Ninja Gaiden 4: El renacer del ninja en clave Platinum

-
Un combate tan visceral como refinado, con nueva sangre y viejos fantasmas
-
La huella de PlatinumGames transforma la saga y el legado de Itagaki se apaga
-
Ninja Gaiden 4 resucita el hack and slash: sangre, velocidad y precisión
Hace ya tiempo que la saga Ninja Gaiden –con su icónico protagonista Ryu Hayabusa y esa propuesta de acción sin concesiones– nos había dejado con ganas de más. Y al mismo tiempo, hemos visto cómo estudios como PlatinumGames (la casa detrás de títulos como Bayonetta o Nier: Automata) han redefinido por completo lo que entendemos por “acción épica” en este medio: velocidad, espectáculo, mecánicas de combate que parecen casi coreografiadas. Y ambos mundos se unen ahora.
Con Ninja Gaiden 4, Team Ninja se adentra en esa senda junto a PlatinumGames (pero con más mano los segundos que el primero), y lo hace justo cuando el universo de la saga se tiñe de nostalgia… y también de pérdida. En el año de la celebración del ninja, en el que hemos recibido el remake de Ninja Gaiden II y el fresco Ninja Gaiden: Ragebound de Game Kitchen llegaría la noticia más triste: la pasada semana falleció Tomonobu Itagaki, el creador responsable del renacimiento de Ninja Gaiden.
Sin duda alguna, la llegada de Ninja Gaiden 4 es un punto de inflexión y un cambio de rumbo en la saga. PlatinumGames imprime su sello habitual de “acción hiperpulida”, lo que lleva a la saga a un lenguaje más abierto y espectacular. Pero el adiós de Itagaki justo unos días del lanzamiento (nosotros ya estábamos jugando al juego cuando conocimos la noticia) provoca que esta entrega actúe como tributo y renovación a la vez. Nosotros, como fans de la saga, nos encontramos en ese punto de quiebra: ¿seguimos la senda clásica del ninja implacable o abrazamos la evolución que nos propone esta nueva era?

Tributo, renovación y relevo
La historia de Ninja Gaiden 4 juega una carta interesante: arranca con Ryu Hayabusa (sí, él vuelve), pero pone el foco real en un nuevo protagonista, Yakumo del Clan Cuervo. Este doble protagonismo (o relevo generacional) encarna perfectamente el cambio de era: de la “leyenda del ninja” a “lo que viene después”. El argumento, más sencillo de lo que podría esperarse, se sirve de una ambientación marcada por la invasión demoníaca, la ciudad caída, los lazos rotos y el combate como única salvación. Los restos del Dragón Oscuro descansan sobre una maldita ciudad de Tokyo, condenada a recibir una lluvia que lo corrompe todo. Yakumo, siempre a la sombra del clan Hayabusa, decide restaurar el honor de su clan y sedispone a asesinar a la sacerdotisa, responsable del desastre del dragón. No es una historia que vaya a ganar premios, pero cumple de sobra como escenario para lo que importa: la acción.
El toque Platinum se nota al instante en la ambientación y la atmósfera del juego: una cámara más alejada del protagonista, un hack’n’slash más centrado en las melés que en los combates individuales y unos diseños de personajes que se alejan del ninja tradicional para acercarse a los manganimes de ciencia ficción, tradición japonesa mezclada con Evangelion. Pero es cierto que Yakumo aporta frescura, estilo, y aquello que PlatinumGames suele hacer muy bien: movimientos más amplios, transiciones fluidas, modalidades jugables distintas. En efecto, sentimos que la saga quiere mirar al futuro sin renegar, del todo, de sus orígenes.

Velocidad, profundidad y ese 'toque Platinum'
Aquí el juego brilla de verdad. La jugabilidad es la que esperamos de un Ninja Gaiden clásico, con esa respuesta inmediata, el desafío constante, el aprendizaje por ensayo‑error. Pero al mismo tiempo vemos la mano de PlatinumGames: mecánicas más “glamourosas” en lo visual, combos que mucho más elegantes aunque salvajes, movimientos estilizados que casi parecen una danza.
El sistema ofrece dos estilos de arma por cada herramienta, habilidades especiales, ejecución de movimientos que requieren timing, esquiva perfecta, etc. Esa mezcla entre la brutalidad tradicional del ninja y la fluidez moderna de PlatinumGames resulta muy acertada. Hay momentos en que parece que estamos jugando un Bayonetta reconvertido en estética ninja hiper-vitaminado y ultra tecnológico… y eso, en este contexto, es bueno. La dificultad sigue siendo alta, como manda la saga, pero algo más accesible gracias a los cuatro modos de dificultad y un menú de ayudas que pueden activarse o desactivarse al gusto. Desde luego unas ayudas y mecanismos que no estaban tan presentes en entregas anteriores.
No podemos pasar por alto los modos extras y la rejugabilidad: una vez completada la campaña (~12 horas en dificultad normal) se desbloquean desafíos, rutas alternativas, rejugabilidad con otros personajes o estilos de combate, y niveles de dificultad que pueden ponernos a prueba. Se agradece que incluso los jugadores menos curtidos puedan acceder al juego —gracias a ajustes de accesibilidad—, sin perder el sabor tradicional del reto ninja.

Sangre por sangre
Desde el primer enfrentamiento, Yakumo se siente distinto a Ryu. No sólo por sus animaciones más amplias o su lenguaje corporal menos contenido, sino porque sus habilidades están construidas con una lógica de progresión más activa. Es decir: no se trata sólo de desbloquear combos, sino de aprender a utilizarlos bien, de saber cuándo entrar, cuándo parar, y cuándo usar esa barra de energía que te mira de reojo todo el tiempo.
La mecánica que define su estilo es el Ninja Cuervo de Sangre, una técnica que altera las propiedades del arma equipada y permite canalizar energía demoníaca para ejecutar ataques más potentes, más lentos y con capacidad para romper guardias y armaduras. Cada arma reacciona de forma distinta a esta habilidad, lo que genera una doble capa de estrategia en cada enfrentamiento. Usar el Cuervo de Sangre no es gratuito: requiere cargar una barra especial y mantenerla activa con ataques normales, lo que añade una sensación constante de tensión y recompensa.
Cuando la barra secundaria llega al límite, entra en juego el brutal Baño de Sangre, un modo especial que permite ejecuciones instantáneas con ataques cinematográficos. Pero lejos de ser un botón de ganar, estas ejecuciones requieren precisión en la entrada y son vulnerables si las haces a lo loco. Es un sistema que combina espectacularidad y timing, que premia tanto el dominio mecánico como la lectura del campo de batalla.

Parry, esquivas y counters
Aunque hereda elementos del diseño de Platinum (esquivas precisas, animaciones fluidas, cámara agresiva), Ninja Gaiden 4 no convierte la defensa en un espectáculo. Aquí el parry no es un recurso omnipresente ni un botón mágico. Puedes hacerlo, claro, y es satisfactorio cuando lo logras, pero lo habitual será que prefieras esquivar y reposicionar. Además, los contraataques sólo ofrecen una pequeña ventana de castigo, salvo que estén reforzados con el sistema de Cuervo de Sangre, lo que te empuja a no abusar de ellos.
Es como un combate más honesto que el de otros hack’n’slash modernos. Te invita a moverte, a no estancarte en estrategias estáticas, y a adaptarte a los distintos enemigos que no sólo varían en apariencia, sino en comportamiento. Hay enemigos que flotan, que lanzan proyectiles desde el fondo de pantalla, que se teletransportan, que rompen tus cadenas de ataques o que bloquean tus combos aéreos.
Los combates son puro espectáculo y un desafío creciente y nos llevan a algunos jefes finales que suben la apuesta y nos sacan esa sonrisilla feliz cuando logramos tumbarlos. Aunque también hay que decir que hay unos cuantos de estos jefes finales un tanto insulsos y demasiado sencillos para colgarles la calificación de jefes.

Progresión: desbloqueo, personalización y táctica
La progresión de Yakumo no se limita a subir estadísticas. Al avanzar en la historia y cumplir misiones opcionales (como las del sistema de “Desafíos”), vas desbloqueando habilidades en árboles de mejora que varían por estilo de arma, tipo de Cuervo de Sangre, y habilidades pasivas o activas. No es un RPG, pero se acerca a esa lógica de elección y especialización: puedes convertir a Yakumo en un duelista ágil que rompe líneas con el doble sable, o en una máquina de matchacar con su lanza-taladro infernal.
Además, hay modificadores equipables que otorgan efectos como recuperar salud al ejecutar enemigos o aumentar la duración del modo Baño de Sangre. Este tipo de ítems son clave para ajustar la experiencia a tu estilo: agresivo, conservador, técnico o caótico. También puedes cambiar el comportamiento de ciertos movimientos, mejorar la recarga de la barra de energía o potenciar ataques específicos. No es una progresión compleja, pero sí lo bastante rica como para premiar la experimentación.
El juego tiene una estructura un tanto más abierta que los juegos anteriores, sin pasarse, pero permite seguir la historia principal y aceptar un buen puñado de misiones secundarias o 'contratos' que nos aportarán dinerito y recompensas. Es cierto que muchas son puro relleno, pero los completistas estarán encantados de aceptarlas y exprimirlas.

Por último, el sistema de puntuación (ranking al final de cada nivel) vuelve. Y lo hace no como castigo, sino como incentivo: cuanto más técnico seas, más rápido, más limpio, mejor será tu recompensa y tu sensación de dominio. Es ese toque de arcade moderno que muchos juegos de acción han perdido, y que aquí se rescata con muy buen criterio.
Ninja Gaiden con fuegos artificiales
Visualmente, Ninja Gaiden 4 cumple con creces. Los entornos, la dirección artística, la iluminación… todo deja bien claro el salto generacional. Donde antes veíamos escenarios más oscuros, opresivos, ahora encontramos contrastes, luces de neón iluminando las calles de Tokyo, muchos momentos cinematográficos y una cámara que se mueve con mayor libertad. El estilo de PlatinumGames se aprecia también en los efectos, las animaciones y el conjunto técnico‑estético.
Como hemos dicho, el diseño artístico moderniza la saga y la lleva por unos derroteros ultra-tecnológicos de anime futurista y distópico, sin dejar de lado los elementos tradicionales y el toque demoníaco típico de la saga. Menos almendros en flor y dojos y más robots gigantes y calles futuristas repletas de neones.

En cuanto al sonido y la música, el juego da en el clavo. Los impactos, el filo de la katana, los demonios que gruñen… todo está trabajado con detalle. Y la banda sonora acompaña sin más: no es la reinvención de la música de Ninja Gaiden, pero sí una evolución coherente que avanza con el juego y que, en momentos clave, dispara algunas emociones.
Conclusiones de Ninja Gaiden 4
Ninja Gaiden 4 es un regreso con mayúsculas. Hemos visto cómo la saga adopta las mecánicas modernas, sin renunciar a la dificultad, al filo, a la esencia del ninja que busca superarse. En muchos tramos, el juego es simplemente espectacular: combate rápido, fluido, visualmente impactante. Sin embargo, no todo es perfecto: se echa de menos que la narrativa tenga mayor dimensión, que ciertos momentos de transición no rompan tanto con el ritmo, y que Ryu Hayabusa tenga un papel más central. Platinum Games ha entrado con fuerza y el relevo generacional tiene sentido.
Plataforma analizada: Xbox Series X
Lo mejor:
- El sistema de combate: mezcla entre la escuela clásica de Ninja Gaiden y el pulido estilo PlatinumGames
- Yakumo y la dualidad protagonista: aporta frescura
- Apartado técnico: el salto generacional se nota y se disfruta.
Lo peor:
- La historia y los personajes secundarios podrían tener más desarrollo y profundidad
- Algunas secundarias son puro relleno
- A algunos jefes finales deberían degradarles a "mando intermedio final"
86/100