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Bionic Bay: cuando los límites de la física son solo el principio
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Bionic Bay: cuando los límites de la física son solo el principio

Bionic Bay
Bionic Bay
DMQ
Periodista. Músico. Padre. Gamer.

Tengo que reconocer que hay juegos indies que me entran por los ojos. Con tan solo una imagen suelta o un pequeño vídeo de gameplay, ya sé que me van a gustar. Este año ya me ha pasado con MainFrames o con Laika: Aged Through Blood y ahora me ha vuelto a pasar con Bionic Bay, el nuevo título de Juhana Myllys (el diseñador de niveles y director de arte de Badlands 1 y 2), un aparentemente simple juego de plataformas 2D, pero que de simple no tiene nada.

Su fabulosa estética pixel art, oscura, melancólica y minimalista nos explota en la cara con la simplicidad de esos juegos que no te explican nada, no tienen textos en pantalla, hud ni indicaciones de ningún tipo. Sólo tu pequeño personaje, de pie, en un entorno hostil precioso y bidimensional y con una única certeza: podemos echar a andar hacia la derecha para adentrarnos en su aventura.

Bionic Bay, que Myllys ha desarrollado con su estudio Mureena en colaboración con Psychoflow Studio, sorprende por su estética y fabulosa dirección artística, pero sobre todo por su propuesta jugable, tan directa como desafiante y profunda. El juego logra combinar, con maestría, mecánicas físicas complejas con un diseño visual hipnótico y una jugabilidad que premia tanto la experimentación como la destreza. Un juego tan desafiante como fascinante.

Desde el primer momento, Bionic Bay nos invita a sumergirnos en un mundo misterioso y hostil, donde la lógica convencional no siempre aplica y donde cada rincón parece esconder una sorpresa o una trampa mortal. Aquí no se trata solo de llegar del punto A al punto B: se trata de cómo lo haces, qué aprendes en el proceso y cómo usas tus habilidades para superar obstáculos aparentemente imposibles. Y mientras, intentas entender qué demonios pasa, dónde estás y por qué intentas escapar de un mundo extraño donde una extraña tecnología megaindustrial se mezcla con extrañas estructuras orgánicas. Y todas ellas parecen querer descuartizarte, quemarte o hacerte saltar por los aires.

Ciencia ficción, accidentes y dimensiones paralelas

La narrativa de Bionic Bay es minimalista pero muy poderosa. Lo poco que vemos en la breve secuencia de introducción es que encarnamos a un científico que, tras un experimento fallido con un misterioso artefacto biomecánico, se ve transportado a una dimensión desconocida. A partir de ahí, el juego nos lanza a un entorno lleno de trampas, criaturas extrañas y tecnología abandonada. No hay largas cinemáticas ni textos explicativos: la historia se cuenta mediante detalles ambientales, algunos registros dispersos y muchas pistas visuales.

Inspirado claramente en juegos como Inside o Another World, Bionic Bay deja en manos del jugador la tarea de reconstruir lo ocurrido, básicamente avanzando en la única dirección posible. Esta sutileza narrativa funciona casi siempre de maravilla, especialmente porque refuerza el tono misterioso y opresivo del juego. Todo se centra en la jugabilidad y en el fabuloso diseño de niveles y deja que la historia se vaya descubriendo muy poco a poco. Aunque puede parecer desconcertante (y de hecho algunos jugadores se perderán una buena parte porque los registros y pistas están muy dispersos), lo sutil de cada descubrimiento va dotando de sentido a lo que hacemos y la mezcla de jugabilidad y narrativa, cuyas fronteras se difuminan, es realmente potente.

Puzles físicos y plataformas de precisión

El alma del juego está en su sistema de físicas. Todo en Bionic Bay responde a la interacción con el entorno: plataformas que se doblan bajo tu peso, cajas que ruedan según la inclinación del suelo o trampas que reaccionan al más mínimo contacto. Pero además de jugar con la gravedad, el peso o la inercia, nuestro personaje conseguirá algunas habilidades que cambiarán las reglas del juego (y de la propia física). La primera de ella que adquirimos es Swap, una mecánica que permite intercambiar instantáneamente la posición del personaje con la de ciertos objetos. Tienes que haber marcado el objeto previamente y este tiene que estarrelativamente cerca (dentro de la visión de la pantalla), pero con un simple toque de botón te teletransportas cambiando tu posición con él.

Las desconcertantes plataformas de Bionic Bay
Las desconcertantes plataformas de Bionic Bay

Swap es una habilidad tremendamente versátil y el juego te obliga y enseña a utilizarla de formas de lo más imaginativa. ¿Una caja en lo alto de una plataforma? Cámbiala por ti mismo. ¿Un láser se acerca? Intercambia tu posición por la de una roca enorme en el último segundo y te servirá de escudo. Esta mecánica, una vez que la dominas, va exigiendo de ti mayor precisión y velocidad, además de aplicaciones cada vez más locas. Y como Swap, a medida que avance el juego nuestro personaje adquiere otras habilidades, como ChronoLag (que nos permite ralentizar el tiempo durante unos segundos) o Power Fist (un poderoso puñetazo que nos permite empujar o destruir estructuras). Y si a todo esto le añades algunos momentos de juego y manipulación de la gravedad, consigues descubrir nuevas mecánicas para superar obstáculos cada pocos minutos.

Estas secciones de descubrimiento y resolución pausada de puzles con las nuevas mecánicas (habrá veces que habrá que dar algunas vueltas hasta dar con la clave para seguir adelante) se mezclan con otras secuencias de velocidad y precisión, al más puro estilo Super Meat Boy o Celeste. Aquí el más mínimo error de cálculo puede costarte la vida y te tocará intentarlo unas cuantas veces hasta dar con la mezcla justa de velocidad y habilidad. Además, en muchas ocasiones la cámara nos juega malas pasadas, ya que no tenemos una visión muy amplia del entorno y nos vemos obligados a dar algunos saltos de fe (y morir varias veces) hasta que damos con la tecla de por dónde debemos seguir. Afortunadamente, el sistema de checkpoints es muy generoso y tiende a devolverte a la vida justo al principio de cada sección o desafío, lo que evita en buena medida la frustración.

Física avanzada y precisión en un mundo dinámico

La primera impresión que tenemos del protagonista es que parece moverse de forma muy torpe e imprecisa, con caídas absurdas que lo muestran como un muñeco de trapo rebotando una y otra vez. Pero es una ilusión, ya que el control es sorprendentemente preciso. Saltar, rodar y colgarse de salientes resulta fluido y natural y casi todos los movimientos responden como esperarías que lo hicieran. Es cierto que existe una cierta “flotabilidad” en los saltos pero lejos de molestar aporta una sensación de control milimétrico al ajustar trayectorias en el aire.

Bionic Bay
Bionic Bay

La física precisa también se aplica a todo el entorno: las cuchillas pueden desviarse, los láseres rebotan en las superficies, el peso de los objetos cambia el comportamiento de las plataformas, etc. Este sistema físico da lugar a situaciones impredecibles en muchos casos, sobre todo cuando entran en juego muchos objetos distintos, pero todas las situaciones resultan justas y cada pequeña solución supone un pequeño triunfo. Además, los efectos visuales, como las porciones de metal fundido que se desliza por las plataformas, o las chispas que saltan del fuego o los láseres, refuerzan esa sensación de mundo realista que reacciona a los elementos y a nuestros movimientos.

Una dirección artística cautivadora

Visualmente, Bionic Bay es una obra de arte. Su pixel art detallado se mezcla con una estética biomecánica única, creando un mundo que parece vivo y que nos sobrecoge. Cada escenario, desde una especie de ruinas industriales hasta extraños bosques alienígenas, tiene una atmósfera cargada de misterio y belleza. Una mezcla de distopía orwelliana, pesadilla lovecraftiana y universo a lo H.R. Giger. Los contrastes de luz, el uso del color o su ausencia y los efectos de partículas generan una experiencia inmersiva única.

El sonido, por su parte, cumple un papel fundamental. Aunque la música no está siempre presente, los momentos en que aparece están perfectamente seleccionados para aumentar la tensión o dar un respiro emocional. Los efectos sonoros, como el chirrido de una máquina oxidada o el eco de un láser, refuerzan la ambientación de forma sobresaliente.

Un paraíso para los speedrunners

Bionic Bay no solo nos porpone un desafío en solitario con su campaña principal (que puedes completar en unas 10 horas), sino que también incluye un modo online competitivo pensado para los speedruners. Este modo ofrece distintos desafíos contrarreloj, tablas de clasificación globales y la posibilidad de competir contra “fantasmas” de otros jugadores. Aquí hay que memorizar los niveles, los movimientos de cada elemento y plataforma, ser extremadamente preciso y dominar al máximo todas las mecánicas.

Bionic Bay
Bionic Bay

El juego está claramente diseñado pensando en los speedrunners: la variedad de rutas posibles, el uso estratégico de habilidades y el dinamismo del entorno convierten cada intento en una nueva experiencia. Es fácil imaginar este título en streams especializados, con jugadores descontando segundos a cada intento.

Conclusiones de Bionic Bay

Bionic Bay es uno de esos títulos que demuestran el enorme potencial del desarrollo independiente y que nos hacen volver la mirada a lo indie para colocar muchas de sus propuestas entre los mejores títulos del año. Desde su impecable física ambiental hasta su tono misterioso, todo en este juego está cuidadosamente diseñado para sorprender, proponer un desafío y, sobre todo, divertir. Si te gustan las plataformas desafiantes y los mundos que cuentan historias sin palabras, este juego no te lo puedes perder.

Plataforma analizada: PlayStation 5

Lo mejor:

  • Mecánicas muy originales y bien implementadas
  • Dirección artística y atmósfera únicas
  • Diseño orientado a la rejugabilidad y al speedrun

Lo peor:

  • Falta de control de cámara que nos deja vendidos en algunas secciones.
  • La narrativa a veces se pierde como lágrimas en la lluvia

88/100

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