Paper Ghost Stories: Third Eye Open, cuando el más allá se cruza con la infancia

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Un cuento malayo de fantasmas hecho de papel y emociones
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Una mirada tierna al mundo de los espíritus
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A veces nos acercamos a un juego esperando una cosa y nos encontramos con algo completamente distinto. Esto me ha pasado con Paper Ghost Stories: Third Eye Open, una aventura desarrollada por Cellar Vault Games, publicada por Chorus Worldwide y que cuenta con ediciones físicas de la mano de Tesura Games. En un primer vistazo, parecía una propuesta perfecta para pasar miedo: espíritus, tensión sobrenatural, ambientación inquietante… Pero rápidamente descubrí que esta historia no busca provocar sustos fáciles, sino conmovernos con un relato humano, íntimo y profundamente emocional.
El juego llegó hace tiempo a PS5 pero acaba de aterrizar en Nintendo Switch y hemos parovechado este lanzmaiento para experimentar su propuesta. Paper Ghost Stories: Third Eye Open ya está disponible en Edición Estándar y Coleccionista tanto para PlayStation 5 y Nintendo Switch.
Desde el primer momento encarnamos a Ting, una niña de cinco años que acaba de mudarse con sus padres y descubre que tiene la capacidad de ver fantasmas. Lo que podría haber sido el inicio de una clásica historia de terror, aquí se convierte en una reflexión sobre la infancia, la diferencia, la familia y el peso de crecer sintiéndose incomprendida. Su amistad con Xiu, un espíritu adolescente sin memoria, será el hilo conductor de una narrativa que transita entre lo cotidiano y lo sobrenatural con una sensibilidad pocas veces vista en el medio.

Un estilo visual único: el teatro de papel como lenguaje
Uno de los grandes encantos de Third Eye Open es su apartado artístico. El juego adopta una estética inspirada en las figuras de papel del sudeste asiático, específicamente en el arte del Joss paper, y lo traslada a un entorno tridimensional donde personajes y objetos parecen recortes en una maqueta escolar. El efecto es hipnótico: todo tiene un aspecto delicado, frágil, casi infantil, que contrasta con la profundidad emocional de la historia.
Este “teatro de papel” no es solo una elección estética; es un lenguaje visual que refuerza la perspectiva infantil de Ting. Los escenarios, desde su casa hasta los mercados nocturnos malayos, están llenos de color y detalle, evocando recuerdos del día a día en la Malasia de principios de los 2000. Es un homenaje sentido y hermoso a una cultura pocas veces retratada en videojuegos.
Narrativa íntima y conmovedora
Más que una historia de fantasmas, Third Eye Open es una historia sobre crecer siendo diferente. Ting lucha no solo contra espíritus, sino contra la incredulidad de sus padres, la presión de integrarse en la escuela, y el dolor de una familia en crisis. La relación entre sus padres, una madre comprensiva y un padre severo, añade capas al conflicto, mostrando cómo los adultos también lidian con sus propios fantasmas.

La estructura del juego, dividida en capítulos que abarcan varios años, nos permite ver cómo Ting evoluciona emocionalmente. Es un coming-of-age sobrenatural, donde cada decisión, cada pequeño momento cotidiano, desde aprender origami hasta cocinar una sopa, contribuye a una narrativa más grande sobre empatía, pérdida y pertenencia.
Y sí, el juego logra emocionarnos de verdad. Hay momentos en los que resulta difícil no derramar alguna lágrima. El tratamiento de temas como la enfermedad, la soledad o la pérdida se hace con una honestidad brutal.
Jugabilidad simple, pero con corazón
En términos de mecánicas, estamos ante una experiencia más cercana a una novela visual que a un juego de aventuras tradicional. No hay combates ni exploración libre; la mayoría de nuestras acciones consisten en interactuar con objetos, resolver pequeños puzles o participar en minijuegos relacionados con la historia.

Algunos de estos minijuegos destacan por su encanto, como disparar gomas a botellas vacías o preparar remedios caseros, mientras que otros pueden resultar algo triviales. Aun así, todos están integrados de forma coherente y ayudan a reforzar el tono cotidiano del juego.
Un problema evidente es el ritmo inicial: el comienzo es lento y puede desmotivar a jugadores que busquen una experiencia más inmediata. Además, la cámara, que sigue de cerca a Ting, puede dificultar la visibilidad en secciones de sigilo dentro de casas encantadas, lo que lleva a reinicios frustrantes. La ausencia de mapas también puede complicar la navegación en ciertos escenarios nuevos.
Cultura malaya en primer plano
Uno de los mayores logros de Third Eye Open es su retrato de la vida en Malasia. Desde el lenguaje, con uso contextual del “Broken English” y palabras en malayo o chino acompañadas de explicaciones, hasta la ambientación (calles, mercados, colegios), todo se parece auténtico y lleno de vida, y eso es muy difícil de lograr cuando todos los personajes son dibujos en trozos de papel.

La escena del mercado nocturno, por ejemplo, es un momento de pura evocación: olores, luces, conversaciones y texturas que trasladan al jugador al corazón de una comunidad. También se incluyen referencias a tradiciones y supersticiones locales, lo que enriquece el trasfondo de la historia y ofrece una ventana única a una cultura fascinante y poco explorada en el mundo de los videojuegos.
Los textos del juego pueden configurarse en inglés, ‘broken english’, malayo o chino pero, lamentablemente, no están traducidos al castellano. Esto es un problema bastante gordo si no te manejas bien con el inglés, porque la historia y sus diálogos lo son todo para disfrutar de este juego.
Sonido, banda sonora y ambientación
Aunque el juego no cuenta con voces, los efectos de sonido y la banda sonora cumplen su función con creces. La música, a veces melancólica, otras inquietante, siempre acompaña con sensibilidad los estados emocionales de Ting. Especialmente destacable es el uso creativo del sonido en las secuencias más tensas, donde el silencio o los susurros pueden ser más efectivos que una melodía constante.

El capítulo 8, presentado como una representación de wayang kulit (teatro de sombras tradicional), es uno de los momentos más memorables del juego. La dirección artística y sonora confluyen aquí para crear una escena verdaderamente mágica.
Una experiencia emocionalmente intensa
Quienes disfruten cazando logros encontrarán aquí una motivación adicional: el juego premia tanto la exploración como la toma de decisiones alternativas. Algunos desafíos —como superar persecuciones sin ser visto— pueden resultar complicados, y la imposibilidad de avanzar directamente a una sección concreta del capítulo obliga a rejugar largos tramos. Se agradece, eso sí, la opción de seleccionar capítulos desde una nueva partida.
Aunque su tono nunca llega a ser realmente terrorífico, el juego logra construir momentos de auténtica tensión e incomodidad, especialmente en los encuentros con fantasmas más agresivos. Sin embargo, incluso estos momentos están diseñados para un público amplio, con una sensibilidad que lo hace apto para jugadores jóvenes o más sensibles.

Conclusiones de Paper Ghost Stories: Third Eye Open
Paper Ghost Stories: Third Eye Open es una pequeña joya. No es el juego ideal para quienes busquen acción o sustos intensos, pero sí lo es para quienes valoran una historia bien contada, un diseño artístico sobresaliente y una representación cultural sincera. Es una experiencia entrañable, triste por momentos, esperanzadora en otros, que se queda contigo mucho después de haberla terminado.
Lo mejor
- Estética preciosa y coherente con la historia
- Narrativa emocional y bien escrita, con personajes entrañables
- Auténtico retrato de la cultura malaya, accesible y educativo
Lo peor
- No está traducido al castellano
- Ritmo muy lento en las primeras horas
- Cámara limitada en momentos clave de tensión
78/100