Estos dos modelos se han convertido en un problema muy serio para Volvo

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Los Volvo EX90 y ES90, llamados a ser referentes dentro de la gama eléctrica de la marca sueca, se han convertido en un serio quebradero de cabeza para la compañía. Ambos modelos fueron concebidos como propuestas premium con las que liderar la transición eléctrica del fabricante, pero la realidad del mercado ha puesto en evidencia importantes debilidades tanto en su planteamiento como en su ejecución. La acumulación de retrasos, el impacto de los aranceles y una acogida más tibia de lo esperado han derivado en un efecto negativo sobre las cuentas de la marca.

El EX90, un SUV eléctrico de gran tamaño, ha tenido que interrumpir su producción debido a ajustes en la cadena de suministro. Esta situación ha provocado un aumento de los costes logísticos y una pérdida de ritmo en entregas clave, dificultando la consolidación del modelo en los principales mercados. Al mismo tiempo, algunas unidades entregadas han reportado problemas técnicos durante los primeros meses de uso, lo que ha afectado la percepción de fiabilidad de un vehículo que debía funcionar como escaparate tecnológico.
Fracaso comercial en los segmentos estratégicos de Volvo
Por otro lado, el ES90 no ha logrado posicionarse como la berlina eléctrica premium que Volvo esperaba. Fabricado en China, el modelo se ha visto penalizado por los elevados aranceles impuestos en mercados como Estados Unidos, que limitan su margen comercial y dificultan su viabilidad económica. En Europa, la situación tampoco es favorable, ya que la competencia en su segmento es especialmente intensa y los costes no permiten ajustar los precios sin comprometer la rentabilidad.
Lo destacable en este caso es que ambos modelos representaban apuestas estratégicas dentro del plan de electrificación de Volvo, y su rendimiento por debajo de las expectativas obliga a replantear la hoja de ruta. La compañía ya ha asumido pérdidas derivadas de estos proyectos y estudia desviar recursos hacia gamas con mayor tracción comercial, como el Volvo EX60.
Por todo ello, el EX90 y el ES90 no solo no han cumplido su función como impulsores del cambio eléctrico, sino que su bajo rendimiento comercial y los costes asociados suponen un lastre significativo en un momento clave para la transformación del fabricante.