltos y emociones múltiples en el Athletic Club. La temporada se presentaba prometedora con la permanencia del menor de los hermanos Williams en el club, (vivida casi como el fichaje del año... tras las pesquisas del Barça por hacerse infructuosamente con sus servicios) y las nuevas adquisiciones: Robert Navarro, Jesús Areso y el ya citado Aymeric Laporte. Sin embargo, no ha sido así – de momento.
Surge inevitablemente la pregunta: ¿por qué? La lógica debería ser aplastante: a mejores jugadores, mejor rendimiento y, por tanto, mejores resultados. Pero no. Parece que el fútbol -y aún menos el Athletic- no es una ciencia exacta. Hay varios factores, tanto internos como externos, que hacen que las ecuaciones rojiblancas se derrumben como un castillo de naipes tras recibir un poco de la brisa del cantábrico.
Sin duda, entre los primeros, podríamos señalar la marcha del capitán, De Marcos, no sólo por su calidad sino por lo que representa(ba) en el equipo. Las cesiones, por otro lado, de jugadores que bien podrían haber continuado en la plantilla o, cómo no, el virus de las lesiones que parecen acumularse como por contagio -sin que por lo visto la preparación física pueda hacer nada al respecto.
Han caído, con mayor o menor temporalidad, Beñat Prados, Guruzeta, Maroan Sannadi, Berenguer, Sancet, Berchiche, los Williams... y esperemos (¡tocamos madera!) que esto cese. Por contra, esto ha provocado el esperanzador debut de promesas de la cantera como Rego, Selton o Hierro.
Sin embargo, quizás sean los factores externos los que puedan influir más en el rendimiento. Me refiero a las expectativas de la afición. Inevitablemente, tras el éxito del curso pasado, uno piensa que con los nuevos jugadores se podrían repetir los logros tanto en liga como en Copa el curso previo.
El factor mediático en este sentido, siempre influye significativamente en el Athletic...
¿Pero es esto gratuito? ¿Nos lo sacamos de la chistera, cual truco de magia barato? A mi entender, no. Esto es un “daño sobrevenido” de la propia plantilla – y del marketing (en parte, brillante) de la directiva al renovar a su principal estrella...
Me explico. Cuando se cerró la renovación de Williams junior, se hizo con un vídeo -que en minutos, por supuesto, se hizo viral- de nuestro “crack” pintando en una pared sus iniciales para que entendiéramos todos (especialmente, el artista callejero que le desdibujó del mural, dándole por perdido…) que se quedaba en el equipo.
Las iniciales fueron claras, el acrónimo, indiscutible: WIN. Williams, Iñaki, Nicholas. “Me quedo”, quería decirnos el habilidoso extremo. Pero a su vez, todos sabemos (intuyo) lo que significa este verbo en inglés... (“ganar” – por si acaso.)
El inconsciente colectivo funciona. La inmensa mayoría de la afición rojiblanca, espoleada por el mensaje de su nuevo líder, se enganchó a la máxima: “ganar”. Ya no sólo pelear, sacrificarse, jugar con actitud,... conceptos típicos en la trayectoria histórica del Club. Ahora se da un paso más: vamos a “ganar”.
Pues eso es lo que esperan muchas personas desde que vieron esas imágenes. Y para eso hay que hacer muchas cosas bien (casi todas, en Primera división) así que no sólo se subieron el listón de autoexigencia los hermanos del acrónimo, sino que indirectamente se lo impusieron a todos sus compañeros (¿están preparados?...) y, por extensión, a toda la afición (¿estamos preparados?...).
Esto tiene una inevitable consecuencia: y es que con la exigencia suben, como vasos comunicantes, los niveles de frustración cuando se pierde.
Sin embargo, una palabra escrita (pública en la pared y privada en el papel del contrato) es una palabra que se debería cumplir. En fin, hay que dar un paso adelante para llevarla a cabo. Está claro que siempre no se puede ganar.
Pero por el compromiso popular pactado en ese muro (y no sólo en el de la firma del acuerdo por diez años con el presidente) el Athletic se ha metamorfoseado en un equipo winner, ganador este año: hay que buscar esa victoria. O por lo menos, intentar poner todos los medios para que ese “ganar” sea una realidad cercana y no una quimera. Junio de 2026. Hay tiempo. Si hay voluntad, los pactos se cumplen. Si eso ocurre, los sueños, a veces, también.
• Por Miguel Suaña, filólogo y escritor