De los campos de tortura de Libia y el Aquarius a marcar el primer gol a favor de la integración
La Platja de Las Arenas de Valencia acoge desde este sábado la XXV edición del Trofeo de Fútbol Playa “Ciudad de Valencia”. El torneo veraniego de las playas valencianas por excelencia que este año celebra sus bodas de plata dando un ejemplo de integración y contó en esta ocasión con un equipo, Cruz Roja (Boza FC), compuesto de forma íntegra por personas migrantes llegadas a las costas españolas, entre ellas tres rescatadas por el barco Aquarius que, desde su debut, se han ganado el cariño y el respeto del público valenciano.
El equipo de Cruz Roja está formado por jóvenes de entre 18 y 30 años procedentes de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Malí y Mauritania, llegados a España en busca de un futuro mejor para ellos y sus familias y que están incluidos dentro del programa de ayuda humanitaria de Cruz Roja. Tres de los jugadores llegaron mediante el barco Aquarius y actualmente se encuentran en el Sistema Estatal de Acogida e Integración para Personas Solicitantes y Beneficiarias de Protección Internacional. Este programa es gestionado por Cruz Roja para el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social.
Hay que recordar que la flotilla con el Aquarius atracó en Valencia el pasado 17 de junio después de que el Gobierno de España decidiera acoger a las 630 personas que navegaban por el Mediterráneo “por razones humanitarias”.
De la Academia Titi Camara a Las Arenas
En su debut, Ibrahima fue autor del primer gol del equipo, cayeron por 3-1 ante la UD Fonteta. Su nombre y el resultado quedará para las estadísticas, pero la instrahistoria es aún mucho más interesante. Como la de Mbappé (Sí, se llama como el famoso jugador del PSG), que salió de la Academia de Titi Camara (ex Liverpool o Arsenal) en Guinea Conakry en busca de un futuro mejor y convertirse en futbolista. Él fue rescatado por el Aquarius, pero su caso es sólo uno más. Otros pasaron por los campos de tortura en Libia antes de llegar a España en busca de asilo y un sueño: convertirse en futbolistas.
Pero tienen un plan B por si eso de hacerse famosos jugando al fútbol no funciona. Ya se preocupa Cruz Roja de que así sea. Allí les enseñan a leer, a escribir y a vivir en España. De ahí que pensaran que participar en el XXV Ciudad de Valencia organizado por Futplaya fuera una idea genial para que conocieran cómo viven, cómo juegan y cómo se divierten los valencianos.
Y se les vio felices, se les vio disfrutar, celebrar los goles emocionados y, por momentos, olvidarse de su pasado reciente, y soñar despiertos con un futuro mejor para ellos y sus familias. Ese es el objetivo real, que la sociedad española no los vea como las personas migrantes del Aquarius -otros llegaron en pateras o saltaron la valla de Melilla- sino como lo que son: chavales jóvenes que corren, juegan, disfrutan y también se enfadan cuando pierden. Ellos creen que su reto es ganar el Trofeo Ciudad de Valencia que acaba este domingo, pero su meta de verdad es otra: es ganar el trofeo que continúa a partir del lunes y cuyo premio es la integración.